Obligado por el escándalo, el Gobernador Cuitláhuac García informó este lunes que de las 160 patrullas entregadas el jueves pasado a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), sólo 50 fueron compradas y las otras 110 entraron en un esquema de arrendamiento que costará 4 millones de pesos mensuales.
Dijo también que las 50 patrullas no se compraron en Veracruz por el precio y la disponibilidad: “Se invitó a la Ford de Xalapa y de Veracruz y otras agencias que manejan la marca y el costo era mayor, por eso la compra fue en otro lado”. Es decir, se confirmó lo que se dijo desde el primer momento: la adquisición de las unidades fue sin licitación, con sobreprecio y compradas en otro estado.
Pero ni al gober ni a los veracruzanos nos salen las cuentas. Según su propio dicho, el infortunio de las patrullas tuvo dos esquemas: la compra directa de 50 unidades por 40 millones de pesos y el arrendamiento de 110 más por un total de 144 millones de pesos, pagaderos a tres años en mensualidades de 4 millones cada una.
El mandatario confirmó la información emitida por su oficina de Comunicación: la inversión total fue por 208 millones de pesos. Si cualquier niño de tercero de primaria sabe que la suma de 40 por la compra y 144 por el arrendamiento da 184 millones, entonces, ¿dónde quedaron los 24 millones de pesos restantes? ¿Acaso fue la utilidad del jugoso negocio de las patrullas?
La improvisación y la falta de pulcritud han provocado que las dudas crezcan, ante la desaparición de esos 24 millones de pesos. Además, el Gobernador no se hizo acompañar de documentos que sustentaran sus dichos –facturas, contratos, actas de los comités de adquisiciones, invitación directa a proveedores, pagos o transferencias electrónicas-; está claro que su oficina y la de sus principales colaboradores no están trabajando.
Dijo también que las compró más baratas que en otros estados, lo que ya se vio que no es cierto. Pidió, con una inocencia ejemplar, que también se pida a esos otros estados que hagan pública la información o que realicen conferencias de prensa como la suya. Por eso, ante la convicción y transparencia con que el gobernador ha manejado el tema, entonces no se entiende qué es lo que va a investigar la Contraloría. Como en el pasado, piensan que somos idiotas.
En el caso de la balacera en Minatitlán tampoco salieron muy bien librados. No sólo tuvo que ser el Presidente López Obrador el que marcara la ruta de lo que se tenía que decir –contradiciendo en parte los boletines oficiales emitidos durante el fin de semana-, sino que se consumó una serie de dislates por parte de la Secretaría de Seguridad Pública.
El primero, y tal vez el más grave, fue hacer público los nombres de los elementos caídos durante la refriega de la noche del viernes. En su afán por dar credibilidad a su versión, el secretario Hugo Gutiérrez Maldonado publicó un tuit en el que lamentaba el deceso de los policías –mencionándolos por su nombre y su cargo- y reconocía en ellos “coraje y valentía” al servicio de Veracruz y de México.
Si es verdad que miembros de la delincuencia organizada estuvieron involucrados, esta indiscreción imperdonable vulneró la identidad de los elementos y ha puesto en riesgo a sus familias. Además, en su desafortunado mensaje, el secretario los reconoce haber caído en el “cumplimiento de su deber”, cuando este lunes el mismo Presidente confirmó que al menos uno de ellos se encontraba franco y tomando como cualquier parroquiano.
A sabiendas de la situación que prevalece en Minatitlán, ¿qué hacía un elemento de la policía federal solo en una cantina? ¿Por qué llevaba consigo su arma de cargo si se encontraba franco? ¿Porqué la confusión entre los autores materiales y la identidad de heridos y fallecidos? ¿Por qué el gobierno estatal ha utilizado distintas versiones del mismo hecho? ¿Dónde estaba la Guardia Nacional, misma que no ha sido mencionada en ningún momento? Ni el Presidente ni el Gobernador quisieron ahondar en el tema.
La conferencia de ayer fue un ejercicio desafortunado porqué dejó más dudas que certezas; porque no hay una versión convincente de lo que sucedió en Minatitlán; porque se vio a un gobernador titubeante, inseguro y expuesto a ocultar los negocios que se estarían haciendo a sus espaldas.
El Patrullagate confirmó que en Veracruz se olvidaron de no robar, no mentir y no traicionar.
Las del estribo
1. Se replican las historias de moches en el gabinete morenista. A los señalamientos en contra del Secretario de Desarrollo Económico por parte de empresas que prefirieron invertir en otro estado, ahora es el Secretario particular del titular de la SIOP, Ricardo Chafié Hakim el encargado de recaudar el 5% para él y el 10% para su jefe por obra asignada. En el pasado, robaban por cleptomanía, ahora lo hacen por hambre porque conocen la pobreza y no quieren algún día volver a ella.
2. El conflicto entre diputados panistas y morenistas en el Congreso local por la cuenta pública 2018 es un tema de tiempo. El gobierno ha pedido prórroga porque no acaba de consolidar los desfalcos realizados en el gobierno de Yunes Linares; y los panistas no quieren conceder ese tiempo para que sigan escarbando. La tercera versión es que unos la quieren por once meses y otros por el ejercicio fiscal completo. Lo cierto es que seguimos entrampados en la corrupción del pasado y la ineficacia del presente.