Una de las incógnitas que persisten antes de la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador como presidente de México, es el futuro del Estado Mayor Presidencial, un organismo dedicado a la protección de la figura presidencial, a la asistencia y seguridad del primer mandatario, a la logística de su agenda. Personal conocido coloquialmente como guaruras, una figura necesaria en muchos sentidos para la protección de mandatarios mundiales pero que en nuestro país se opaca por los excesos, la prepotencia y el lujo abusivo.
Ese tema podría colocarse en el contexto estatal después de que Eric Cisneros, quien inminentemente será Secretario General de Gobierno estatal, dijera que los guaruras se acabaron para los funcionarios, además de otras afirmaciones que coinciden con la visión de gobierno de AMLO en la que los lujos de gobernadores, secretarios, subsecretarios, directores, se acabaron.
El tema de los guaruras, de lo que conocemos como «Ayudantía» tiene ya un rumbo con la llegada de Cuitláhuac García Jiménez al gobierno de Veracruz y con un encargado de política interna como Cisneros. No es algo trivial, se trata de establecer la mayor cercanía con la sociedad, de utilizar el recurso humano y financiero en materia de seguridad de la mejor manera.
Desde hace muchos años la modita de traer escoltas ha llegado hasta los funcionarios de medio pelo, a las concubinas de los mismos y hasta las y los hijos, en algunos casos necesario por la amenaza latente que enfrentan los pocos funcionarios que sirven a la sociedad combatiendo al crimen, pocos.
Pero en nuestro Veracruz la cosa ha ido mutando, el Estado Mayor sirve únicamente al presidente de México y los cuerpos de protección locales están formados por elementos de seguridad pública estatal, llámese IPAX, SSP, Ministerial, Fuerza Civil, dependiendo del ámbito de quien protegen.
No tenemos el dato preciso de cuándo se acuñó, cuándo se creó el concepto de la dichosa «Ayudantía», pero viene a nuestra mente desde el gobierno de Miguel Alemán Velasco; un grupo formado en su mayoría por elementos de la policía bancaria de aquel tiempo, hoy IPAX, tipos con una alta capacitación, que seguían manuales de protección de la reina de Inglaterra, adiestrados y actualizados en manejo de armas y operación de vehículos por cuerpos de seguridad como los de Israel, algo al nivel de don Miguelito y Doña Christian Magnani; escoltas de lujo para gober de lujo; en aquellos años ese grupo también servía para pasear y echar ojo a los invitados especiales del citado matrimonio, artistas, cantantes, amistades, todos ellos contaban con guardias y vehículos a disposición.
En el sexenio del Tío, Fidel Herrera, la cosa cambió en cierto sentido, ese gober de verdad era de a pie, tomaba taxi, era pueblo y con el pueblo se rodeaba, aunque discretamente lo vigilaban escoltas fuertemente armados pero guardando cierta discreción para no limitar el contacto entre la prole y el tío, abismal diferencia con el gobernador Alemán a quien no se le podía romper el círculo, todo era programado con exactitud de reloj suizo, avanzada, logística, tiempos, rutas, paradas, ajustes de tiempo.
Pero fue en el sexenio de Duarte que se dio una bizarra combinación entre el estilo de seguridad personal de los dos anteriores sexenios, la ayudantía servía para llevar y traer a Javidú, su señora, las primas de la señora, la encargada de Casa Veracruz para «hacer el super», las hijas los hijos, los corgies al veterinario; imaginen todo el cuadro y ahora multiplíquenlo por la mayoría de titulares de secretarías, un despliegue de polis comisionados gigantesco, un gasto enorme de gasolina, mantenimiento y compra de suburbans, casi como Javi Noble (en la versión pudiente). Tenemos anécdotas de coberturas de Cumbre Tajín en las que vimos, para no hacer el cuento largo, a los pobres guaruras encargarse de servir los drinks y pasar el perico, cuidar la fiesta, llevar al jefe o jefa hasta su destino de vuelta y ellos dispuestos a seguir la madriza al otro día tempranito.
En el minigobierno que se va la cosa también tiene sus detallitos, algo que un servidor ha podido atestiguar un par de veces en la conocida tienda para socios COSTCO es un despliegue de 15 agentes y 4 vehículos para cuidar al jefe y su familia, con armas largas, en una franca actitud amenazante, viendo a los clientes de pies a cabeza porque el miedo no anda en burro, no queremos decir nombres porque parece que la venganza es uno de sus grandes talentos pero les puedo asegurar que esos 15 escoltas podrían apoyar en la búsqueda de desaparecidos o ayudando a esclarecer delitos en el estado, con eso pueden inferir a quién andaban cuidando. En claro contraste, Miguel Angel Yunes es un tipo discreto en ese sentido, quizás tiene a los suficientes, no anda en un largo convoy, de los otros titulares de despacho ni hablamos, si el jefe no lo hace pues menos ellos.
Aunque algo hay que dejar claro, ese equipo de «Ayudantía» no ha desaparecido, incluso ellos mismos se reconocen como un equipo institucional, si color ni partido, y que fueron tratados como hijos de Duarte al comienzo del gobierno panyunista, quisieron correrlos, pero no; la base de ayudantía frente a Casa Veracruz todavía existe, incluso se instalaron nuevas cámaras en el primer perímetro de la vivienda, quien sabe para qué, recordemos que la propiedad no ha sido residencia de la familia Yunes pero sigue operando personal desde ahí. Es mas, el área sigue estando bajo ordenes del secretario de seguridad pública, en la estructura orgánica de la dependencia aparece apenas debajo del lugar que ocupa el titular, al lado del equipo de apoyo del secretario, por encima de areas tan importantes como la de operaciones. ¿Cuál es el objetivo de mantenerla?
Posiblemente estamos a punto de ver las últimas caravanas de troconas con tlacuachones enguayaberados, enpistolados, de lente obscuro y bota táctica, pero eso es lo de menos, lo importante es el fondo