Miércoles por la noche y jueves por la mañana, circuló en redes sociales un audio donde el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, estaría pidiendo acelerar la elección de los nuevos magistrados ante el inminente juicio político contra el Fiscal Jorge Winckler.

Entrevistado por un portal de noticias, el gobernador dijo que no violó ninguna ley. Y en lo personal no escuché nada anómalo en la grabación. Lo que sí debería hacer es investigar quién le “alambreó” el teléfono. Y si busca entre los esbirros de Miguel Ángel Yunes sin duda dará en el clavo.

Horas después y al referirse al tema, el presidente del Congreso local José Manuel Pozos Castro, sugirió que podría haber insidiosos y pérfidos al interior del gobierno estatal, por lo que pidió una investigación.

“No todos los gobiernos están formados nada más por santos y querubines, desgraciadamente también se cuelga uno que otro demonio, y no descarto la posibilidad de que exista algo que se llama deslealtad y traición”, dijo quien ha hecho de ambas felonías una forma de vida.

“Se debe investigar para saber quién lleva bien puesta la camiseta y quién no. Yo siempre he sudado la camiseta con responsabilidad, con ética y con cariño a Veracruz”, añadió Pozos Castro en una oración de 29 palabras plagada de falacia pura.

Y para quienes desconocen su servilismo y manera de reptar dejó esta perla: “Con mis modestos cuarenta años de experiencia haciendo política, estoy convencidísimo que tenemos un gobernador que está actuando de buena fe; Cuitláhuac García es uno de los mejores gobernadores”.

Imposible más indignidad en un sujeto que es humilde y servil con los de arriba y soberbio con los que siente que no son de su estatura.

Ese es el estilo de Pozos Castro: lamer suelas, hacer genuflexiones, ponerse de tapete y dejar que quienes detentan el poder pasen por encima de su grasosa humanidad.

Los tuxpeños (que lo conocen muy bien y lo detestan) lo han acusado de mitotero, mentiroso, leguleyo, arribista, prepotente, oportunista, farsante, barbero, lambiscón y traidor. Y no se sabe de una vez, una sola, que el diputado haya refutado al menos uno de esos epítetos.

Pozos Castro conoce muy bien la traición porque forma parte de su naturaleza. Pero desbarra al hablar de ética. No puede ser leal a sus principios ni presumir de ético quien ha brincado del PRI al PAN, del PAN al PVEM, del PVEM al PT y del PT a Morena.

“Si hay justicia en este estado, Pozos Castro será en unos años candidato a Pacho Viejo porque honrado no es. Al tipo le gusta la lana y no le importa si es mal habida”, me dijo un amigo tuxpeño.

“Mientras esto sucede José Manuel buscará la alcaldía de Tuxpan (de donde no es oriundo) o la diputación federal por ese distrito. Y las buscará a su estilo: haciendo sumisas reverencias, lambisconeando y tirándose al suelo para que lo pisen”, sentenció ese tuxpeño.

La vulgaridad y prepotencia también forman parte de su naturaleza.

El jueves anterior en el Congreso, un periodista que asistió a la sesión me hizo una observación. “No deja de ser incongruente que nadie pueda entrar con alimentos a este recinto porque no está permitido, lo que me parece muy bien. Pero checa al presidente del Congreso”, me dijo. Y en efecto, vi a Pozos Castro en el acto zamparse un enorme bocado mientras presidía la sesión y luego otro… y otro… y otro.

“Si -dije- está comiendo”. Pero mi compañero me corrigió: “No, no está comiendo, está tragando el cabrón”.

Y ni cómo rebatirle. Así es José Manuel.

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