Quienes conocen bien la trayectoria política del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares no se sorprendieron con la derrota electoral de su hijo Miguel Ángel Yunes Márquez. Y es que tienen bien registrado que desde que militaba en el PRI, el mandatario panista nunca supo operar con efectividad en situaciones electorales adversas. Solamente logró salir airoso en escenarios políticamente cómodos.

Y, en efecto, su historial así lo confirma. En la primera debacle priista de 1988, por ejemplo, perdió la elección como candidato a diputado federal en el trigésimo octavo distrito de la Ciudad de México ante la abanderada del PPS, Marcela Lombardo. Pero luego, en 1991, triunfó en el distrito rural de Huatusco, en un proceso electoral en el que el PRI arrasó en los 300 distritos electorales del país luego de la súbita recuperación del partido tricolor durante la primera mitad de la presidencia de Carlos Salinas de Gortari mediante la eficaz operación del Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol). Al año siguiente, en 1992, también salió airoso como presidente del CDE del PRI y coordinador de la campaña del candidato a gobernador Patricio Chirinos, pues el salinato todavía estaba en la plenitud del poder, lo que hizo que el senador Miguel Alemán Velasco  y el gobernador sustituto Dante Delgado se alinearan con la candidatura del desconocido ex titular de la SEDUE. Sin embargo, en 1997, cuando quiso ser candidato a la gubernatura, Yunes Linares, quien había saltado de la Secretaría de Gobierno a la dirigencia priista para operar la elección municipal, fue apabullado por sus adversarios internos que apoyaron a la oposición. Una historia muy similar a la ocurrida en los comicios del domingo pasado, en los que su primogénito y él no sólo fueron víctima de traiciones sino que tampoco supieron contener el “Efecto López Obrador” que ciertamente fue mucho más devastador que el de Cuauhtémoc Cárdenas 21 años atrás.

Pero en 2010, cuando contendió por primera vez como candidato del PAN al gobierno de Veracruz, Yunes tampoco supo imponerse a su némesis, el gobernador Fidel Herrera Beltrán, quien se dio el lujo de ponerle como contendiente a Javier Duarte de Ochoa, el regordete ex secretario de Finanzas y Planeación que apenas un año antes había sido postulado a la diputación federal por el distrito de Córdoba, su primer cargo de elección popular. En cambio Yunes, con más de tres décadas de trayectoria política, con todo el apoyo del presidente Felipe Calderón y una gran bolsa de recursos ahorrados durante su gestión como director general del ISSSTE, fue vencido por el bisoño político fidelista.

En 2016, paradójicamente, Duarte de Ochoa, con su desastroso gobierno y arrogancia, fue el principal factor para allanarle a Yunes Linares el camino a la gubernatura, misma que ahora el panista no pudo retener para su hijo pese a que echó mano de los recursos y del aparato del gobierno del estado para tratar de heredársela.

De seguro volverán a intentarlo en 2024. Pero ya serán otras circunstancias totalmente diferentes: sin el poder ni las arcas ni la estructura del gobierno estatal a su disposición.

Winckler: ¿Y la ‘cuñada’ cuándo?

En este proceso electoral hubo dos casos a los que la Fiscalía General del Estado (FGE) le dio gran resonancia mediática con el presumible propósito de sacarle raja electoral para favorecer la candidatura de Miguel Ángel Yunes Márquez, el derrotado hijo del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.

Uno fue el de Karime Macías Tubilla, la esposa del ex gobernador Javier Duarte, y el otro la de la ex Oficial Mayor de la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV), Carol Jessica Moreno Torres, pareja sentimental de Arturo López Obrador, hermano del Presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador.

Por ambas, la FGE, a cargo de Jorge Winckler Ortiz, solicitó a la Procuraduría General de la República activar la alerta migratoria y ficha roja para la búsqueda, detención y extradición.

A Karime se le imputó un presunto desvío en el DIF Veracruz de más de 112 millones de pesos a través de empresas fantasma. Y a la “cuñada” de AMLO, Winckler Ortiz la responsabilizó de un daño patrimonial superior a los 96 millones de pesos, el cual, dijo, “pudiera aumentar a 250 millones de pesos tras los resultados de investigaciones en proceso”.

A mediados de abril de este año, Winckler apremió a la PGR para que activara la alerta roja y así evitar que Moreno Torres saliera del país y se lograra su captura tras la ejecución del mandamiento judicial, aunque para entonces en la misma Fiscalía tenían indicios de que la pareja del hermano de López Obrador podría estar refugiada en Texas, Estados Unidos.

Según Winckler, la ex Oficial Mayor de la SEV  había liquidado la compra-venta para la adquisición de bienes, inmobiliario y equipo de administración, con personas físicas que no estaban dadas de alta como proveedores del gobierno de Veracruz. Además, señaló que reportaron contratos de una empresa a la cual prestaba el servicio de limpieza a oficinas dependientes de la Secretaría de Educación de Veracruz, pero que “no existe rubro o concepto que pueda dar este tipo de servicio y no hay evidencia documental que haya ocurrido”. Igualmente refirió que en la carpeta de investigación en curso, también se investigaba la utilización de empresas fantasmas para disponer del recurso público a través de transferencias y retiros, sin que haya soporte documental.

¿Ya se le habrá olvidado este caso al Fiscal? ¿O seguirá insistiendo ante la PGR para que detengan y extraditen a la cuñada de López Obrador por un delito que supuestamente se le “fabricó” para perjudicar la candidatura presidencial del líder fundador de MORENA y de su candidato a gobernador Cuitláhuac García Jiménez, quien pese a ello terminó derrotando al hijo de Yunes Linares?