La desproporcional brecha que existe entre la riqueza y la pobreza económica, no cesa de incrementarse y se violentan los derechos del hombre y los derechos a la vida de este planeta, prevaleciendo la pobreza de la consciencia, que es la que arremete violenta y se emancipa por encima de la vida misma, la vida toda, en donde las advertencias-amenazas del daño ecológico; ya sentidas y padecidas en el orbe, son una manera de derrota para la humanidad. Un delito totalitario, del mismo hombre, que intenta engañarse a sí mismo, destruyendo el planeta.
Difícil se entienda, mucho menos se comprenda, el comportamiento agresivo de la destrucción de nuestro hábitat, en busca del equívoco poder económico, colocándonos en la franja vulnerable del ecosistema. Los hombres del dinero, van por el dinero, la brecha de la insensibilidad se extiende a tal grado, que existen grupos humanos, llamados en extrema pobreza, que conviven, aquí mismo, en este planeta, en estos espacios y no se les ve. Déficit humano este de autodestrucción.
De ahí que ante estas diferencias de la inconsciencia, con la consciencia, la humanidad, no cree en ninguna “verdad” gobernante o del poder del dinero, hasta establecer las razones para creerlas, porque el hombre, como tribal que es en su origen, no práctica la sentencia cartesiana Cogito, ergo sum, sino que, existe sin pensar. Esta clara inconsciencia de su pensamiento y su proceder, la prueban sus propias acciones, que destruyen su existencia.
Esa especulación de condición humana, implanta los usos y costumbres del fenómeno destructivo, tan es así, que el hombre tiene como prioridad destruirse a sí mismo, que estructura argucias contra su irresponsabilidad, intentando defenderse de su autodestrucción, se justifica o pretende justificarse, ante el mecanismo causa-efecto de sus acciones.
Como consecuencia, no hay certidumbre y la percepción de la realidad de quienes controlan el poder económico y de quienes gobiernan, es diametralmente opuesta a la verdad, avasallados como están por mantener el control económico, el deterioro cognitivo en que se encuentran, no les permite, la percepción de la realidad lo cual no les es previsible. Como consecuencia, los hombres en el poder, viven en una realidad, que constituye una realidad sin la realidad, una irrealidad, y no como una realidad real, o, una realidad de interrelación entre el pensamiento consciente y la realidad real, manifestándose ante la población en incertidumbre y disfunción social y grave daño ecológico, que generan agotamiento y divisiones insalvables. Esta individualidad del poder, penetra a tal grado en la identidad del individuo que le convierte en su propio verdugo.
Sintácticas
De un esperanzado:
¿Es cierto que el amor lo cambia todo, todo, todo?
Podría ser de Descartes:
La certidumbre de las matemáticas y de la geometría en política, no son tan exactas, porque las cuentas de unos son diferentes a las de otros, y los trazos de líneas sociales son diametralmente opuestas a la realidad.
De Antonia Santiago, “La Chana” Bailaora, en una entrevista con Luz Sánchez Mellado, en el periódico El País:
Su expareja la obligó a retirarse ¿Qué le dolió más: los golpes, o que la quitara de bailar?
Me dolió mucho tener que retirarme estando como estaba, a los 33, que te quieres comer el mundo y lo tenía todo.
¿Usted aguantó?
Yo lo tuve que hacer. Ahora, el día que se fue, aunque me dejó en la calle, compré una botella de champán, yo, que no me gusta el champán, y me la bebí entera con mi hija y mi hermana diciendo “gracias, Dios mío, que se ha ido”.
De Jevs:
El ejercicio de pensar es altamente riesgoso, pues destruye viejas creencias y saca de antiguos encierros, plantea y cambia los paradigmas.
Grupo Manantial: Perdón. La Bodeguita Del Medio, La Habana, Cuba: