Tres universitarios recibirán mañana los Premios Nacionales de Ciencias, y de Artes y Literatura 2018: Mónica Clapp, del Instituto de Matemáticas, en ciencias físico-matemáticas y naturales; Ricardo Chicurel, del Instituto de Ingeniería, en tecnología, innovación y diseño, y Angelina Muñiz-Huberman, de Filosofía y Letras, en lingüística y literatura.
Matemáticas de alto nivel
Nada está calculado frente a ella. Su propia teoría se vuelve praxis y lo demuestra: “Las matemáticas son algo que nos permite tener nuestra mente y razonamiento en forma. Son tan importantes porque nos enseñan a pensar y a aprender a hacerlo, es decir, a resolver problemas, plantearlos de manera adecuada y verlos sólo en su esencia”.
Mónica Alicia Clapp Jiménez, investigadora del Instituto de Matemáticas, mereció el Premio Nacional de Ciencias en la categoría de ciencias físico-matemáticas y naturales, “por su sobresaliente aportación en los campos de ecuaciones diferenciales parciales no lineales, los métodos variacionales y topológicos en análisis no lineal, así como la topología algebraica”.
¿Por qué es importante esto? “Porque las matemáticas son algo intrínsecamente humano, es la manera en cómo nos comunicamos con nuestro entorno, con la naturaleza, además, está todo lo que son las aplicaciones de esta ciencia. ¿Se imaginan a dónde iríamos si no tuviéramos computadoras?”
Por ello, afirmó, en México se hacen matemáticas de altísimo nivel, los matemáticos nacionales son reconocidos en las comunidades de la especialidad de todo el orbe, no sólo los de la UNAM. “De eso es de lo que se habla poco: de la capacidad que tenemos en México de incidir en esta ciencia”.
Contó: “A mí la vida me fue llevando por caminos muy particulares, y empecé a abordar la teoría de puntos críticos, a resolver estructuras de minimización. Actualmente trabajo con cierto tipo de ecuaciones que vienen de la geometría diferencial, estas ecuaciones son muy lindas porque tienen un montón de geometría en su interior”.
En general hay pocas mujeres matemáticas, “porque hemos tenido acceso a la ciencia muy recientemente, pero cada día somos más», consideró.
La ganadora del Premio 2006 a la investigación en grupo del Ministerio de Ciencia y Educación Superior de Polonia, y la distinción Fellow of the American Mathematical Society Inaugural Class 2013, dijo que el prejuicio y el temor a las matemáticas tiene mucho que ver con la manera en que se enseñan, el modo es lo que las vuelve algo “tedioso, árido, y muy poco interesante, porque son mucho más que eso”.
Para darle la noticia del premio, la llamó el secretario de Educación Pública, porque no usa redes sociales, sólo WhatsApp, y eso porque la obligó el sismo del año pasado, era la única forma de comunicación.
– ¿Se puede cuantificar el amor por la Universidad?
– ¡Ufff!, en mi caso no, es inmenso. Es mi casa, mi familia, lo máximo.
Impulso a la innovación
Para los ganadores del Premio Nacional de Ciencias, la edad es una ventaja, aseveró Ricardo Chicurel Uziel, galardonado este año en tecnología, innovación y diseño.
El especialista en mecánica y energía del Instituto de Ingeniería se incorporó a esta casa de estudios en 1970, donde ha fomentado la innovación en los jóvenes, impulsando la mejora de diseños y procesos existentes, labor que le ha valido la obtención de ocho patentes registradas en México y Estados Unidos.
Para hacer innovación, destacó, se debe tener confianza en uno mismo. “Siempre debes decirte: qué tengo yo de menos que un señor en Alemania o en Holanda u otro país. Tengo un cerebro y puedo pensar algo. Hay que eliminar las ideas de inferioridad que no tienen ningún sentido, ni una base biológica, ni nada. En todas partes hay personas que pueden ser creativas”.
El experto fue quien desarrolló los vehículos eléctricos de pasajeros VEUNAM y el Electrobús UNAM, que ofrece servicio en la Facultad de Química, donde puso en movimiento, literalmente, el sistema hidroneumático de recuperación de energía en el frenado.
El investigador “debe estar muy atento a escuchar los problemas de la gente y tratar de resolverlos. A veces puede uno entusiasmarse mucho con un concepto que se ve muy nuevo pero no encuentra a nadie que le interese, esto es frustrante”, comentó.
“La Universidad sigue siendo un lugar donde se puede pensar libremente y eso es lo más valioso de todo, además de que se puede encontrar el apoyo para hacerlo. En particular esta Universidad tiene gente muy creativa en cualquier área que pueda uno pensar, es de las más completas en cuanto a su radio de acción”, añadió el ganador del Premio Universidad Nacional 2013.
Actualmente, Chicurel Uziel desarrolla en el Instituto de Ingeniería un sistema para eliminar los engranes en un reductor cicloidal utilizando magnetos, los que permiten no sólo mejorar el sistema de frenado, sino además ofrecen un mayor impulso cuando se requiera, el que es posible sea aprovechado próximamente en un brazo mecánico que será montado en una expedición oceánica.
Escritora desde los nueve años
El 18 septiembre de 1946, Angelina Muñiz-Huberman (Hyéres, Francia, 29 de diciembre de 1936), escribió su primer cuento, al que le llamó La familia de los pajaritos. Ya a los nueve años tenía la idea de que un día sería escritora, y lo logró hasta hacerse merecedora del Premio Nacional de Artes y Literatura 2018.
Para ella, recibir esta distinción “es un gran honor, una gran alegría. Se siente uno muy feliz. Por otro lado te pone la disyuntiva de que no es un fin, sino un principio, y tienes que seguir mejorando, buscar nuevos caminos, escribir, y seguir adelante mientras la vida dure”.
Reconocida por sus investigaciones en literatura hispanohebrea medieval, novela neohistórica, estudios de la mística sefaradí en la literatura mexicana y por la creación del género de las seudomemorias, Angelina Muñiz-Huberman considera a la UNAM como “mi vida, desde que entré en 1955 a la Facultad de Filosofía y Letras, cuando casi se acababa de inaugurar Ciudad Universitaria. Es mi alma mater y todo se lo debo a ella. Aquí tuve profesores increíbles como Julio Torri, Agustín Yáñez, Luis Villoro, Ramón Xirau y Julio Jiménez Rueda”.
Ensayista, narradora y poeta, se naturalizó mexicana en 1954. Estudió los doctorados en Letras en la UNAM y en Lenguas Romances en la Universidad de Pennsylvania y la City University of New York; también realizó cursos de filología y literatura en El Colegio de México.
La autora de más de 30 libros, como Morada interior, El sefaradí romántico y Dulcinea encantada, recordó que su padre era periodista, en España, y su madre una gran lectora. “El ambiente que yo veía en mi casa era de lectura y escritura. Pertenezco al exilio español de 1939”.
Recién llegada a México, como a los 5 o 6 años, su madre le explicó su origen judío. Fue entonces que trató de indagar sobre ese pueblo y sus lecturas. Con el paso de los años “di clase sobre literatura hispano-hebrea medieval. Era una materia que no se impartía en la Facultad”.
La también ganadora de múltiples reconocimientos, como los premios Xavier Villaurrutia 1985 por Huerto cerrado, huerto sellado, y el Universidad Nacional en Creación Artística y Extensión de la Cultura en 2003, pidió a las personas que no leen que lo hagan, “porque es divertido, porque la lectura te abre mundos, puedes viajar, imaginar, y hasta ir a otro planeta, conocer la historia, la geografía y a ti mismo. La literatura es la vida misma, ¿cómo no va uno a leer?”