Como ofrecí ayer (ver: Respuesta a Adolfo Álvarez sobre el Atlas del Jazz en México), publico la parte de la entrevista que me hizo Antonio Malacara —y que forma parte del Atlas del Jazz en México— en la que hablo del desarrollo que ha tenido el jazz en esta ciudad.
El jazz en Xalapa
No hay algo así muy preciso para saber cómo llegó el jazz a Xalapa. Guillermo Cuevas empezó con esto ahí por los años sesenta, setenta. Se dieron varios factores. La Orquesta Sinfónica siempre se ha nutrido de músicos extranjeros, quienes de alguna manera traían novedades musicales de otras latitudes.
No sé cómo supo Memo Cuevas que existía el jazz, pero empezó a interesarse, y con músicos de la sinfónica y con músicos aficionados a los que también les gustaba el jazz, empezaron a reunirse, a ensayar y formar un primer grupo, que se llamó ThNB.
Después lo invitaron a participar en un Congreso Internacional de Escuelas de Arquitectura, y para ir a ese encuentro formó un septeto, que llamó como el cuento de Borges Tlön, Uqbar, Orbis Tertius; era sólo para ese congreso, pero siguieron tocando, el grupo fue evolucionando, terminó en cuarteto… y finalmente se integró a la Universidad Veracruzana ya como Orbis Tertius.
Antes de eso, me dice Memo que hay noticias, pero nada más de oídas, que por los años treinta hubo por ahí un grupo de dixieland, con músicos de la Banda del Estado; pero yo no tengo mayor información, no hay nada documentado.
Lo más representativo del jazz en Veracruz sin duda es el decano Orbius Tertius, tal vez es uno de los grupos de jazz más longevos a nivel nacional. El movimiento fuerte (de jazz veracruzano) ha sido siempre en Xalapa. Los mismos músicos de Orbis y algunos otros, formaron algunos grupos en los años setenta… Mefistófeles… varios más, primero sobre todo con influencias del jazz-rock, el funky, la música de la época.
Y ya en los años ochenta empezaron a llegar a Xalapa… percusionistas como Taumbú y Zimbo Abuba, y se empezó a armar un movimiento afro muy fuerte en la música y en la danza. Así se formó un taller con el percusionista Javier Cabrera y otra gente. Llegó una buena bailarina, Estela Lucio, y muchos grupos empezaron a sonar con este estilo afro.
Por otro lado estaba la corriente funky, con Lucio Sánchez y otros más. Por otro, Sergio Martínez se metió mucho al latin jazz. Se generó todo un movimiento en los años ochenta con grupos de éstos que viven poco. Franco Bonzagni, un saxofonista italiano que llegó a Xalapa para integrarse a la Orquesta de Cámara de la Universidad Veracruzana, pero después se pasó al Orbis, también tuvo proyectos interesantes por aquí. Él con algo más contemporáneo, más free… más europeo al fin; pero también traía música italiana tradicional que fusionaba con el jazz. También estaba Adolfo Álvarez que siempre ha sido una especie de guardián del jazz de la main stream.
Todas estas corrientes fueron haciendo una amalgama interesante en Xalapa, desde los setenta hasta la fecha. Ahora más bien los grupos están saliendo de Jazzuv, ya son más académicos, suenan distinto.
Están también los músicos como Ángel Luis Guerrero, bajista, e igualmente la Orquesta de Música Popular, que tuvo su influencia en el jazz desde el maestro Mateo Oliva, que fue el fundador, y luego la dirigió Popo Sánchez. Él llamó varias veces a Víctor Mendoza como director invitado y por ahí llegó también Leo Corona. Y con todos estos músicos de la orquesta se armó otra vertiente que también fue nutriendo el jazz. Salían de ahí y formaban sus propios grupos.
Ángel Luis tiene su propio grupo desde hace muchos años, y también su propia escuela de jazz, que se llama Enlace, donde está formando sobre todo a chavitos. Él no quería hacerlo de esa manera, pero empezaron a llegar muchos chavitos y él los prepara para que después entren a Jazzuv.
Como en todas partes, la bronca del jazz en Xalapa es la falta de lugares. Nunca ha habido un lugar especializado en jazz. Pero La Tasca es un lugar muy viejo, está aquí desde los años setenta; y también está La Ermita; siempre ha habido lugares, pero pues sólo a veces programan jazz, los grupos van a cóver y siempre es el mismo dilema: si pones el cóver alto no entra mucha gente y entonces se tiene que abaratar, y los músicos sólo se llevan el 80% de las entradas, que es muy poco. Todo esto que ya sabemos.
A pesar de ello el movimiento es muy fuerte. Aquí puedes escuchar jazz muchos días a la semana, desde los grupos de chavitos con poca experiencia hasta los músicos más experimentados, por ahí, en lugarcitos. Pero sí, siempre hay.
Y están los cursos, los seminarios como el que se llamaba Jazz Fest. Lo llevaba Javier Flores-Mavil, que fue a Berklee a hacer una maestría. Estando allá descubrió que Berklee promovía seminarios en todo el mundo, y que en México no había. Entonces él hizo todas las gestiones para que la Universidad Veracruzana hiciera un convenio. Y se hicieron varios seminarios aquí, que eran de verano.
Se terminaron por broncas con las lanas. Finalmente Javier no siguió trabajando con la Universidad, sino que hizo una fundación propia, la Fundación Jazz Fest, y después ya lo vendía como producto; empezó a ofrecerlo en muchos lados, lo vendió en Puebla, después en Guatemala. Luego él me dijo que dejó de ser viable, porque era mucha lana y nadie lo quería financiar. Luego vino Jazzuv.
Esto de los cursos ha evolucionado también. Al principio sólo se tocaba… se sacaban los temas sólo escuchando discos; no había nada académico, no había talleres ni nada. El primero que hizo un taller de jazz en forma fue Franco Bonzagni. Después fueron Carlos Tercero y Alejandro Corona, no sé en qué orden, hicieron algo también en la Facultad de Música. Formaron a mucha gente. Alejandro formó a Édgar Dorantes, por ejemplo, también a Aleph Castañeda y a otros muchos que ahora están en Jazzuv; toda una generación. Después vinieron los seminarios de Berklee y algunos cursos aislados, como el de Eugenio Toussaint. Ya después, por iniciativa de Édgar Dorantes, se fundó Jazzuv en la Universidad Veracruzana.
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