“Abraham Heriberto Soto Cid fue pionero de la farmacia hospitalaria en Veracruz, pero no sería un error mencionar que dadas sus contribuciones, también a nivel nacional tiene un mérito importante en ese sentido”, resaltó José Locia Espinoza, académico e investigador de la Facultad de Química Farmacéutica Biológica (QFB) de la Universidad Veracruzana (UV).
En representación de la comunidad estudiantil y académica de esa institución, el también coordinador de la Maestría en Farmacia Clínica lamentó la pérdida de quien fuera formador de varias generaciones de alumnos de QFB e impulsor de varias iniciativas que benefician hoy en día las áreas de farmacología clínica de diversos hospitales del sector salud del estado de Veracruz.
Tras su fallecimiento, suscitado el 12 de marzo en esta ciudad, Locia Espinoza destacó su legado y trayectoria en las aulas como académico, experto en análisis clínicos, director de tesis de licenciatura y posgrado, e investigador.
Sin embargo, su principal sueño fue el área de farmacia clínica, comunitaria y hospitalaria, la cual no está enfocada en la elaboración de medicamentos, sino en su uso racional en cuanto a selección y conservación adecuada, control en términos de normatividad y aspectos relacionados con el paciente.
Es decir, desde ese campo de conocimiento el profesional puede ser capaz de optimizar una terapia, conocer las características del fármaco y hacer adecuaciones del tratamiento siempre y cuando esté avalado por el médico responsable.
Comentó que Abraham Soto, ex director de la Facultad de QFB en el periodo 1996-2000, egresó de esa licenciatura, pero en la región Orizaba-Córdoba.
En la década de los ochenta se incorporó a la máxima casa de estudios como maestro por horas, donde impartió desde un principio la experiencia educativa (EE) Biofarmacia, misma que desde la percepción de los estudiantes era una de las más complicadas, pero él hacía que fuera dinámica y de interés.
Dicha materia estudia muchas cuestiones relativas a los fármacos, cómo se formulan y los factores que afectan la terapia.
Dada su expertiz en el rubro de análisis clínicos y cuestiones hospitalarias, durante muchos años laboró en instituciones como el Hospital Civil y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Debido a su participación en esos nosocomios, tenía la oportunidad de formar alumnos no sólo a través de las aulas sino del área de análisis clínicos.
No obstante, en el ámbito de farmacia clínica, comunitaria y hospitalaria, Soto Cid siempre fue categórico al subrayar que en México no existe ese tipo de servicios farmacéuticos, pues ese espacio siempre es considerado un almacén donde el medicamento se entrega al paciente, cuando esta acción puede ejercerse en mejores condiciones.
“Tenía la confianza de que en el país algún día se dieran las condiciones para que el egresado de esta carrera no se centrara únicamente en la elaboración de análisis clínicos y fármacos, sino que interactuara directamente con el paciente.”
Fue una insistencia de su parte, tanto que siempre procuró acercar a sus estudiantes a ese contexto, puntualizó.
Por ello, aprovechó su participación como responsable sanitario de farmacias para que los alumnos incursionaran en el área de manejo de medicamentos como un insumo, es decir, que fueran a las farmacias y como profesionales estuvieran en contacto con los procesos.
“Cada vez que un farmacéutico profesional se incorpora a una farmacia como responsable sanitario o gerente, está comprobado que los procesos mejoran por muchas cuestiones.”
Recordó que entre 2008 y 2009 se conformó un grupo de expertos para elaborar el Modelo Nacional de Farmacia Hospitalaria, documento en el cual se materializaron todas las aspiraciones de Abraham Soto Cid.
Dicho modelo abordaba el cambio de estatus de la farmacia, desde un almacén hasta un servicio manejado por farmacéuticos profesionales que pudieran brindar servicios de farmacovigilancia, sistemas de distribución de medicamento en dosis unitarias, adquisición de fármacos con base en criterios clínicos.
Asimismo, servicios de información de medicamentos para que tanto los pacientes como los mismos profesionales de la salud pudieran tener acceso a datos fidedignos, entre otros rubros.
“Todo eso estaba materializado en ese modelo que ciertamente tenía mucho de teórico, por eso una cosa era tenerlo en papel y otra implementarlo en los nosocomios”.
A pesar de que la legislación aún no contempla la figura del farmacéutico, por iniciativa de Soto Cid el modelo logró materializarse –sin recursos suficientes– a partir de 2009 en el Centro de Especialidades Médicas (Cemev), actualmente Centro de Alta Especialidad (CAE) del Estado de Veracruz.
“Desde su trinchera siempre buscaba hacer este tipo de actividades, tenía muchas ganas de aportar al avance de la ciencia.”
Para este objetivo logró consolidar un equipo de especialistas en la materia para diseñar la adecuación del modelo y aplicarlo.
Precisamente, este mes se cumplen 10 años de ese acontecimiento que marcó el inicio del involucramiento de los alumnos en el área hospitalaria, quienes cursaban la EE Farmacia Comunitaria, creada también a iniciativa de él.
Las labores de farmacovigilancia consistieron en preguntar a los pacientes si el medicamento había ocasionado efectos secundarios, situación que es difícil de reconocer pero que sucede con frecuencia.
En esos tiempos, dijo, en los hospitales se reportaban muy pocos casos; no obstante, cuando los estudiantes iniciaron ese acercamiento –que también se estableció como un requerimiento en hospitales– se reportaron muchos más.
“Eso abrió la puerta para que los jóvenes continuaran su labor y se les otorgaran becas de servicio social para el área de farmacia.”
Posteriormente, se lograron contratos para que los estudiantes se incorporaran al hospital dentro de la categoría de despachadores de farmacia, sin dejar a un lado su trabajo de farmacovigilancia y de cercanía con el paciente, que se mantiene en la actualidad.
A raíz de lo anterior, también por iniciativa de Abraham Soto, en 2012 se modificó el plan de estudios de QFB con el propósito de que todos los alumnos realicen una estancia de al menos un semestre en algún centro hospitalario que cuente con servicios farmacéuticos.
Al respecto, en 2016 se incorporó la primera generación de alumnos a los hospitales.
En 2013 empezaron las gestiones para la puesta en marcha de la Maestría en Farmacia Clínica como un fomento a la educación farmacéutica en la UV y en el estado de Veracruz, dada la necesidad que se tenían de formar profesionales con un logro académico superior.
En 2014 ingresó la primera generación de alumnos de este posgrado enfocado en la farmacia asistencial, en el manejo del medicamento y en el cuidado del paciente.
Abraham Soto Cid, cuya figura y criterio siempre fue respetada en la Facultad de QFB, también fue fundador de este programa educativo, así como miembro del núcleo académico básico. Además, fue líder del cuerpo académico (CA) Química Biomolecular, el primero que tuvo la Facultad de QFB.
Claudia Peralta Vázquez / Prensa UV