Andrés Manuel, Cuitláhuac y otros militantes y activistas de MORENA, se han convertido por decisión y elección popular en gobernantes, en servidores públicos electos.
Esto es, sin duda, privilegio y a la vez responsabilidad, que debe reflejarse en resultados tangibles y medibles. Ciudadanos y sociedad así lo exigen y esperan.
La orientación o rumbo, en los agitados mares de la transformación, también se han establecido.
Ha llegado la hora de lograr la transformación decidida y apoyada democráticamente por la voluntad popular; tiempos de pasar del decir al hacer, de convertir dichos en hechos.
Para empezar, siempre oportuno insistir y precisar, que el cambio no es automático, divino o milagroso. Tampoco debe ser simulado, ni manipulado para seguir igual o peor. No es labor de superhéroes, ni de llaneros solitarios. En una democracia es siempre, responsabilidad del origen y destino de la representación pública y el poder gubernamental: es deber ciudadano y social, gobernar al gobierno.
No está por demás recordar brevemente, que en términos generales, para emprender y convocar, involucrar e incorporar a este gran esfuerzo, es conveniente tener presente, cuando menos, los siguientes puntos:
1.-Saber del tamaño del daño, pérdidas, sacrificios y retrocesos ocasionados, padecidos y presentes, para erradicarlos, disminuirlos y evitarlos, así como identificar responsables, cómplices y causantes.
2.-Precisar qué hacer y lograr, viabilidad de objetivos y metas, para coordinar y orientar esfuerzos y recursos.
3.-Señalar por qué y a quienes se pretende atender, rescatar y favorecer, en general y prioritariamente.
4.-Determinar cómo y con qué se intenta llevarlo a cabo.
5.- Seleccionar qué formas de dirección y administración, seguimiento y control, se utilizarán.
6.- Cumplir con transparencia y acceso a la información; rendición de cuentas y fiscalización institucional, ineludibles y obligatorias, a todo servidor público.
7.- Definir cómo se va a impulsar y fortalecer la participación y evaluación social, que tienen garantizar, obligatoriamente y sin excepción, todo gobernante y funcionario público.
Importante estar activos, atentos y participantes, en muchos de los aspectos que respecto a estos puntos, han empezado a concretar y hacer realidad, los nuevos gobiernos. Cambiar para mejorar, es compromiso general, no es solo responsabilidad de gobernantes y servidores públicos, lo es también de todo ciudadano y de la sociedad.
Transformación, del decir al hacer y lograr
Tiempo al tiempo. La oportunidad de cambiar apenas empieza, y ya se comprueba que en muchos aspectos, la tormenta, la situación está peor de lo que se sabía y creía. Lo cual identificado y asociado con sus responsables, autores y colaboradores, explica en parte algunas oposiciones y resistencias al cambio.
A casi cincuenta días del nuevo gobierno, tanto federal como estatal, se acumulan informaciones y análisis, opiniones y expectativas de todo tipo.
De ahí que, en principio, frente a un cambio de esta naturaleza, no hay que olvidar, que es normal que abunden exigencias, expectativas, y justificados reclamos. Sobre todo, de los millones y millones de excluidos generación tras generación, de los numerosos sacrificados y atrapados en pobreza, hambre, marginación e inseguridad. Es de responsabilidad y justicia, no olvidar a los olvidados y marginados. Solidaridad y apoyo, están decididos.
Hay y habrá obstáculos, ya que algunos son y serán afectados en sus beneficios y ventajas. Así, entre sus primeras acciones, se movilizan, manifiestan y cuestionan, forma y fondo, defectos y alcances del iniciado cambio; incluso, en muchos casos, exagerando y distorsionando situaciones y aspectos, que fácilmente se convierten, en noticia o escándalo público.
En todo caso, bien por vitalizar participación ciudadana y social, en la pluralidad. Que bueno, que se ejerzan libertades y derechos, para expresar acuerdos y desacuerdos, para apoyar o disentir. Lo importante es involucrase, lograr consensos, conjuntar esfuerzos y avanzar, en todo lo que se tiene que cambiar; y, desde luego, reconocer y fortalecer lo que debe permanecer y mejorar.
Por lo pronto frente al respaldo y la aprobación mayoritaria, de lo que se hace y propone hacer, también hay expresiones en contra y actitudes de cuestionamiento permanente, a estos nuevos gobiernos. Algunas fundadas y otras inventadas y hasta exageradas. Sobre todo en contextos económicos y financieros, nacional e internacional, en muchos aspectos inestables, desfavorables o adversos.
Las presiones de las crisis heredadas siguen presentes: crecimiento económico bajo, nulo o recesivo, a todas luces insuficiente; persistente desempleo y subempleo, bajos sueldos y pocas o nulas prestaciones; insistentes presiones inflacionarias, que ocasionan pérdidas de capacidad de compra y acentúan pobreza y hambre; ineficiencia y delincuencia gubernamental, con gobiernos sin control, mal administrados, sobre endeudados y afectados por corrupción y delincuencia; inseguridad y violencia, con cada vez más miles y miles de delitos de todo tipo, sobresaliendo homicidios y desapariciones forzadas.
Con gobiernos y sus instituciones debilitadas; con empresas públicas, saqueadas y quebradas. Como PEMEX, que ahora resulta ser, una de las petroleras, más endeudada y saqueada del mundo. Y que, evidentemente, exige cambios de fondo en su organización y operación, para asegurar su buena administración, productividad y eficiencia.
Dígase lo que se diga, hoy por hoy, ante la premeditada pérdida de capacidad de refinación y distribución propia, se requiere abasto suficiente y oportuno de combustibles fósiles, que en el caso de la gasolina, hay que importar casi el 70 % del consumo nacional.
En fin. Imposible ignorar y desatender el presente; y también no prever, que dichos combustibles, están siendo sustituidos, por otras energías alternativas, que se abaratan y hacen presentes, con gran rapidez deformando y transformando este importante mercado.
Fortalecimiento legal e institucional.
Lo que es cierto y comprobable es que el costoso aparato político y gubernamental, debe funcionar bien y a tiempo. Improcedente que sea o pretenda convertírsele, en parte de solución o remedio, con tantas deficiencias, incapacidades y carencias.
Desde luego que el comportamiento personal es vital, pero también, al mismo tiempo, es imprescindible revitalizar los sistemas institucionales, su estructura, atribuciones y funcionamiento, apegados a leyes que se cumplan y hagan cumplir.
Urge mejorar y asegurar capacidad de respuesta y buen desempeño, erradicar simulación, corrupción e impunidad. Simplemente, fortalecer Estado de Derecho.
-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelArias