Durante los casi 140 millones de años que los dinosaurios se pasearon por el planeta Tierra, fueron muchas las especies que convivieron. Sin embargo, si hay una que a todos nos viene a la mente al pensar en ellos es el Tyrannosaurus rex, ese feroz animal de grandes dimensiones, que causaría el terror allá donde fuera.
Sin embargo, no siempre fue así. No siempre fue el “rey de los dinosaurios”, ni tampoco tuvo ese tamaño colosal. Buen ejemplo de ello es Moros intrepidus, el pequeño tiranosaurio que acaba de ser descubierto por un equipo de científicos de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, cuyos resultados se han publicado hoy en Communications Biology.
La pieza que faltaba
Se sabe que durante el Jurásico, aproximadamente hace 150 millones de años, vivían en América del Norte algunos tiranosaurios de tamaño mediano. Los siguientes registros fósiles de los que hay constancia son del Cretácico, hace 81 millones de años, cuando ya tenían el tamaño colosal que Spielberg retrató en su Parque Jurásico. ¿Pero qué pasó en todo ese tiempo?
Esta pregunta ha sido un misterio hasta ahora, pues acaba de encontrar respuesta gracias al hallazgo de un tiranosaurio muy peculiar. Morus intrepidus vivió en lo que hoy es Utah, hace aproximadamente 96 millones de años. El ejemplar cuyos huesos han sido hallados medía aproximadamente un metro desde la cadera, lo mismo que un ciervo mulo. Podría ser que esas dimensiones se hubiesen correspondido con un animal joven, pero sus descubridores, dirigidos por la paleontóloga Lindsay Zanno, calculan que tenía unos 7 años cuando murió y que ya había terminado prácticamente de crecer por completo.
Es fácil imaginarlo como un animal pequeñito e inofensivo. Sin embargo, su constitución indica que se trataba de un dinosaurio ligero y excepcionalmente rápido, algo que, junto a las elevadas capacidades sensoriales que después heredarían sus gigantes descendientes, los convertiría en magníficos depredadores.
El equipo de Zanno cree también que tenía todas las cualidades para adaptarse al calentamiento y el aumento del nivel del mar que empezaba a aparecer en su entorno. Y debió hacerlo bien, pues en menos de 15 millones de años ya se había convertido en el “rey de los dinosaurios”, superando a otros, como el alosaurio, que ya estaba en la parte superior de la cadena alimentaria al principio de su evolución. Puede parecer poco tiempo, pero en la carrera evolutiva es un periodo bastante corto.
Finalmente, este hallazgo ha servido para aclarar el origen de los tiranosaurios en Norteamérica, ya que los antepasados más emparentados con Moros intrepidus de los que se han encontrado restos proceden de Asia. Esto indica que para que el gran Tyrannosaurus rex hiciera temblar el suelo norteamericano, antepasados mucho más pequeños tuvieron que viajar hasta allí desde Asia, cuando los continentes eran uno solo.
Y es que, al menos en el mundo de los dinosaurios, para llegar a ser el rey había que empezar desde abajo.
Con información de ALT1040