Saber leer mapas y tener conocimientos de cartografía permite a los investigadores sociales obtener mayor información de las comunidades donde realizan sus trabajos de campo, planteó Janett Vallejo Román, investigadora del Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) Unidad Golfo.
La investigadora brindó la ponencia “Etnografía y cartografía: la importancia del reconocimiento del territorio en trabajo de campo”, en el Auditorio “Gonzalo Aguirre Beltrán” del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH–S) de la Universidad Veracruzana (UV).
Esta presentación forma parte del primer seminario permanente interinstitucional “Repensar la etnografía: reflexiones epistemológicas y metodológicas sobre el quehacer en el trabajo de campo”, que coordinan el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Delegación Veracruz, el CIESAS–Golfo, el IIH–S, la Facultad de Antropología y la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI).
Vallejo Román, quien tiene Doctorado en Geografía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó que “los mapas son como los textos y si nos preguntamos qué contienen nos vamos a quedar igual que cuando leemos un texto y no entendemos nada, el mapa lo tenemos que ver como un documento al que hay que cuestionar”.
Refirió que el espacio es un factor clave en la vida humana y un factor activo de las relaciones sociales; no es una variable externa a los procesos sociales, es un producto dinámico dotado de recursos y significados que dan sustento a las relaciones sociales.
El espacio y el ser humano forman una relación dependiente en la que se manifiestan también las relaciones de poder, porque el dominio del espacio implica la apropiación de sus características, principalmente los recursos naturales, añadió.
“Una de las primeras acciones que definieron al ser humano como ser histórico fue precisamente la apropiación del espacio”, dijo, “implicando así un proceso de apropiación racional”.
Su trabajo de investigación lo realiza con las comunidades ubicadas en la zona del Área Natural Protegida (ANP) del Parque Nacional Cofre de Perote, en particular con las localidades El Conejo, Los Pescados, Rancho Nuevo y El escobillo, todas ellas en la ladera poniente.
“Dentro de los objetivos de mi investigación está conocer su idea de lo que es la conservación, qué significa el bosque y si conocen los límites del ANP y los que ellos han puesto, si coinciden con los límites de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).”
En esta zona los mapas que delimitan los ejidos tienen muchos años, no existen cartas actualizadas y los ejidatarios tienen el interés de contar con información actual.
“Lo que hicimos fue recorrer la región con un GPS y acudir a las mojoneras para tratar de ponerlo en un mapa; este trabajo lo estamos haciendo a partir del mapa histórico, aunque está difícil por la escala que tenemos, donde un centímetro representa un kilómetro”, apuntó Vallejo Román.
Recomendó a los asistentes que pueden hacer un recorrido con las personas, “porque sin duda, el caminar por estos lugares reaviva la memoria, la gente empieza a recordar porque van observando y el mapa no solamente ubica, genera información y cierta pertenencia”, subrayó; “esto me ha permitido identificar los lugares que son importantes para la población, como los cuerpos de agua”.
Destacó además que, debido a los avances tecnológicos y el acceso a las plataformas digitales, es posible consultar en diversas fuentes información cartográfica y mapas, a diferencia de las dificultades que sucedían en décadas pasadas, generadas por los altos costos del material impreso y por la escasez de repositorios o la dificultad para acceder a ellos, especialmente para los estudiantes de licenciatura.
David Sandoval Rodríguez / Prensa UV