El despliegue de seis mil efectivos de la Guardia Nacional a la frontera sur del país, es la respuesta del gobierno de México, ante la presión de Estados Unidos por el problema migratorio, y la “amenaza” del cobro de aranceles, por tal motivo la administración federal lo que hizo fue “recorrer las fronteras norteamericanas y convertir a nuestro país en un gran muro”, señaló la iglesia católica.
Con el título “El migrante no puede ser moneda de cambio”, los obispos de la iglesia católica en México, enviaron un mensaje firmado por el presidente, Monseñor, Rogelio Cabrera López; por su secretario general, Monseños, Alfonso G. Miranda Guardiola; y por Monseñor, José Guadalupe Torres Campos, responsable de la Dimensión de la Pastoral de la Movilidad Humana, para dar a conocer su posicionamiento sobre el “acuerdo” entre México y los Estados Unidos en materia arancelaria y política migratoria.
Refieren que estos acuerdos “aplaudidos” por un sector, “se traducen en un rechazo al migrante o en actitudes xenofóbicas. No se puede criminalizar a los migrantes como si todos fueran personas que realizan el mal”. Los obispos señalaron que “El despliegue de seis mil efectivos de la Guardia Nacional en la frontera sur de nuestro país no es para nada una solución que atienda las verdaderas causas del fenómeno migratorio”.
Esta decisión del gobierno federal, refieren los obispos, “Parece más bien que, por la presión de nuestros vecinos del norte, las fronteras norteamericanas se han recorrido convirtiendo a nuestro país en un gran muro que pretende contener la migración hacia los Estados Unidos”. Destacaron que el envío de los seis mil elementos de la Guardia Nacional se traducen en que “Ahora sí, los mexicanos construiremos el muro y lo pagaremos con nuestros impuestos, con la complacencia de nuestras autoridades”.
Los obispos subrayaron al gobierno federal que “El combate a la pobreza y a la desigualdad en México y en Centroamérica pareciera quedar sustituido por el temor ante el otro, nuestro hermano. Lamentablemente los migrantes se convirtieron en una moneda de cambio de estas negociaciones”.
El documento enviado por la Dirección de Comunicación Social de la Arquidiócesis de Xalapa, que encabeza el sacerdote, José Manuel Reyes Suazo señala que es necesaria “una justa política migratoria que, por un lado, garantice el libre tránsito de personas ordenado, regulado y responsable; y por otro lado vele por los intereses legítimos de los miembros de nuestra nación”.
Los obispos lamentaron que “Por ahora todo esto está en entredicho”, y las acciones del gobierno federal son la respuesta a la “amenaza” del gobierno de Estados Unidos con establecer aranceles a productos comerciales mexicanos debido “A las supuestas fallas para frenar las oleadas de migrantes centroamericanos y de otros países”.
Recordaron que luego de algunas “negociaciones” entre los gobiernos de México y Estados Unidos, se anunció que por un cierto periodo se suspendía la amenaza de aplicar los aranceles a cambio de que México destinara los seis mil agentes de la Guardia Nacional en la frontera sur del país, así como puestos de control en todo su territorio. Por otra parte, México se comprometió “que todos los inmigrantes ilegales de Centroamérica permanecerán en el país mientras se resuelven sus solicitudes de asilo.
El costo para nuestro país de la suspensión temporal de los aranceles resultó muy elevado”. La iglesia católica refiere que “la imposición caprichosa y amenazante de querer aplicar aranceles es inaceptable. México no puede caer en ese juego”.
Los obispos mexicanos expresaron su preocupación por la actitud que adoptó la nación ante los migrantes y hacen votos para que el diálogo continúe y “exprese los valores fundamentales de dos países democráticos: el respeto a los derechos humanos, la solidaridad entre los pueblos y el trabajo por el bien común de nuestra región”.
Es necesaria sin duda, agrega el comunicado “una justa política migratoria que, por un lado, garantice el libre tránsito de personas ordenado, regulado y responsable; y por otro lado vele por los intereses legítimos de los miembros de nuestra nación”. La iglesia católica aclara que estas acciones no resuelven el problema migratorio, sino que se necesita promover un desarrollo humano integral para Centroamérica y el sureste Mexicano.
Recomiendan a los gobiernos atacar las causas que provocan la migración, como” la falta de oportunidades de trabajo y de empleos bien remunerados en nuestros países; y desde luego la muy lamentable situación de inseguridad y violencia incontrolada que no se ve cómo se detendrá o resolverá.
La pobreza y la violencia son la causa principal de la migración”. Junto con este posicionamiento crítico, los obispos mexicanos confirmaron que la Iglesia hace valer el compromiso de ayudar a los migrantes, la ayuda humanitaria que requieren en su tránsito por el territorio nacional.
Manifestaron su “respeto y reconocimiento a los miles de hombres y mujeres de la Iglesia católica, de otras iglesias y de la sociedad civil, que por décadas han defendido a riesgo de su propia vida, los derechos fundamentales de los migrantes en México, Estados Unidos y Centro América.
De ahí el compromiso de la Iglesia Católica de promover y practicar la caridad con estos hermanos que hoy tocan a nuestra puerta”.
AVC/Verónica Huerta