En su visita a la zona del Totonacapan, el vocalista del grupo de rock alternativo “Café Tacvba”, Rubén Albarrán, constató el ecocidio que sufren estas tierras, los daños directos a la salud de los lugareños e indirectos para los citadinos, así como la creciente inseguridad y violencia, a consecuencia de las exploraciones y explotaciones realizadas por Petróleos Mexicanos (Pemex) y empresas transnacionales, con el permiso del gobierno de la República, estatal y municipales.
El músico escribió un texto publicado por la página de noticias www.sinembargo.mx, en el cual narra que el 16 de marzo estuvo en la zona norte de Veracruz, para ofrecer su música en el Festival Cumbre Tajín 2018, pero antes de la presentación realizó un recorrido por el territorio, a invitación de una defensora de derechos humanos, “quien me llevó a ver de cerca la triste realidad que está viviendo Papantla”.
En el texto, el cantante mexicano refiere que la gente de las comunidades originarias de Papantla y Poza Rica, donde antes había vegetación y bosques, ahora las tierras son ocupadas para extraer hidrocarburos.
Vio que entre la vegetación y terrenos de cultivo, las familias conviven con pozos de extracción, casas, pozos de petróleo, maizales, escuelas y quemadores de gas (algunos queman ese gas natural que es 86 veces más dañino a la atmósfera que el CO2) conviven en un mismo espacio”.
Según testimonios de los habitantes, desde el año 2010 comenzaron a llegar compañías privadas, en su mayoría transnacionales y con las que Pemex ha hecho convenios para la exploración y extracción de hidrocarburos.
«Los poblados son sucios y con negocios que se repiten como un loop, sin cesar: bares, tiendas de agroquímicos y farmacias. La zona se encareció. Llegó la marabunta petrolera”, refiere.
En Veracruz, “con el nuevo auge extractivista, llegaron los monocultivos, de cítricos y de maíz hojero, como ejemplo, que utilizan cantidades enormes de agroquímicos; llegaron los giros negros, esos bares con tráfico de personas y con ello, el narco, las desapariciones, los levantamientos”, señala.
Este viaje al Totonacapan, le permitió a Rubén, saber que en Veracruz como parte de la República Mexicana, también es parte de la “Guerra”, así que supo de la organización “Familiares en Búsqueda María Herrera”, que suman más de 55 familias en búsqueda de sus ausencias.
“Son los menos, la mayoría de los casos no son denunciados; la población está llena de miedo, es decir, se impuso en la vida de la región todo el paquete caótico, oscuro e involutivo de la guerra, que aun cuando nadie quiere reconocerlo, seguimos viviendo hoy los mexicanos. Sí, en México vivimos en guerra y hay que decirlo”, afirma el cantante.
Al recorrer las tierras de Papantla y Poza Rica, en el que la naturaleza fue invadida por pozos petroleros, Rubén hace una reflexión sobre las naranjas que consume en la Ciudad de México.
“Ya fuera de la ciudad nos encontramos con hermosos paisajes de cultivo de cítricos, en los que aquí y allá, se ven pozos de fracking. Y pienso en lo tanto que me gusta el jugo de naranja y en que el marchante de mi mercado local donde compro mi fruta, dice que las naranjas son traídas desde Veracruz, quién sabe, probablemente de aquí, de Papantla. Toda esta tierra está contaminada y aquí crecen esas idílicas frutas, ¡de las que bebo mis deliciosos jugos!”, expresa.
Considera que esta parte de la entidad veracruzana “está plagada” de pozos petroleros, y en los que “la gente no hace la conexión de por qué tantos casos de cáncer. Una enfermedad en incremento en la región. Es común tener algún pariente enfermo o muerto de cáncer y ellos no conectan el enorme número de pozos con el incremento de enfermos”.
Estos pozos han contaminado los mantos freáticos, y las tierras dónde son sembrados arboles de naranjas, otros frutos y otros vegetales, los cuales son consumidos por la gente la región y de las ciudades.
“Un campo donde conviven pozos de hidrocarburos convencionales y de fracking. En la superficie se miran estructuras metálicas que llaman arbolitos, con ayuda de los que se extraen los hidrocarburos; por su diseño y al caer las lluvias, acumulan agua que se mezcla con grandes residuos de crudo que fácilmente pueden contaminar su entorno. Bajamos del automóvil para tomar algunas fotografías, pero a los pocos minutos, huimos del lugar; coincidimos que éste, no es nuestro bosque”, afirma.
Rubén Albarrán conoció el río Tecolutla y pudo imaginar que es ahí donde van a parar todos los desechos contaminantes de la paraestatal con la extracción de petróleo.
«A los pocos cientos de metros de ese bosque maldito, nos aparece el bellísimo e impresionante río Tecolutla. No es difícil imaginar, a donde van a parar todos esos millones de litros de agua combinados con químicos súper tóxicos” señala.
Conoció también la cooperativa “Tahlpan”, atendida por las mujeres que se organizaron y decidieron que allí no entraría el fracking ni la actividad petrolera y como alternativa a la miserable derrama económica que genera esta actividad en las comunidades, las mujeres crearon “Minchik” (mi casa, en totonaco) que es un parador turístico para comer las delicias de la región.
“Les costó sudor, sangre y lágrimas, pero que con valor y determinación defendieron y hoy se ven sus frutos: los cerros conservan su riqueza y esplendor. Los cerros aquí son tan bellos, con especies animales y vegetales únicas. De entre los helechos que parecieran de tiempos prehistóricos, y de abuelos árbol gigantescos, de vez en vez asoman tucanes y murciélagos; armadillos y tlacuaches, osos hormigueros y una especie de felino inofensivo que juega en las copas de los árboles. Aquí la vida sigue floreciendo y se ve en la sonrisa de los niños”, reconoce.
Los sueños del remanso se disolvieron cuando en su transitar junto con la defensora de los derechos humanos llegaron a la comunidad de Emiliano Zapata, donde el quemador (de hidrocarburo) se encuentra en el centro mismo de la población, genera un ruido tal, que por mucho tiempo se acallaron las conversaciones.
“Los pobladores de esta pequeña comunidad, viven y duermen con miedo y cómo no, si a lo largo y ancho del asentamiento están tiradas tuberías que transportan hidrocarburos flamantes, químicos” refiere.
A cambio del peligro constante en el que habitan los pobladores de Emiliano Zapata, Petróleos Mexicanos le dio a la comunidad un comedor.
«El peligro de volar en mil pedazos está latente día y noche. Sin embargo los petroleros con esa benevolencia del poderoso a cambio les entregaron a los pobladores, un comedor comunitario: una estructura de unos 20 x 7 metros donde se reúne la comunidad y que habrá costado lo que unos 100 barriles de crudo, en comparación a los 7 mil barriles que se producen al día”, afirma.
Agrega en el texto que la paraestatal “también les “donó” una ambulancia para que transporten a sus enfermos, a quién sabe dónde, pues por aquí no hay centro de salud. También les llevaron alimentos para el comedor comunitario: latas de verdura y atún, que generaron más desperdicio, basura y contaminación y que alienta a la comunidad a perder sus costumbres alimenticias”.
Esta nueva forma de alimentación impuesta por Pemex, vuelve responsables a las comunidades de atender los problemas derivados de la extracción de hidrocarburos (arroyos contaminados, enfermedades, falta de comida sana, tierras inservibles).
Agrega que vio también “una fuga de crudo y aguas congénitas, que lleva tres años derramando su letal contenido y donde para subsanar el daño se colocaron un par de diques con materiales plásticos que contienen en parte el crudo que a cada segundo se derrama, mas no la contaminación que pinta de colores arcoíris el riachuelo al que se vierten las tóxicas sustancias y que corre por los campos, libremente”.
Finalmente, al regreso del recorrido Albarrán y su acompañante se detuvieron en el Minchik, “donde nos ofrecieron deliciosos bocoles con miltomate, una especie de tomate silvestre, orgánico, y que es tan delicado que si el vecino utiliza agroquímicos, este se muere. Su sabor es delicioso y vibrante. Tomamos también una infusión de zacate limón y disfrutamos de una deliciosa conversación, con sonido de fondo de la selva y la rana”.
Esta visita a las tierras adentro de Papantla y Poza Rica despertó en el cantante la tristeza y lo hicieron pensar que las bellezas naturales y la vida pueden terminar en cualquier momento a consecuencia del fracking que ahí se practica.
“De regreso a mis actividades profesionales me siento tan triste una vez en las instalaciones de la Cumbre Tajín, donde la cultura hace lo mejor de sí, para ayudarnos a sobrellevar esta situación, inconsciente para casi todos, esa bomba de tiempo a la que le quedan pocos segundos para terminar con toda esta belleza que es la vida”, menciona.
El cantante reflexiona y se pregunta “si todas las personas que trabajan en esos ramos, desde los niveles más bajos, hasta los más altos ejecutivos, no pueden hacer la conexión entre su labor tóxica y el jugo que se toman por la mañana y el taco que le sirven a sus hijos; porque en algún momento comerán esos ejecutivos y se echarán un taquito y lo compartirán con su familia”.
Señala que todos somos responsables de la contaminación “y si dejamos que esto suceda, por ejemplo, con la nueva ley Energética, la cual ya es un hecho en ese mundo de Leyes Inconscientes o La Ley Pichardo, la cual es un proyecto y a la que debemos oponernos enérgicamente y que va dirigida a la privatización del agua y sus propósitos extractivistas, estamos permitiendo nos envenenemos con nuestros propios alimentos, con nuestra agua, nuestro aire”.
Hace un llamado a la población para que se informe, organice y exija el cumplimiento de los derechos, “pero más importante aún, conectemos con nuestra conciencia, veamos el daño que nos estamos haciendo a nosotros mismos, por una supuesta idea de progreso, de inversión, de economía… nada de eso vale la pena”.
Alza la voz y señala “Nos estamos disparando a nosotros mismos en nuestra existencia. Cambiemos el paradigma, vivamos de una forma diferente, desarticulemos, desmantelemos este oscuro sueño de la razón. Amemos, amémonos ¡No al fracking, ni aquí ni allá, ni nunca! ¡Que viva la vida!”, finaliza su carta publicada por sinembargomx
Verónica Huerta/Avc