Una de las broncas que tiene el alcalde de Xalapa Hipólito Rodríguez, que ya lo rebasó y que no tarda en explotarle en la cara, es con los vendedores ambulantes. Si a fines del 2018 se tenía un registro de más de 15 mil, en la actualidad se calculan en 19 mil y contando.
Todos sin excepción trabajan por necesidad y quizá lo sorprendente es que una cuarta parte son profesionistas que a falta de un trabajo con todas las de la ley, le entraron a la informalidad porque tienen familia que mantener.
Y los verás lector afuera de los mercados, de los bancos, de los centros comerciales, de las escuelas, de las iglesias; en los parques, en las esquinas, en los bajos de Palacio de Gobierno y Palacio Municipal e invadiendo las banquetas. Están en todos lados y se han convertido en un problema de movilidad, pero necesitan trabajar.
En tiempos del alcalde Reynaldo Escobar, se acondicionó un inmenso local en la calle Clavijero a los vendedores de la Plazuela del Carbón. Como algunos se negaron a mudarse, se utilizó a la fuerza pública y listo.
Pero Hipólito no da opciones ni concesiones, para él son una plaga, su solución es “replegarlos” ¿a dónde? quién sabe. Simplemente los quiere lejos de centro y si se pudiera, bien lejos de Xalapa.
“Son muy tercos, hay que decirlo así, porque ya los habíamos logrado replegar de ciertos puntos y vuelven y vuelven”, dijo el 10 de julio. Y como no encontró a nadie mejor a quien echarle la culpa se fue contra los empresarios: “Son empresarios los que están detrás de los vendedores que están en la vía pública, se están apartando de la legalidad. Ellos sí pueden pagar impuestos, ellos sí tienen locales y tendrían que darles ciertas prestaciones a estos trabajadores”.
Ese día le pregunté a un empresario si le reclamarían al alcalde y me contestó textual: “Pobre, no tiene ni idea de lo que habla. ¿Cómo se le ocurre decir que estamos detrás del comercio informal? Ni para qué contestarle”.
Pero este lunes Hipólito volvió a las andadas. En entrevista con el portal de noticias Al Calor Político, repitió el numerito y dijo que los culpables del ambulantaje en Xalapa son los empresarios.
De entrada, reiteró que combatirá el comercio informal con la fuerza pública y agregó que hay “muchos empresarios” que contratan a personas para vender en las calles desde alimentos hasta productos electrodomésticos o fayuca.
Este tipo de empresarios –insistió- son los que hacen daño a la ciudad, ya que evitan el pago de impuestos, de servicios y renta de un local. De igual modo, evaden otorgar prestaciones a sus trabajadores. “A esos trabajadores los tienen explotados, les pagan una miseria y los arrojan a las calles a vender lo que sea y eso nos genera un gran problema de movilidad”.
Es evidente que debido a su ignorancia el alcalde confunde a sujetos que regentean a grupos de ambulantes con empresarios.
Pero esta vez los empresarios sí se calentaron: “Es una acusación ominosa que nos agravia y ofende” me dijo una empresaria realmente molesta.
Y es que si en efecto tiene pruebas de su señalamiento, debe presentarlas a las autoridades. Ahora que si nomás habló a lo buey, debe ofrecer una disculpa a los hombres y mujeres de empresa porque ya es la segunda vez que los difama.
Hipólito presentó como prueba a un tal Marcelino presuntamente ex director de Comercio y explotador de sus empleados en los Lagos, los Berros y la Rotonda. “Ese señor es un empresario” dijo el alcalde.
“En Xalapa nos conocemos la mayoría de los empresarios, tanto pequeños como medianos, y no se me viene a la mente ninguno con ese nombre. Pero si existe y está explotando a sus trabajadores y evadiendo impuestos, el alcalde tiene la obligación de denunciarlo. Lo que no se vale es que quiera meternos a todos en el mismo costal. Eso no lo aceptamos y es muy probable que ahora sí le pidamos una explicación” me dijo un empresario restaurantero.
Y la verdad es que sí procede una pronta aclaración.
Por otra parte, si Rodríguez Herrero insiste en “replegar” mediante la fuerza pública a los vendedores ambulantes en lugar de buscar una solución al problema, que no se llame sorprendido si un día de estos 19 mil hombres y mujeres invaden el Palacio Municipal y le arman algo más que un aquelarre en su despacho.