En palabras llanas, todos los gobiernos sin excepción se gastan el presupuesto del año en curso antes que de éste termine. Por eso, para pagar sueldos y prestaciones de fin de año, recurren al presupuesto del año siguiente.
Si un gobernador va a concluir cualquiera de sus primeros cinco años de gobierno y el secretario de Finanzas le dice que se acabó el dinero, el gobernador ordena pedir a la Federación “un adelanto” del presupuesto del siguiente año para cubrir las necesidades decembrinas. La Federación manda la lana y asunto arreglado.
Igual sucede cuando se acerca el cambio de poderes; el gobierno saliente pide un adelanto de las participaciones federales y con eso el gobernador entrante paga salarios, aguinaldos y todos contentos.
Reitero, así ha sido desde siempre; que no te quieran apantallar con otro rollo, lector.
Las cosas comenzaron a cuartearse a finales de octubre del 2016, cuando chachalacas auspiciadas por el gobernador electo Miguel Ángel Yunes Linares, echaron a correr el rumor de que no habría ni sueldos ni aguinaldos en diciembre. Y como estaba tomado el Palacio de Gobierno por decenas de alcaldes a los que Duarte había escamoteado las participaciones federales, el rumor fue creíble.
Pero a principios de noviembre, el gobernador interino Flavino Ríos Alvarado apaciguó las aguas al declarar que tanto las quincenas de ese mes, como las correspondientes a diciembre junto con el aguinaldo, estaban presupuestadas y no habría problema para pagarlas. Y así fue.
Con Yunes Linares las cosas son diferentes; dijo que no dejará dinero en caja para pagos decembrinos y que le hagan como quieran.
El gobernador argumentó que su mandato termina el último día de noviembre y no tiene porqué sudar calores ajenos. “Los ingresos son mensuales, las participaciones federales se reciben cada mes, los cobros que hace el gobierno son cada mes, entonces yo no puedo pagar lo de diciembre porque ya no seré gobernador en diciembre”.
Si Flavino hubiera hablado en ese tono hace dos años… uuuuta. Pero para él pudo más el derecho de los trabajadores que cualquier otra cosa.
Nada había en las arcas cuando recibió los pedazos de Veracruz, pero en los 48 días de su gobierno, se movió aquí y allá con tal de que los empleados estatales y municipales no se vieran afectados en sus ingresos por un desfalco que ellos no cometieron.
Flavino Ríos entendió que a pesar de que ya no gobernaría en diciembre del 2016, era su obligación dejar cubierta la nómina de ese mes junto con el aguinaldo. Y cumplió.
Con Yunes es diferente; a pesar de que el aguinaldo se aprobó en el presupuesto de este año, eso le importa pura corneta. No pagará.
El gobernador electo Cuitláhuac García, dijo que Yunes tiene la responsabilidad de dejar en caja lo correspondiente para cubrir las necesidades decembrinas (algo así como 10 mil millones de pesos), pero Yunes no dejará ni un clavo. Cuitláhuac amenazó con demandarlo para que responda por el faltante, pero Yunes Linares se ha pitorreado de la amenaza y no pagará. Dejará las arcas en un suspiro, igual que su antecesor Javier Duarte.
¿Entonces, quién cubrirá los pagos de diciembre?
Lo hará Cuitláhuac García con apoyo de la Federación porque no le va a quedar de otra.
Tiempo le sobrará al propio Cuitláhuac para llamar a cuentas a su antecesor y que éste le explique, entre otras cosas, dónde rayos quedaron los 10 mil millones de pesos que eran para el pago de sueldos y aguinaldos.
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