Generalmente, asociamos el término ‘incontinencia urinaria’ a un problema que llega con la edad. Sin embargo, no siempre está ligado al envejecimiento, he ahí la razón de prestarle atención, tengas la edad que tengas.
En pocas palabras, se trata de la pérdida del control de la vejiga, la cual tiene varias intensidades: desde ligeros escapes de orina al toser o estornudar muy fuerte hasta ganas de ir al baño, tan intensas y repentinas que no logras llegar a tiempo.
Esta complicación, la más difícil para los que sufren incontinencia, suele ser un mal vergonzoso e incómodo. Muchos prefieren no comentarlo ni siquiera con su médico, para no enfrentarse al hecho.
Si es tu caso, supera el tabú, ya que según el grado que sufras, puede sobrellevarse con tratamientos, productos o cambios en el estilo de vida.
¿Cuáles son los síntomas?
La señal evidente de incontinencia es la pérdida de orina, que va desde descontroles menores y ocasionales, en casos de baja intensidad, hasta pérdidas moderadas o fuertes, y con frecuencia, en casos más graves. Como el rango es tan amplio, según un reporte de la Clínica Mayo, se catalogan en varios tipos:
Incontinencia de esfuerzo: La orina se escapa cuando ejerces presión sobre la vejiga al toser, estornudar, reír, hacer ejercicio o levantar algo pesado.
Incontinencia imperiosa: Tienes una necesidad repentina e intensa de orinar, seguida de una pérdida involuntaria de orina. Es posible que tengas que orinar con frecuencia, incluso varias veces en la noche. Este tipo de incontinencia podría deberse a una afección menor, como una infección o a una enfermedad más grave, como un trastorno neurológico o diabetes.
Incontinencia por rebosamiento: Tienes goteo de orina frecuente o constante debido a que la vejiga no se vacía por completo.
Incontinencia funcional: Un deterioro físico o mental te imposibilita llegar al baño a tiempo, como un impedimento corporal que no te permita desabotonarte el pantalón lo suficientemente rápido.
Incontinencia mixta: Cuando se tiene más de un tipo de incontinencia urinaria.
¿Cuáles son las causas?
Pueden ser diversas. El médico debe realizar una evaluación para descubrir qué la provoca. No obstante, verificará que no estés contribuyendo al problema sin saberlo, ya que podrías agravar su desarrollo con malos hábitos alimentarios, tales como beber alcohol, cafeína y bebidas gaseosas en exceso, o bien ingerir demasiada azúcar, especias, cítricos o picantes. Todos estos elementos, que perturban tu sistema digestivo y urinario, provocan estos desórdenes.
El sobrepeso es otro factor de incontinencia, ya que los kilos de más presionan la vejiga y la debilitan. Una dieta sana y ejercicio constante son claves en la prevención.
En cuanto a los hechos que están fuera de tu control, estos son los más comunes:
Embarazo y parto: Los músculos que controlan la vejiga se deterioran en este proceso, así como los nervios y tejidos pélvicos. Otra consecuencia podría ser que la vejiga cambie de posición para que los órganos se reacomoden durante el crecimiento del bebé.
El envejecimiento: En algunas personas, así como el resto de los músculos y órganos del cuerpo, con los años la vejiga disminuye su fuerza y capacidad de almacenar orina.
Cambios hormonales: Pueden estar ligados al embarazo, pero especialmente a la menopausia. En esta época, el cuerpo produce menos estrógeno, el cual conserva la membrana que recubre la vejiga y la uretra.
Histerectomía: Las cirugías en cualquier zona del aparato reproductor, como extracción del útero, causan daños al sostén del suelo pélvico y, por ende, incontinencia.
¿Tiene cura?
El remedio será de acuerdo con el tipo de incontinencia que padezcas. Esta se define, en la mayoría de los casos, con análisis de orina, ecografías pélvicas o descripción de síntomas.
El tratamiento más sencillo comienza con un entrenamiento de la vejiga, para que la controles cuando tengas que ir al baño. Esto se logra con horarios programados y ejercicios musculares de contracción. En casos más complejos, se recurre a medicamentos, estimulación eléctrica, dispositivos médicos que se introducen en el cuerpo o, en un caso extremo, la cirugía.
Lo importante en cualquier escenario es destacar que la incontinencia es un problema que tiene solución, parcial o completa, y es necesario ponerle un alto para que vuelvas a disfrutar de una vida sin preocupaciones. Cuanto más pronto, mejor.
Ejercicios para la vejiga
El tratamiento más sencillo comienza con un entrenamiento de la vejiga, para que la controles cuando tengas que ir al baño.
Para evitar que esta zona se debilite (ver foto), practica tres veces por día los famosos ejercicios Kegel, nombrados así por Arnold Kegel, doctor que los desarrolló en la década de los 40. De pie o acostada, con la vejiga vacía, contrae los músculos del piso pélvico y mantenlos en esa posición durante 5 segundos. Luego relájalos 5 segundos y contráelos de nuevo. Haz 10 repeticiones.
Para que tengas una idea clara del ejercicio, imagina que es el mismo movimiento que produces cuando tienes ganas de orinar y quieres contenerlas; es decir, haces un esfuerzo para retener la orina y luego la sueltas.
Es importante que no practiques el ejercicio mientras estés orinando de verdad, ya que esto podría tener el efecto contrario y debilitar tus músculos o dañar tu vejiga o riñones.
El estreñimiento puede ser causa de incontinencia urinaria porque el recto y la vejiga comparten nervios; come más fibra para prevenir ambos males. Si la incontinencia afecta tu vida, busca asesoría médica para sanarla o, al menos, disminuirla. Recuperar tu comodidad es posible y más con protectores adecuados, pantalones absorbentes.
El Tiempo.