En el mundo existen, hoy en día, unos 15 mil ejemplares de ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae), nombre que reciben estos animales debido a la joroba que poseen en la aleta dorsal. Sin embargo, a mediados del siglo XX esta cifra era mucho inferior. En 1966, la población de individuos de este tipo no llegaba a los dos millares.
De ahí que su conservación y observación se torne necesaria entre los expertos en biología marina a la hora de evitar que vuelva a ser un animal en peligro de extinción. Precisamente, por eso, los científicos tratan, ahora, de estudiar sus comportamientos a través de los sonidos.
Para ello, investigadores de la Universidad de Extremadura, concretamente del área de Ecología del departamento de Biología Vegetal, Ecología y Ciencias de la Tierra junto con científicos del Instituto de Investigación Acústica del Reino Unido, han analizado grabaciones, de muchas horas, de ballenas jorobadas repartidas a lo largo del mundo: Alaska (14), Atlántico Norte (4), Caribe (26), Hawaii (21), Océano Indico (10), Pacífico Norte (23) y Pacífico Sur (16).
Daniel Patón, profesor de la Universidad de Extremadura, explica que estas observaciones les han permitido conocer, entre otros aspectos, que estos animales cuentan con un total de 47 formantes o frecuencias fundamentales de emisión.
“El número de formantes depende de la estructura anatómica de cada especie. Por ejemplo, el ser humano tiene 4 o 5 frecuencias, el ciervo tiene 7 y un ruiseñor podría tener entre 10 o 12 formantes. En las ballenas jorobadas hemos visto casi medio centenar, por lo que podemos afirmar que esta especie es el animal más complejo del mundo, acústicamente hablando, hasta la fecha”
Los sonidos estudiados equivalen, además, a una huella dactilar acústica que permite establecer también diferencias poblacionales y observar la evolución del propio animal.
A este respecto, el estudio ha permitido determinar que las poblaciones de ballenas jorobadas más antiguas son las del Índico, concretamente del Golfo de Omán. Como señala Patón, “estas son las únicas que no migran”.
También han podido comprobar que las poblaciones más recientes de esta especie, que es principalmente piscívora, se encuentran en la Costa Este del Pacífico. En Hawaii se juntan poblaciones de diferentes orígenes durante la reproducción. En Alaska solo aparecen invernantes.
Migración, agrupamiento y cortejo
Para hallar estos resultados los investigadores han construido, en primer lugar, una bases de datos de los formantes obtenidos a partir de las escuchas de estos audios. Posteriormente, estos sonidos han sido contrastados a través de 16 distancias matemáticas seleccionadas. Como ha subrayado Patón se han utilizado “la más apropiada para medir el índice de parentesco mediante análisis multivariantes”.
Todo esto ha permitido conocer sus costumbres de migración, agrupamiento y cortejo, así como qué poblaciones son más arcaicas. La fiabilidad de estas pruebas acústicas poblacionales es avalada por el hecho que coincide con investigaciones recientes usando ADN.
“Los resultados obtenidos son exactamente los mismos que los obtenidos con técnicas genéticas. Esto pone de manifiesto la fiabilidad de los sonidos y del método utilizado para este trabajo”, ha especificado el científico Daniel Patón.
Con información de Agencia SINC