Investigadoras de la Universidad Veracruzana (UV) coincidieron en que el 8 de marzo representa el símbolo de lucha por los derechos femeninos a través del tiempo, dentro del conversatorio “Repensar el Día Internacional de la Mujer”, realizado en el Salón Azul de la Unidad de Humanidades.
Este evento organizado por el Centro de Estudios de Género de la UV (CEGUV), y las facultades de Sociología y de Letras Españolas, contó con la participación de Rocío Ochoa García, académica de la Facultad de Historia; Estela Casados González, catedrática de la Facultad de Antropología, y Cristina Victoria Kleinert, profesora de la Facultad de Idiomas.
Además de María Eugenia Guadarrama Olivera, coordinadora del CEGUV, y Mayabel Ranero Castro, docente de la Facultad de Sociología.
Rocío Ochoa participó con el tema “Historia de la conmemoración del 8 de marzo” y mencionó que esta fecha es una celebración política,en ella las mujeres son protagonistas cuando deberían serlo todo el tiempo al lado de los hombres.
Expresó que en este día –declarado por la ONU en 1975 como Día Internacional de la Mujer, en honor a 123 trabajadoras fallecidas el 25 de marzo de 1911 en una fábrica en Nueva York– se debe hacer un recuento de cuánto se ha avanzado en pro de los derechos femeninos, cuánto se necesita hacer y hacia dónde se debe mirar.
Mayabel Ranero participó con “Trabajo y uso del tiempo” y explicó cómo tradicionalmente las labores del hogar han sido relegadas al género femenino, mientras que el trabajo productivo por el que se recibe remuneración es asignado a los hombres.
Comentó que la mayoría de las mujeres realizan 47 horas semanales de labores del hogar, sumadas a 39 horas de trabajo pagado en promedio, mientras que los hombres trabajan 10 y 50 horas en esos rubros, respectivamente.
“Esta doble jornada para las mujeres les consume todas sus fuerzas y les genera una extenuación física muy fuerte, lo que hace que muchas veces no cumplan al 100 por ciento sus labores en casa o en el trabajo pagado”, afirmó.
La docente enfatizó que es necesaria una legislación que contemple las necesidades de las mujeres trabajadoras, ya que ellas son un pilar importante para que la sociedad funcione.
Cristina Kleinert colaboró con el tema “Interculturalidad”, donde aseveró que la pobreza ha aumentado entre las mujeres debido al racismo, al neocolonialismo y a las políticas macroeconómicas, y no sólo debido al orden patriarcal.
Destacó la grave situación que viven las mujeres indígenas, ya que aunque México es un país plurilingüe, todas las instituciones nacionales están organizadas y centradas en el idioma español.
Resaltó los trabajos de colectivos integrados por mujeres indígenas de áreas rurales, quienes buscan el reconocimiento de la sabiduría contenida en la tradición oral y luchan por tener las mismas oportunidades que las personas que habitan en zonas urbanas.
Eugenia Guadarrama presentó la ponencia “Educación y desigualdad”, y compartió que en las instituciones de educación superior aún imperan en el imaginario colectivo las representaciones sociales de aquello a lo que deben dedicarse las mujeres.
Brindó como ejemplo que en la UV las licenciaturas del Área de Humanidades tienen mayor presencia femenina, mientras que en las del Área Técnica predominan los varones.
Enunció que faltan recursos para que en las universidades del país se implementen observatorios de estudios de género, que permitan crear una gran red nacional enfocada a este tema.
“Mientras no haya recursos institucionales, así como voluntad política y mirada feminista para implementar estas acciones, el avance en este rubro será limitado”, manifestó.
Estela Casados habló sobre “Feminicidio y violencia de género”, dijo que los derechos de las mujeres se le deben al feminismo, movimiento que en sus orígenes nació de una manera radical.
Declaró que históricamente la mujer ha sido invisibilizada y cuando ésta incursiona en ámbitos en los que tradicionalmente no se desenvuelve, como el político, se le cobra un “derecho de piso” que se refleja en hostigamiento o acoso por parte de los hombres.
Explicó que esta invisibilización proviene de un sistema del cual se adoptan prácticas culturales, y a partir de allí hombres y mujeres encarnan el machismo y alimentan al patriarcado.
La catedrática enfatizó que no hay felicitación que valga para un 8 de marzo, ya que aún hace falta mucha lucha para lograr la igualdad entre mujeres y hombres.
UV/Carlos Hugo Hermida Rosales