En 95 días, viaje sin retorno del gobierno de la promesa incumplida, al de la pérdida o retroceso evidentes.
Para la Historia, la caracterización del exagerado ofrecimiento y la costosa autopromoción, frente a la implacable realidad de ineficiencia y delincuencia gubernamental, caracterizada por el no supo y no pudo.
Hay que saber, para resolver. Imprescindible combatir opacidad y discrecionalidad, ocultamiento y manipulación, que son comprobadas formas de desinformación; así como falta de rendición de cuentas, fiscalización y evaluación social.
Ni con sentencias y recursos de ley, se mueven o conmueven, los empecinados, hasta el final, en no cumplir con su deber. En Veracruz, el derecho a saber es ignorado, violado, quebrantado o administrado a conveniencia, por cómplices y delincuentes.
Razón de más para seguir insistiendo y preguntar, lo que desde siempre se niegan a informar. ¿De qué tamaño es el daño recibido y cuál es ya, el acumulado por el gobierno actual? ¿A cuánto asciende el total-total de deuda pública estatal y municipal? ¿Dónde están los miles de millones de pesos presupuestados y desaparecidos? ¿Y los resultados de la entrega recepción? ¿Cuántos despedidos y nuevos contratados van? ¿Renovar o autorizar más concesiones y privatizaciones, para beneficiar a quienes? ¿Cuál es el costo de la reestructuración de la deuda? ¿Es obligatorio sostener a funcionarios ineptos o mediocres con ofensivos supe sueldos y beneficios especiales?
Pobre Veracruz. No se sabe lo que se tiene, ni lo que se debe; pero eso sí, se sabe bien que se tiene que pagar.
De mal en peor, administración y finanzas públicas, con mayor endeudamiento, debilitamiento institucional, corrupción en expansión, Justicia a modo y continuidad de impunidad.
Se acumulan evidencias de lo inútiles y limitados, caros e ineficientes que son SEFIPLAN, ORFIS, Contraloría General y otras dependencias cómplices y encubridoras.
El cacareado pero desfondado sistema de simulación anticorrupción estatal, ha nacido más muerto que un zombi o cadáver en movimiento. ¿Y cómo va?…bien gracias, sin pena ni gloria, ni prisa ni acierto, todo con cargo al presupuesto.
Es la hora de cambiar
Si queremos asegurar el presente y garantizar un futuro mejor, obligados a participar. Empiezan las acciones para organizar y realizar, esa transformación; hay que involucrarse activamente, de acuerdo a las ideas y propuestas propias, y a las libertades y derechos de cada quien.
Y, al mismo tiempo, nunca olvidar que continúan creciendo y complicándose los problemas económicos y financieros, así como los de desarrollo y bienestar social, en los determinantes, difíciles y complejos, contextos nacional y mundial.
Oportuno recordar al famoso José Ortega y Gasset, quien expresó en su obra Meditaciones del Quijote: «Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo».
Así que mutatis mutandis, hay que cambiar lo que se deba cambiar.
Universidad pública, origen y destino.
Innumerables temas y aspectos de la agenda del cambio, son de innegable importancia y trascendencia, interés y competencia de la Universidad pública, obligada siempre a no olvidar su origen y conformar congruentemente su destino: la sociedad que la sostiene y a la que se debe.
Prácticamente ningún tema o asunto le es ajeno, porque son parte del universo de atención, exploración o elucubración del pensamiento y conocimiento, del experimento y aplicación, del trabajo y creatividad universitaria, individual y colectiva.
Más allá de atender sus necesidades institucionales propias, es innegable que, como otras instituciones o dependencias públicas, no puede ni debe permanecer al margen de la dinámica que ha generado la agenda de cambio o transformación del nuevo gobierno, por demás respaldado ampliamente por la voluntad popular.
En todo caso, no se trata de imponer o controlar, ni simular o manipular, sino de abrir, promover y facilitar; fortalecer y garantizar siempre, participación libre y plural, para contribuir al esfuerzo que la convocatoria al cambio promueve.
Baste por ahora, citar solo un ejemplo, de muchos, posible de encontrar, atender y enfrentar.
Una vez más, se debe insistir, en cambiar el cuestionado e injusto enfoque, transformado en política educativa, que ha convertido a la Universidad pública, en fábrica de rechazados; en negación de garantía o falta de oportunidad, para ejercer el derecho a la educación que, por cierto, es un derecho de toda la vida. ¿Es esta la mejor vinculación que puede ofrecerse a la misma sociedad, a quienes sostienen y mantienen a la institución?
Casi siete de cada diez jóvenes, no tienen acceso a la educación superior. A “los ninis”, así denominados los jóvenes que ni estudian ni trabajan, se suman “los nonos”, aquellos que concluyen sus estudios y juntos, enfrentan como destino obligado el desempleo y subempleo, la informalidad y los bajos salarios e ingresos, con nulas o mínimas prestaciones.
Ineludible obligación del gobierno, garantizar el acceso a la educación.
El primer deber social, es defender y exigir las garantías necesarias, para el ejercicio pleno de los derechos propios y de los demás. Obligatorio reflexionar sobre estos y otros temas universitarios. Democratizar, transparentar, fiscalizar, evaluar…Continuaremos…
Ha sonado el despertador
El cambio ha empezado, afecta y afectará, innumerables temas y asuntos. Algunos inherentes a la educación y a las Universidades públicas tradicionales; muchas afectadas ya, por ineficiencia, corrupción y delincuencia.
Algunas incluso, en riesgo de caer o ya en quiebra, o sumidas en conflictos de todo tipo, incluida la administración de la mediocridad y repetición de lo mismo, instalada en su zona de confort de injustificados y exagerados sueldos, y otras ventajas del uso y abuso de sus limitados recursos públicos.
En fin. Tiempos de aprovechar pensamiento y conocimiento, experiencia y creatividad, iniciativa y acción, como herramientas fundamentales, para definir estilo de vida, tipo de sociedad y forma de gobierno; para mejorar y aumentar capacidad de adaptación y transformación, individual y social.
Ser o no ser ante el negado, escamoteado, minimizado, postergado pero inevitable cambio social, que pretende erradicar corrupción, delincuencia e impunidad; y también mediocridad y perversidad, ineptitud e ineficiencia de quienes dicen saber administrar, pero para su beneficio personal, familiar o de grupo.
-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH