Con la ponencia “El fosfito como bioestimulante innovador en la producción de cultivos”, a cargo de Libia Trejo Téllez, académica del Colegio de Posgraduados y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), inició el Foro “Agricultura y ciencia. Retos y perspectivas” en la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI), el viernes 9 de noviembre.

La ponente explicó a los universitarios que hay un gran potencial de investigación en el estudio del fosfito que ha demostrado generar resultados en el crecimiento de cultivos como las fresas, aunque advirtió que no puede ser considerado como un fertilizante, sino como un bioestimulante, al incidir en el crecimiento de las plantas, además de ser un bactericida y fungicida.

“El fosfito se halla de manera natural en el suelo y lo encontramos formando enlaces con carbono y con algunos otros elementos, principalmente metálicos como el fosfito de potasio y el fosfito de sodio”, dijo.

En el sistema suelo, el fosfito es más móvil que el fosfato, los sistemas de absorción lo retienen más rápido y con mayor eficiencia y velocidad a través de las enzimas de las plantas, apuntó.

“Además de ser un bioestimulante, el fosfito es un bactericida y fungicida”, y agregó que “tenemos mucha información sobre distintas especies”.

Su investigación comenzó por casualidad cuando trabajaban con cultivos de guayaba en Michoacán y conocieron a los productores de fresas; “en los ratos libres, platicando con los freseros me comentaban de sus sistemas de producción y que usaban como medida preventiva el fosfito de potasio para prevenir enfermedades”.

Al indagar sobre las implicaciones en el rendimiento y la calidad de las fresas, decidieron evaluar la calidad del cultivo y encontraron tendencias cuando se incrementaba la presencia del fosfito en la solución nutritiva.

Las plantas mostraron más hojas aunque el fosfito en alta concentración ocasionaba menor firmeza en los frutos; además permite mayor vida de anaquel para el producto, lo que significa también mayor posibilidad de competir en el mercado.

En la actualidad “no existe una empresa comercializadora que no tenga un producto que contenga fosfito, ya sea como fosfonato de potasio o fosfonato de aluminio, y lo interesante está en cómo lo etiquetan. Por un lado, están los fungicidas; por otro, el fosfito aparece como nutriente y bioestimulante, lo cual no puede ser. O es nutriente o es bioestimulante, incluso fertilizante foliar, que es una etiqueta incorrecta”.

Recalcó que se puede utilizar el fosfito siempre y cuando no se considere un fertilizante; por otro lado, permite mejoras en la calidad y el rendimiento en especies como la fresa.

Libia Trejo concluyó que el “fosfito es un bioestimulante de naturaleza diversa que tiene efectos positivos sobre el crecimiento, el desarrollo y el metabolismo, además se considera como emergente y del cual falta mucho por conocer”.

Al inaugurar formalmente el evento, Dora Trejo Aguilar, investigadora y académica de la Facultad de Ciencias Agrícolas, hizo una breve introducción y comentó sobre los orígenes de la agricultura.

“El hombre fue capaz de seleccionar la semilla y crear nuevas especies que actualmente están domesticadas y que han servido como cultivo y para el establecimiento de grandes civilizaciones”, comentó.

Una segunda etapa importante de la agricultura se le conoce como la “revolución verde”, cuando hubo un incremento sustancial en la productividad agrícola en muchos países que inició en la década de los años cuarenta del siglo pasado, teniendo como precursor a Norman Borlaug, quien incluso vino a México en 1944 para elaborar programas de mejoramiento del trigo.

“A partir del conocimiento generado en nuestro país, mucha de su información fue transferida hacia otros países y ayudó a salvar muchas vidas”, agregó.

Trejo Aguilar planteó que los retos actuales para la agricultura son lograr una producción suficiente que cuide el ambiente, una disminución en los costos de producción y el uso adecuado de los recursos naturales.

David Sandoval Rodríguez/Prensa UV