«Yo siempre digo que soy un músico que canta, yo nunca me he considerado un cantante y menos en México donde hay mucha gente que canta, tú vas a una fiesta y te sale alguien que dice a ver, vamos a echarnos un palomazo, y resulta que es un Pavarotti, es terrible (risas)», me dijo Raysel Pérez cuando vino a presentarse, precisamente, como cantante. Raysel estudió guitarra clásica en su natal Santiago de Cuba, pero la vida lo condujo por los caminos de la música popular y en esas andanzas fue a parar a Veracruz, puerto del que se enamoró y en el que ha permanecido todo el siglo XXI.
Además de guitarrista, sí es cantante y aquí en México descubrió una nueva vocación, la de compositor. Con todos esos elementos se ha construido como trovador veracruzano con alta influencia cubana. Así me lo narró:
Son de Santiago, cantan en llano
Mi nombre es Raysel Pérez Bosh, soy nacido en Santiago de Cuba, vamos a hacer como dicen los libros: en el seno de una familia nada musical (risas). Fíjate que en mi familia sí se tocaba mucho la guitarra pero todo de manera empírica, mi abuelo paterno y sus hermanos tocaban pero no era su profesión porque eran farmacéuticos e increíblemente, lo que tocaban era tango. Mi papá también le rasca a la guitarra, mucho menos que mi abuelo, pero sí. En la casa siempre hubo guitarra pero yo la rompí cuando niño. De estos hermanos de mi abuelo que te digo fue creciendo la familia, tuvieron hijos que son los primos de mi papá y ellos tuvieron hijos que son mis primos segundos, entonces, todos los muchachos de mi barrio éramos familia, era una calle en la que todo el mundo tenía un parentesco y compartíamos los juegos de infantes, la cotidianidad. A uno de los primos lo llevan a estudiar guitarra con un señor que tenía un trío, era el único que tocaba y cuando íbamos a alguna reunioncita de chamacos, el primo sacaba la guitarra y yo decía chale (risas).
Mi papá tiene hermana que vive en La Habana, entonces mis abuelos vivían entre Santiago y la Habana. En unas vacaciones nos tocó ir a visitarlos a La Habana y allá también había guitarra y en esas cosas que uno no sabe qué hacer con el ocio, agarré la guitarra y le dije a mi papá oye, quiero aprender a tocar guitarra. Mi papá me sentó en un portal bien hermoso que tiene mi tía, me puso la guitarra en las manos, me puso el acorde de re mayor y me dijo ráscale y cuando te duela, me llamas. Ese fue mi primer contacto con la guitarra (risas).
Cuando regresamos a Santiago, mi papá veía que yo estaba como embullado (te tengo que confesar que era por lo del primo) y decidió ponerme a estudiar la guitarra con el mismo señor del trío, tocayo tuyo, se llamaba Luis. Este señor también era empírico y había hecho un método muy austero pero muy práctico, y empezó enseñarme cositas y acordes y en poco tiempo, ¿tú lo puedes creer?, alcancé al primo, que llevaba como dos años antes que yo en la guitarra. Este señor se embulló conmigo, le encantaba que yo fuera a clases, yo iba sin tener guitarra, porque acuérdate que yo rompí la guitarra de la casa.
¡Cámara! ¡Acción!
Mi papá es camarógrafo de televisión, toda la vida trabajó en la televisión cubana y eso lo acercó a un gremio cultural, conocía a muchos artistas. Él no toca muy bien la guitarra pero canta muy bien y le gusta hacer voces porque los tríos siempre han estado muy cerca de nosotros. Ya sabes cómo son los papás de orgullosos, un día comentó tengo a mi hijo estudiando guitarra con fulano, recuerda que Cuba es un país en el que la educación es lo primero, entonces, no por mala onda sino al contrario, para que empezara bien, uno de los artistas le dijo a mi papá pues sácalo de ahí porque el señor le está enseñando música popular empírica, como la sabe él, y mira cómo tenemos escuelas de música, mejor ponlo ya en una academia porque cuando lo vayas a hacer, si pasa el tiempo va a tener algún tipo de costumbre a la hora de tocar y va a ser más difícil. Le hizo caso y me metió en la Escuela Comunitaria de Música Lauro Fuentes, de Santiago de Cuba, y ahí comencé mis estudios en la guitarra clásica y tuve una formación musical integral, estudié solfeo, piano complementario, todo eso. Yo estaba en quinto grado. En el tiempo que estuve hubo algunos concursos y la escuela me enviaba.
Heredia y Salas, el cultivo de las alas
En Santiago de Cuba existe una escuela que se llama Escuela Vocacional de Arte José María Heredia, es una escuela donde, conjuntamente con la escolaridad, se lleva una disciplina artística, de modo que tu formación ya empieza a ser sólida para un futuro, se puede convertir en tu carrera en el momento en que tú lo decidas, se vuelve curricular. Como la escuela Lauro Fuentes no tiene esa continuidad, se empezaron a hacer los trámites para que yo entrara a esa otra escuela, solo que yo estaba desfasado de tiempo, iba a entrar a primer año de secundaria pero no tenía el nivel musical, entonces tenía que trabajar intensamente para ponerme al día.
Mi papá me llevó a casa del maestro que era el jefe de cátedra de ahí y él dijo sí lo acepto, pero tenemos empeñarnos para que se nivele. Todas las vacaciones me dediqué a eso y ahí empezó la travesía ya en serio. Entré al séptimo nivel de guitarra clásica y me gradué. De ahí pasé al siguiente nivel, entré al Conservatorio Esteban Salas.
Estando ahí también participé en varios concursos de guitarra clásica y en muchos obtuve el primer premio, en el ciclo estudiantil hay un concurso que se llama Amadeo Roldán, es muy famoso allá en Cuba y yo obtuve en varias ocasiones buenas menciones. En esos concursos se tocan obras clásicas pero también se toca algo de la música popular cubana y en eso siempre me daban el premio.
Para hacer una Muralla
Cuando estudiaba, siempre tuvimos algún grupo de música popular y yo era el cantante, cuando estábamos en la Vocacional de Arte teníamos un grupo, después hicimos otro grupo cuando estábamos en la Esteban Salas y ya en mis últimos años en la Esteban Salas, había un grupo profesional en Santiago que se llamaba Muralla, tocaba nueva trova, música latinoamericana. Me contrataron y empecé a tocar con ellos, tuvimos éxito a nivel local y de pronto salió un contrato para irnos a tocar a Jamaica, muchos del grupo éramos de la misma aula y pedimos licencia en la escuela. Nos fuimos a Jamaica un año, cuando regresamos, retomé mi último año de carrera y me gradué en el año 89.
Con Los Karachi a la tierra del mariachi
En Santiago de Cuba hay una orquesta famosísima que se llama Los Karachi, es muy popular en toda cuba y esa orquesta vio mi desempeño en el grupo Muralla, necesitaban un cantante, hicieron una convocatoria, yo fui a hacer el examen y quedé en esa orquesta de música popular.
Con Los Karachi empezamos a tener mucha actividad, ya estaba graduado de guitarrista, ya estaba haciendo mi servicio social como cantante, no como guitarrista, y empezó la nueva etapa, tocar de manera profesional. Empezamos a hacer giras, fuimos a un importante festival en Palermo, Italia, el Festival Santa Rosalía. Había un elenco impresionante: Los Papines, el Ballet Folklórico Nacional con Miguel Angá en la percusión, la Sinfónica de Palermo, increíble. Regresando de ese evento nos invitaron al carnaval de Veracruz y así es como llegué yo al puerto jarocho, con esa orquesta, y estuvimos trabajando año y medio en un bar de ahí. Eso fue en el año 99.
(CONTINÚA)
SEGUNDA PARTE: Este arroz ya se cuadró
TERCERA PARTE: Mi propia vida
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