Porque el azar determina muchos de nuestros pasos, la cantante finlandesa Dea Juris visitó Xalapa dos veces este año, vino en marzo solo de visita y volvió a finales de noviembre para presentarse ante esta ciudad tan musical como obrera del arte de los sonidos y los silencios.
A raíz de esta segunda visita comenté que Dea es «demasiado escandalosa para vivir en Finlandia pero demasiado silente para vivir en Nueva York», esto se debe a que es hija de siria y ecuatoriano, pero nació en Helsinki. Esta condición la llevó a la ciudad de los rascacielos, donde conoció a Jatziri Gallegos sin tener la menor idea que ese encuentro la llevaría a realizar uno de sus dos sueños, conocer México (el otro es viajar a la India).
Xalapa, entre otras cosas, la devolvió al jazz, territorio que no había abandonado del todo pero del que se había distanciado para dedicar sus energías a su proyecto de electro pop. El encuentro con los jazzuveros la motivó tanto que regresó a Nueva York con ganas de componer y tocar más cosas de jazz. Aunque su visita fue breve, tuve tiempo de platicar con ella.

Alcanzar el viento

Habíamos aprendido de los pájaros
que la libertad no existe.
Y sin embargo intentábamos
alcanzar el viento.
(Pentti Saarikoski)

Yo nací en Helsinki, capital de Finlandia, tengo una familia llena de músicos y en mi casa siempre escuchamos música. Mis dos padres son pianistas clásicos, mi hermano también es músico, toca piano y cuando estaba chico, estaba obsesionado con la ópera, entonces escuchábamos mucha ópera. Mi mamá es de Siria y siempre quería saber más no solamente de música clásica sino también también otros géneros, con ella escuchábamos música árabe tradicional pero también música popular como Fairuz, también escuchábamos a Stevie Wonder. Sí fue una casa de artistas. Mi papá es de Ecuador y viajamos mucho a los países de mis padres. Mis abuelos de Siria también fueron músicos y mi mamá siempre fue a tocar allá y nos llevó a mi hermano y a mí.
Yo pensaba yo quiero hacer otra cosa, no quiero hacer música, quiero ser bailarina. Empecé a bailar ballet y muchas otras cosas como flamenco, pero mi papá sí quería que tomara clases de piano, lo hice pero no me gustaba y nunca quería practicar. A los 14 o 15 años tuve una lesión y empecé a hacer terapia física, no podía bailar y pensaba ahora tengo que decidir qué voy a hacer, ¿voy a dedicarme a mejorarme y todavía a bailar o hago otra cosa?, y empecé a tomar clases de canto con una maestra que me causó mucho impacto, ella me mostró el jazz, claro que yo sabía un poquito, conocía a Ella Fitzgerald y a Sarah Vaughan, pero con ella aprendí más y empecé a improvisar. Esa maestra me ayudó mucho porque fue un tiempo en el que yo decía ¿soy soy bailarina, soy cantante, soy músico? y después de estar con ella cambié totalmente mi identidad y dije yo soy cantante y voy a vivir de esta manera.
Mi personalidad es un poquito extraña para los finlandeses —y mi familia también—, hablo mucho y tengo mucha emoción, y para los finlandeses eso es raro, claro, estoy haciendo un estereotipo, no todos son así pero la cultura en general es más tranquila, tímida y pensé creo que no puedo vivir aquí, tengo que salir, y en mi familia es tradición ir fuera de su país, entonces pensé si quiero estudiar jazz seriamente y vivir fuera de Finlandia, me voy a ir a Nueva York, y mi papá me dijo ok, si quieres estudiar jazz, estoy de acuerdo en que vayas a estudiar a Estados Unidos, vivas un tiempo allá, toques y veas de qué se trata.

La ruptura

Y ahora se hunden las colinas
en el crepúsculo]
a mil kilómetros,
las agujas de pino recortan
el paisaje].
Nada se mueve, el aire se afina,
listo para la ruptura.
(Jukka Koskelainen)

Me fui a Nueva York en 2010 y claro que fue muy emocionante pero también fue difícil, con el tiempo empecé a ver a mi país con otros ojos, a darme cuenta de todas las cosas buenas que hay allá: seguridad, cultura, apoyo financiero para todos, financiamiento para la salud, educación, todo; en Estados Unidos es diferente. Yo fui muy privilegiada, tuve una beca de la universidad para ir a Nueva York y también tuve apoyo financiero del gobierno de Finlandia.
Me gradué de The New School for Jazz & Contemporary Music en 2014 y empecé a trabajar con mi productor, Emiliano Flowerman, es americano pero también tiene raíces mexicanas. Empezamos a hacer música electro pop y yo no sabía si también quería seguir haciendo jazz, ahora sí tengo claro que siempre voy a tratar de balancear ambos géneros.

Continúas el juego

Nadie te había advertido que este baile
podría durar tanto, tú has entrado como
para participar
en un juego que se puede dejar para
volver a casa a comer o a dormir cuando llega la noche
y la noche llega, pero las manos que te agarran
te mantienen en el corro, no te sueltan,
después de un discreto intento te rindes,
continúas el juego, sigues sonriendo.
(Pentti Saaritsa)

Luego, no estaba muy segura si quería hacer una maestría, pero después de pensar mucho dije si quiero estar en los Estados Unidos, la mejor opción es extender la visa de estudiante, porque tal vez todavía no puedo obtener la visa de artista. El apoyo de mi mamá, para mí, es increíble, yo no quería regresar a Finlandia y ella me dijo si regresas, te vas a divertir tres, seis meses, va a ser muy lindo porque vas a estar con tus amigas, con tu familia, pero luego te vas a aburrir. Creo que tenía razón porque claro que amo a mi gente, pero es un país pequeño, la gente es un poco cerrada y no hay tanta libertad de hacer lo que quieras con tu música, a los finlandeses les gusta poner los géneros en cajas, etiquetarlos, y yo no puedo vivir así. Estoy muy agradecida con mi mamá porque ella siempre me empujó, siempre me dijo ok, vas a vivir en Nueva York y vas a hacer tu música allá, y luego, si en dos años todavía dices quiero regresar, pues regresas a Finlandia.
Yo amo la vida Nueva York pero también la odio (risas), hay cosas maravillosas: la música, la cultura, el arte, mis amigas, tocar y tener la libertad de explorar. Allá tengo gente con la que me gusta tocar, me gusta componer y hacer música, pero es una ciudad difícil, te cansas mucho solamente en tu vida diaria y tienes que cuidarte emocionalmente, cuidar tu mente, tu espíritu, tu cuerpo porque es desgastante y no es para todos, todavía no sé si quiero quedarme allá pero tampoco sé si quiero regresar a Finlandia, claro que siempre extraño a mi familia, pero soy muy afortunada porque puedo viajar una o dos veces al año, entonces tengo una vida bastante privilegiada.
Entré a estudiar una maestría en Aaron Copland School of Music, en Queens College, y tuve profesores increíbles, fueron los años más increíbles de mi vida y mucho fue por los profesores y por compañeros como Jatziri [Gallegos]. Estábamos en la edad en la que la confianza y la identidad eran más fuertes comparadas con la licenciatura, fue un tiempo de mucho aprendizaje, yo pienso que fueron los dos años que más crecí como músico. En estos años también empecé a componer más música popular para mi proyecto electro pop y fue interesante porque mi productor no estaba conmigo en la maestría pero trabajábamos mucho, es como un hermano para mí y él vio cómo mejoré y cómo crecí, cómo mi música fue tomando más confianza y fue interesante que él pudiera ver lo que yo sentía.

(CONTINÚA)

 

SEGUNDA PARTE: Días de vino y rolas
TERCERA PARTE: Sueño de albor y azahar

 

 

CONTACTO EN FACEBOOK        CONTACTO EN G+        CONTACTO EN TWITTER