En esta segunda parte de la conversación, Claudia Rojas habla de los diversos proyectos en los que ha participado como percusionista y bailarina.
En cuerpo y alma
A la par que estaba con Javier [Cabrera], comencé a tomar clases de danza africana con Estela Lucio, ella fue mi maestra de toda la vida, mi coreógrafa de cabecera. Fui alternando en todo ese ínter, tomaba muchas clases con Estela, con los poquitos maestros africanos que venían, porque no había tanto intercambio como ahora. Javier y Estela fueron alumnos directos de la gente que llegó, y alumnos comprometidos, tenían el aprendizaje de fondo, no lo tomaron como naif. De la gente que recuerdo que vino está el maestro Mario Jáuregui «Mayito», un cubano, y de maestros africanos, me tocaron Lamine Thiam, Tito Sompas, M’Bemba. Muchos de los maestros que vinieron daban tanto danza como percusión, como M’Bemba y Lamine.
Hoy en día hay mucho más intercambio y algunos que fueron mis compañeros ahora son líderes en el afro de aquí, hubo otras oportunidades con gente súper inmersa en esa disciplina y que conoce mucho, y las aprovecharon muy bien. Nosotros éramos como un híbrido, como el punto intermedio, aprendíamos de los maestros y nos llegaban algunas influencias, pero no era la información tan abundante que hay ahora.
Era un momento intermedio, eso me gusta porque me permitió voltear a ver otras cosas, me encanta la música afroperuana, me gustan mucho las cumbias; no me concentré solo en una parte, entonces pude ver mucho más, tanto con los compañeros músicos como con los pocos maestros que tuve.
Gracias a eso, en los proyectos de música afrocaribeña y africana dobleteaba, a veces bailaba y a veces tocaba, así me formé con este perfil flexible que creo que es mi particularidad. He hecho diferentes cosas y eso ha sido padre porque no he sido solo como músico que está concentrado en su instrumento sino que igual puedo tocar la conga, puedo tocar el cajón, puedo tocar el djembé, puedo bailar y ahora me invitaron a cantar y resulta que soy afinada (risas), creo que tal vez mi particularidad es tener varias ramas.
Rumbamba
También estuve en Rumbamba, el grupo de Estela y Javier, tuvimos muchas presentaciones y fuimos a un festival de Santiago de Cuba que se llama Fiesta del Fuego. Había varios programas, teníamos algunas piezas que eran completamente africanas, otras eran afrocubanas o afrocaribeñas y cuando fuimos a Cuba, como queríamos llevar algo muy representativo, también hicimos unas participaciones que llevaban son jarocho: había quijada, zapateado, tambor.
Esos festivales se inauguran con paseos, como si fuera carnaval, van los grupos tocando por todo Santiago de Cuba, yo siempre he sido muy delgada y Javier me dijo flaca, yo pensé que te ibas a desmayar, pero no me pasaba nada, yo aguantaba súper bien (risas). Rumbamba fue una escuelota.
Las mujeres tambor
Rumbamba tuvo un stand by y varias de las que estábamos ahí tocando o bailando dijimos vamos a hacer un grupo. Nos juntamos Lilly Alcántara, Esther Cruz, que no estuvo en Rumbamba pero siempre estuvo en los talleres, mi amiga Cristina Estrada y yo, e hicimos un grupo que se llamaba Obiní Añá. Obiní quiere decir mujer y añá, tambor, son vocablos yoruba.
Al siguiente año de que fuimos a Cuba, volvieron a invitar a Rumbamba; no sé ahora, pero en aquel entonces había que poner todo, no daban hospedaje ni comida ni nada. Rumbamba era un grupo muy grande y dijeron ya chambeamos para ese festival, estuvo bien bonita la experiencia pero ya no vamos a ir. Nosotras ya teníamos ese grupo chiquito y nos pasaron la invitación. Fuimos con ese proyecto y también llevamos otras cosas, por ejemplo, Lilly es antropóloga y dentro de sus estudios tenía algunas investigaciones del son de la Costa Chica: el son de artesa, las chilenas. Toda esa región es afromestiza, entonces llevamos un montaje sobre la Danza de los diablos de la Costa Chica, fue bonita experiencia.
Después, con ese mismo grupo nos fuimos a un festival garífuna. Los garífunas fueron como cimarrones, nunca se dejaron colonizar, entonces siguen manteniendo su lengua y muchas características de su cultura casi intactas. Fueron una mezcla entre una población de África con unos indígenas de la parte de Centroamérica, se fusionaron, combinaron los lenguajes y no hubo participación española ni mestiza sino que fue una cultura muy concentrada. Los garífunas se encuentran en Belice, Guatemala, Honduras, Salvador. Nos invitaron a un festival y coincidió con la celebración de la independencia garífuna, íbamos viajando por todo Belice, Guatemala y en cada pueblito que íbamos pasando, ese día celebraba su independencia, fue como un caminar independentista. El festival fue en Livingston, Guatemala, muy cerca de Belice, incluso llegamos por mar de Belice a esa zona de la costa guatemalteca. Ese festival también fue de mucho aprendizaje.
El umbral
Cuando se deshizo Son de Cuero, me invitó a tocar Marco Hoyo. Él, Fritz Thony y Juan Galván tenían un ensamble de música flamenca que se llamaba El umbral. Ahí aprendí un poquito de lo flamenco, con mucho respeto. Tocábamos un poco de son cubano y música flamenca, Fritz tocaba el cajón, yo tocaba las congas y palmeaba las bulerías, los tanguillos y todo lo flamenco.
Esa también fue mi escuela porque tocábamos en La tasca y fue la primera vez que trabajé de noche, en un lugar en el que sabes que hay gente que a lo mejor está tomando un poco de más, pero siempre estuve muy cobijada por los compañeros. También fue una escuela en el sentido de que si pedían una canción, había que sacarla en el momento. Considero que fue un gran aprendizaje haber tocado con ellos y me queda decir que de todos los grupos en los que he estado, he conservado muy buenos amigos, Marco y Juan hasta la fecha, Fritz también, aunque no lo vemos porque se fue.
Jugosos
Cuando estaba en El umbral ensayábamos en mi casa y un día Marco me dijo:
-Oye, ¿pueden venir a ensayar unos amigos acá?
-Sí claro
Y resulta que era Rafa Campos y alguien más, estaban formando los Jugosos Dividendos, entonces digamos que mi casa fue un punto de encuentro. Me dijeron tú tocas, haznos una base, y ahí fue mi inclusión en los Jugosos Dividendos, fue muy natural. Fue un proyecto maravilloso, Rafa es un compositor muy bueno, muy talentoso, creo que mucha de la empatía que hubo con el público fue por lo que decían las letras. Fue un proyecto entrañable, pudimos hacer dos discos muy padres.
Ensamble de percusiones
También bailamos con el Ensamble de Percusiones de Xalapa, el director, maestro René Pérez Casas, llamó a Estela y ahí entramos nosotras. Tocaban mucho afro, algunas cosas las hacían con los ritmos de Guinea y otras las hacían con afrocubano, porque muchos de ellos tomaron clases con Tino Galán y con algunos otros cubanos que venían.
(CONTINÚA)
PRIMERA PARTE: Caras vemos…
SEGUNDA PARTE: Flores Rojas
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