Sergio Pitol, el políglota Premio Cervantes 2005 que adoptó a Xalapa como su hogar, falleció esta mañana en su casa del centro capitalino, a los 85 años de edad, víctima de su avanzada edad y de la afasia primaria progresiva no fluente que lo alejó de la vida pública desde 2009.
Esto fue confirmado por miembros de la familia.
Sergio Pitol nació el 18 de marzo de 1933 en Puebla, pero desde los cuatro años se trasladó al ingenio veracruzano El Potrero, tras la muerte de su padre. Al poco tiempo, cuando tenía cinco años, su madre murió ahogada en el Río Atoyac. Huérfano, creció en una casa grande en este pequeño pueblo de menos de tres mil habitantes. Así lo describe él mismo en su discurso elaborado para el Premio Cervantes:3
«Un nombre, tan distante a la elegancia: Potrero. Era un ingenio de azúcar rodeado de cañaverales, palmas y gigantescos árboles de mangos, donde se acercaban animales salvajes. Potrero estaba dividido en dos secciones, una de unas quince o diecisiete casas, habitadas por ingleses, americanos y unos cuantos mexicanos. Había un restaurante chino, un club donde las damas jugaban a las cartas un día por semana, una biblioteca de libros ingleses y una cancha de tenis.»
Pasó su infancia rodeado de adultos que expresaban en sus conversaciones una gran nostalgia por el mundo anterior a la Revolución, un mundo destruido del que guardaban recuerdos contradictorios: tan pronto evocaban las virtudes de aquel paraíso perdido como se quejaban por las miserias y calamidades que habían pasado en aquella época. Fueron precisamente esas experiencias las que influyeron notablemente en la creación de sus primeros cuentos, los de Tiempo Cercado e Infierno de todos, que no son más que «el resultado de un ejercicio de limpieza, una vía de escape de ese mundo asfixiado, enfermo, con tufo a lugares oscuros, cerrados y aislados«, como él mismo afirmó en una entrevista de 1989.4
Durante varios años estuvo enfermo de paludismo, lo que le obligó a recluirse en casa, tiempo que aprovechó para entregarse a la lectura: comenzó con Verne, Stevenson, Dickens y a los doce años ya había terminado Guerra y Paz. A los diecisiete años ya estaba familiarizado con Proust, Faulkner, Thomas Mann, Virgina Woolf, Kafka, Neruda, Borges, los poetas del grupo Contemporáneos, mexicanos, los de la generación del 27 y los clásicos españoles. Todos los veranos solía ir con su abuela y su hermano a un balneario a tomar aguas minerales, aunque nunca llegó a experimentar una gran mejoría. Fue su abuela una figura importante en su vida, pues además de hacerse cargo de su educación, le sirvió de modelo y referente a la hora de iniciarse en la literatura, ya que pasaba la mayor parte del día leyendo novelas, sobre todo las de Tolstoi, su autor preferido.
A los dieciséis años llegó a la Ciudad de México para estudiar en la Universidad y encontró su vocación verdadera, su camino hacia la literatura, en la Facultad de Derecho, influyéndole notablemente su maestro Don Manuel Martínez Pedroso, catedrático de Teoría del Estado y Derecho Internacional. Dice de él que «Don Manuel fue una de las personas más sabias que he conocido».
Se licenció en derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México, y ha sido titular de esa carrera en su alma máter, en la Universidad Veracruzana de Xalapa y en la Universidad de Bristol. Fue miembro del Servicio Exterior mexicano desde 1960, para el que ha trabajado como agregado cultural en París, Varsovia, Budapest, Moscú y Praga. Su paso por Moscú5 afianzó en él su afición por la literatura rusa en general y por Antón Chéjov en particular.
Además residió en Roma, Pekín y Barcelona por motivos de estudio y trabajo. En esta última ciudad vivió entre 1969 y 1972 traduciendo para varias editoriales, entre ellas Seix Barral, Tusquets y Anagrama (la cual publica sus obras en España). Actualmente vive en Xalapa, capital del estado mexicano de Veracruz.
Pitol es también conocido por sus traducciones al español de novelas de autores clásicos en lengua inglesa, como Jane Austen, Joseph Conrad, Lewis Carroll y Henry James, entre otros.
Empezó a publicar en la madurez (No hay tal lugar, 1967). «Me inicié con el cuento y durante quince años seguí escribiéndolos. En el cuento hice mi aprendizaje. Tardé mucho en sentirme seguro.»6 Escribió una decena de libros antes de El arte de la fuga (1996), donde hizo un notable balance de su trayectoria y creó un género narrativo-memorialístico muy personal. La difusión masiva de su obra ha sido tardía.
El 23 de enero de 1997, fue elegido miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua
Con información de SociedadTresPuntoCero y Wikipedia