Cuando te es inoculado el virus de la literatura es difícil librarse de él, ya que te prende y se te queda instalado para siempre
Carmen Villoro Ruiz, poeta y escritora que nació en la Ciudad de México y ahora radica en Guadalajara, combina el oficio de las letras con el psicoanálisis, su otra pasión.
Dentro de su trayectoria profesional ha colaborado en el suplemento cultural Acento del periódico La Voz de Michoacán, así como en los periódicos Público de Jalisco y Siglo 21, además de dirigir la revista cultural Tragaluz.
Entre los reconocimientos a los que ha sido acreedora se encuentra el Premio de Ensayo FILIJ 1993, el Premio Jalisco 2016 en el área de Literatura, y el Premio “Hugo Gutiérrez Vega” 2018 que otorga la Universidad Autónoma de Querétaro.
En entrevista para Universo llevada a cabo durante la FILU 2019 realizada por la Universidad Veracruzana (UV), charló sobre sus orígenes en la escritura, las similitudes de ésta con la psicología, así como la importancia de que las universidades fomenten la lectura entre la comunidad.
Vida alternada entre Guadalajara y Ciudad de México
La escritora relató que nació en la Ciudad de México y que vivió en ella hasta los 26 años, edad a la que se fue a vivir a Guadalajara, urbe en la que radica hasta el momento.
“Aunque vivo en Guadalajara desde hace 34 años, todo el tiempo regreso a la Ciudad de México ya sea a visitar familiares o a atender otros asuntos, por lo que toda mi vida he alternado entre estas dos ciudades”, compartió.
Carmen Villoro mencionó que trasladarse a vivir a Guadalajara significó para ella la oportunidad de conocer una ciudad amable y tranquila, ya que en esa época ésta no tenía los problemas de una conglomeración grande y era muy habitable.
Afirmó que radicar allí le dio la oportunidad de dedicarse con mayor facilidad a labores de escritora y profesora, ya que el ambiente cultural de esta urbe es muy interesante.
“Siempre he admirado el gran nivel de las expresiones artísticas de Jalisco, que ha sido cuna de escritores como Juan Rulfo y Juan José Arreola, y pintores como José Clemente Orozco”, comentó.
Expresó que pese a ser muy feliz en Guadalajara, siempre ha extrañado la Ciudad de México, a la que considera “provocadora y complicada, pero terrible y maravillosa”.
Inicios en la escritura
Carmen Villoro narró que se inició en la escritura desde muy joven, ya que en su casa había libros y desde la generación de sus abuelos en su familia existía un interés muy grande por la literatura.
Mencionó que gracias a ello tuvo la suerte de leer desde muy pequeña, y que fue hasta su adolescencia que acudió al taller de poesía de Juan Bañuelos, que se impartía en un cubículo muy pequeño en la Universidad Nacional Autónoma de México.
“Allí me enteré que la poesía es un oficio que requiere una técnica más laboriosa de lo que uno cree. Fue entonces cuando nació mi interés formal por la literatura”, aseguró. Agregó que posteriormente en Guadalajara se integró a un grupo interesante de poetas jóvenes que habían sido discípulos de Elías Nandino.
“Cuando te es inoculado el virus de la literatura es difícil librarse de él, ya que te prende y se te queda instalado para siempre”, manifestó.
Trayectoria profesional: entre las letras y el psicoanálisis
Carmen Villoro comentó que el psicoanálisis es otra de sus grandes pasiones y por ello estudió psicología, “porque de algo tenía que vivir”; tal disciplina y la literatura se cruzan en muchos aspectos, ya que ambas hablan del lenguaje y la palabra.
“Lo que un psicólogo hace con sus pacientes es hablar, y el lenguaje metafórico tiene un poder emotivo tremendo. Existen muchos puntos de cruce entre el discurso poético y el terapéutico y me agrada incursionar en estos vínculos”, afirmó.
Relató que siempre ha combinado la psicología con la escritura, ya que mientras una le da la posibilidad de un ingreso económico, la otra se lo quita, pero se lo da con mucho gusto.
Tema favorito de escritura: la vida cotidiana
La literata mencionó que escribe sobre aquello que necesita relatar, enfocándose en la vida cotidiana, ya que en el día a día ordinario se esconden muchas significaciones.
“Me gusta reflexionar sobre cosas triviales como la importancia de un puñado de llaves, que hacen referencia a las pertenencias y a la familiaridad de un hogar; alguien perdido que descubre su llave en el bolsillo sabe que puede volver a casa”, ejemplificó.
Declaró que también escribe sobre objetos y eventos de la vida que la sobrepasan y la obligan a plasmarlos con letras, como la muerte de su padre, que reflejó en su obra Liquidámbar.
Explicó que la vida diaria de cada persona queda retratada a través de los objetos que usa, y que cuando alguien muere éstos pueden explicar parte de su existencia.
México, nación convulsa con excelentes escritores
Carmen Villoro enunció que aunque actualmente los mexicanos habitamos un país rarísimo y difícil, a ella le gusta esta nación convulsade la que han surgido vetas fantásticas de escritura, prometedoras y esperanzadoras que se inclinan tanto hacia lo luminoso como hacia lo oscuro.
Mencionó que hay poesía que nos reconcilia con la naturaleza y la vida, que nos hace darnos cuenta que somos terribles y hemos acabado con el entorno, pero a su vez nos muestra el asombro que puede causarnos el mundo y logra que lo veamos como una entidad maravillosa y armoniosa.
“Actualmente existen muchos poetas jóvenes que proponen cosas nuevas, que combinan las palabras con las artes visuales y otras expresiones artísticas, y hacen que dialoguen y se entretejan”, aseveró.
La escritora aseguró que actualmente la literatura vive un renacimiento en los países consideramos como “tercermundistas” y “subdesarrollados”, por las historias dolorosas que han debido atravesar.
“En estas naciones que a lo largo de mucho tiempo han sufrido de pobreza, marginación, violencia y despojos, ha surgido un arte muy renovado y distinto, con propuestas inquisidoras y que denuncian el sufrimiento humano”, aseguró.
Ferias del libro: espacios para explotar la imaginación
Carmen Villoro expresó que fomentar la universalidad es la labor más importante de una universidad, ya que ésta debe ser un espacio de libertad del pensamiento, de la creatividad y de diversas propuestas.
“El rigor de una casa de estudios es importante, pero sin libertad expresiva éste se queda oprimido y restringido”, enfatizó.
Enunció que eventos como la FILU ofrecen a los jóvenes escenarios de apertura donde pueden explotar su imaginación y brindarpropuestas de pensamiento no sólo en el estudio, sino también en la creación y exploración de su expresividad.
“Las ferias del libro son una parte complementaria que las universidades no deben dejar de apoyar, ya que no son sólo un condimento, sino parte del espíritu de cualquier institución formativa”, concluyó.
UV/Carlos Hugo Hermida Rosales