Con la promesa de obtener apoyos para construcción de viviendas, pago de servicios como luz eléctrica, e incluso becas para madres solteras, cientos de campesinos fueron convencidos de acudir a Xalapa para llenar la plaza Lerdo en la que se conmemoró el centenario de la muerte de Emiliano Zapata.
Mientras en el micrófono daban la bienvenida a decenas de organizaciones campesinas, algunos adultos mayores y niños enfrentaban las consecuencias de un viaje que inició en la madrugada, sin desayunar, y que se prolongó hasta que los rayos del sol les caían sobre las espaldas, sin mas alimento en sus estómagos que lo que cenaron la noche anterior.
«Si Zapata viviera con nosotros estuviera», fue el grito de un líder que incitaba a la audiencia a vitorear al caudillo del sur, aunque en realidad ni siquiera conocen a su líder, porque la mayoría fue invitado a una manifestación en la que «lograrían apoyos del Gobierno».
Eva Flores Guzmán, de 92 años, evitó el sueño para estar lista a la 1 de la mañana, hora a la que salió desde la localidad de La Loma, en el municipio de Mariano Escobedo.
La promesa de la Coalición de Organizaciones Democráticas, Urbanas y Campesinas, fue lograr que le reduzcan la tarifa de luz eléctrica porque cada bimestre el recibo muestra cifras astronómicas para una mujer cuyo único ingreso proviene de la venta de flores que cultiva en su terreno.
«Vengo porque tengo solo tres foquitos en mi casa y cada que llega el recibo de la luz me cobran 4 mil y hasta 6 mil pesos. Les digo que yo no tengo nada, me han cortado la luz, luego la volvieron a conectar pero este mes me volvió a llegar el recibo por 4 mil 600 pesos y yo soy sola, ¿De dónde lo agarro? Yo siembro plantas y las vendo. Me dicen que si sigo debiendo me van a quitar terreno pero yo vivo en un cachito».
Como ella, hay otras mujeres que vinieron a Xalapa con la esperanza de lograr algo para ellas o sus familias, como Idelia, de la localidad de Vicente Guerrero, de 78 años de edad, que aunque agradece el apoyo para adultos mayores del Gobierno federal, ahora pide para su hija, una madre soltera de 26 años que «no tiene marido para que la mantenga».
«Yo vengo porque queremos que nos den apoyo, nosotros lo necesitamos porque tenemos niños chiquitas, mi hija es madre soltera, necesita el apoyo porque no tiene marido. A mí hija no le dan apoyo y a mí aunque sea un poquito, porque ya no puedo trabajar, pero a mí hija no y tiene dos niñas una de 13 años y una de seis».
Las historias se replican como la fila interminable de quienes esperan ser alimentados con un plato de arroz y dos tacos de barbacoa que fueron repartidos desde una camioneta estacionada en plaza Lerdo.
Una mujer salió de entre la fila pensando en que la reportera era de Gobierno, pide apoyo para construir un cuarto en un terreno suyo ubicado en la localidad de Guadalupe Victoria en Mariano Escobedo.
Dolores Reyes Mendoza, tiene 65 años y lamenta que a su edad no tenga un patrimonio y en cambio «parezca limosnera» pidiendo apoyos para sobrevivir.
«Mi casa es de madera, se está cayendo y yo estoy viviendo con mis hijos; yo vendo tamales y así logró tener un poquito para comer. A ver si me quieren ayudar».
Otros piden ayuda para poder mantenerse ellos, pero principalmente a sus animales porque el costo del alimento para cerdos y pollos es cada vez más caro y a veces hay que preferir dar de comer al animal porque «saca de apuros», aunque tengan que pagar hasta 300 pesos por bulto.
Eso cuenta Estela Hernández, que se queja porque salieron de Las Vigas de Ramírez desde las 6 de la mañana y hasta pasadas las 3 de la tarde no tenían «nada en la panza» y la jornada todavía se divisaba larga porque «el Gobierno no ha respondido».
La mujer desconoce qué organización la trajo, pero acudió desde la localidad de Manzanillo a Xalapa porque tiene la esperanza de ser apoyada para mejorar sus cultivos y sus animales.
«Nos venimos temprano, ni sacamos a los animales con tal de venirnos. Nosotros pedimos viviendas aunque nos faltan muchas cosas, nos falta vales para comprar animales porque a nosotros no nos ha llegado nada de lo que les hemos pedido, hubiera llegado ya no hubiéramos venido».
Como ellas, cientos de personas cargaban banderas de alguna organización, protagonista camisetas prestadas y que debían devolver tras el mitin.
Muchos eludieron los rayos del sol e hicieron de los pasillos del Palacio de Gobierno su descansadero, y ahí tumbados esperaron que los camiones que los trajeron, los regresen a sus municipios, con la esperanza de que esta vez «les haga justicia la Revolución».
Perla Sandoval/Avc