El fin de semana el presidente López Obrador estuvo en algunos municipios de la entidad. En Minatitlán recibió a su homólogo hondureño Juan Orlando Hernández, a quien le soltó 30 millones de dólares para desarrollar el empleo en aquel país y desincentivar la migración. Y sabes manito, lo que se te ofrezca.
Hecho unas pascuas el mandatario hondureño celebró este acuerdo y aplaudió que México y su presidente hayan pasado del discurso a la acción.
En contrapunto con Honduras, los veracruzanos han recibido de AMLO puro choro y nada de acción.
Tras nueve visitas a la entidad en sus ocho meses de gobierno, el presidente no ha inaugurado en Veracruz ni siquiera un aula para una escuelita rural. Pero tiene a la raza jarocha borracha con tanta verborrea como le receta.
Lo que a continuación leerás, lector, lo escribí ayer para un portal de noticias.
Este domingo en Zongolica, el señor presidente Andrés Manuel López Obrador se nos puso filosofal, y quizá para atemperar los gritos de protesta porque en el Hospital Rural de ese municipio la atención es pésima, dijo a los concurrentes que en Veracruz prevalecía el dios del dinero entre los gobernantes.
“Imagínense el nivel de degradación al que se llegó, en donde todo era la ambición al dinero, era el dios que prevalecía, el dinero”.
Lo que ni se imagina el tabasqueño es que los sujetos que puso a gobernar Veracruz siguen practicando esas “degradaciones” y les encantan.
“Imagínense lo que pasaba aquí en Veracruz; un gobernador corrupto sustituido por otro gobernador corrupto, los presidentes municipales lo mismo”.
Pues no hay nada nuevo bajo el sol. A esos gobernadores corruptos les siguió uno de Morena que es más o menos de igual pelaje. Es el mismo al que el propio AMLO le levantó el brazo en sus primeras siete visitas y lo puso como ejemplo de honradez acrisolada.
Es el mismo que tiene trabajando en oficinas de gobierno a varios miembros de su parentela, entre ellos a un primo hermano como sub secretario de Finanzas y Administración. Es el mismo que no ha podido aclarar la compra y arrendamiento con un sobreprecio brutal, de 160 patrullas. También está embarrado en una turbia compra de medicamentos.
Pero el presidente siguió con su perorata: “Nosotros no les vamos a fallar, vamos a poner orden, ya lo estamos haciendo…”
Ese “nosotros no les vamos a fallar” fue el grito de guerra de sujetos de la talla de Victoriano Huerta (después de que mandó matar a Madero) Luis Echeverría, José López Portillo, Carlos Salinas y Peña Nieto, entre otros.
“No les vamos a fallar” lo dijeron Javier Duarte y Miguel Ángel Yunes mientras se echaban a la bolsa el dinero de los veracruzanos.
Esa frase la han escuchado los habitantes de Zongolica por generaciones de labios de descastados sin escrúpulos que han ido a esa tierra con el único propósito de joderles el voto. Y la seguirán escuchando hasta el fin de los tiempos. ¿Por qué habrían de creerla ahora? ¿Acaso nomás porque la dijo el presidente?
En efecto, por años prevaleció el dios del dinero que jamás se irá del todo. Y tan bien le ha ido que llegaron para acompañarlo en este sexenio los dioses de la inoperancia, la incapacidad, la opacidad, la anarquía, el nepotismo, la desidia, la apatía, la mentira y la irresponsabilidad, personificados en el gobernador Cuitláhuac García; el secretario de Gobierno Eric Cisneros; el de Seguridad Pública Hugo Gutiérrez Maldonado; el de Salud Roberto Ramos Alor y en la titular de la Contraloría, Leslie Garibo Puga, sólo por citar a unos cuántos.
Esos y no otros, son los dioses que ahora mandan en Veracruz.