Quizá, aún sin saberlo, sin proponérselo, sin mirarlo a profundidad, sin darse cuenta, el señor alcalde, Pedro Hipólito Rodríguez Herrero, esta siendo un visionario de los Derechos del Hombre. La humanidad y su Derecho de Estado. L´humanité et son droit d´Etat., podría ser el título de una tesis doctoral del académico.
El estado de derecho debe de procurar el orden y el bien social. El orden social se alcanza con la atención, precisamente, de las necesidades de los individuos, que protejan las expectativas organizacionales en que se integra el ser humano. Porque una integración del humano, es la búsqueda natural o por instinto para la sobrevivencia. El hombre, encontró en su haber, la forma de una protección integral a su condición grupal, es decir a la sociedad en la que vive o pretende vivir, para ello determinó, que debiera haber encargados o responsables de proteger esta convivencia, en donde se mantengan códigos de conducta que permita a esa agrupación o sociedad la convivencia en comunidad.
Pero se ha distorsionado ese primer concepto, en donde el hombre mismo lo ha marginando, que es el llamado poder, y por encontrarse el hombre condicionado a los códigos de conducta establecidos, permite aceptar las propuestas o acciones del llamado grupo en el poder, que han abusado de la circunstancia de su condición, como una oportunidad de dominio insaciable sobre los demás, en donde la herramienta es la constitucionalidad, “legalidad” realizada a modo, bajo los intereses de quienes se encuentran al frente del poder económico y político. Siendo así, que esta sociedad, permite las irregularidades que conllevan al abuso y la represión, violentando los más esenciales principios de la seguridad ciudadana. Cabe observar, como las cámaras de diputados y senadores, se mueven bajo los intereses de estos conceptos de poder o empoderamiento, en donde se emiten leyes en donde el ciudadano debe de someterse a esos encadenamientos de dominio, social y ciudadano, porque se encuentran dentro de las normas emitidas por sus representantes regionales, denominados distritos, y los ciudadanos, aún no estando de acuerdo, no revocan la representación del diputado o senador, que no defiende o defendió los intereses de la colectividad. Basta con observar las dimensiones de los abusos de ese poder, en la miseria que pulula en las calles de las ciudades y las comunidades, en donde, la degradación económica, madre de todas las demás irregularidades, ha avasallado en estos tiempos a nuestro país, y en el orbe, a la humanidad, denigrando el concepto, precisamente, de seres humanos.
Ante ello, la incertidumbre social, la inseguridad económica, de donde parten un alto porcentaje de las demás inseguridades, hasta enfermar social y físicamente a los pueblos.
La colocación de cámaras de video vigilancia, de poco servirán para el propósito de liberar de la delinquentia a la población, incertidumbre en la cual, esta inmerso el estado, ya que no es así en donde se encuentra la solución para resolver el daño social. Lo que hay que atender es el daño social de la miseria económica, que conduce a los ciudadanos a violentarse y a ser violentados, e incita a rebasar los códigos de conducta que permiten la convivencia. Las cámaras son un paliativo, en donde pronto los señores que delinquen, encontrarán la forma de burlar estos artificios tecnológicos e incluso se puede dar la complicidad con quienes estén a cargo de su operación. Entre otras cosas, las cámaras, servirán para vigilar a los ciudadanos, a los jerarcas religiosos, a los empresarios, a los líderes o dirigentes sindicales, a los escritores, a los directivos de los medios de comunicación, a los líderes sociales, a los dirigentes de partidos políticos, a los diputados, a los miembros de la comuna, de conocer sus movimientos, sus desplazamientos, entre muchos otros personajes. Bastante probable la instrucción sea: dale seguimiento a tal o cual representante social destacado, qué hace, a qué hora sale de su domicilio, a dónde va a las nueve de la noche, a quién visita; novia o novio, en qué restaurante se encuentra, en qué café se reúnen los opositores, cómo se mueve el empresario tal, dale seguimiento a su vehículo, a la señora, los vigilados, podrían ser así los ciudadanos, para someterlos al control del estado, como en la obra del escritor inglés George Orwell, 1984, escrita entre 1947-1948, en donde narra como el estado controla y somete a los ciudadanos a través de cámaras de vigilancia.
¿Hasta donde la Ley de Protección de Datos, y la preservación de la privacidad, protege de esto a los ciudadanos?
Lo que hay que atender, lo que hay que priorizar, es el deterioro económico, la desintegración social, que por esta causa, que es la raíz de las demás inseguridades, estamos como estamos.
Sintácticas
De una luchadora social:
De nada sirve que los gobernantes tengan diez doctorados, si lo pendejo no se les quita.
De una señora por la mañana, muy temprano en un pueblo, al ir a comprar su mandado y ver que otra señora pisó excremento de perro:
¡Ya te metiste a la política!
Del teólogo Leonardo Boff:
Caminar significa escuchar las llamadas que brotan del corazón…de la propia vida.
De San Agustín, en su obra La Ciudad de Dios:
Las llamadas que apelan al yo y las que se concentran en dirección al colectivo, al yo social, son los dos amores que construyen sendas ciudades y personas con destinos diferentes.
De un sacerdote jesuita:
La vida nunca es algo ya dado, sino que es siempre una tarea, algo que debe de ser hecho y conducido.
Del profesor de neurología, el argentino Facundo Manes:
La regulación de las emociones tiene un papel fundamental para la convivencia humana y para su supervivencia.
En la obra Ojalá, del escritor Juan Cruz:
Los hombres que ganan tanto dinero, tienen necesidad de mostrarlo.
De Jevs, en la teología:
Somos Tierra que camina y danza.
Fandango de Boccherini y Haydn: