Este lunes el abanderado de la coalición PAN-PRD y MC a la gubernatura de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Márquez, se registró en las oficinas del Órgano Público Local Electoral (OPLE) para oficializar su candidatura.

Ante decenas de acarreados que llegaron principalmente de Veracruz y Boca del Río, el flamante candidato exigió de entrada: “A los demás candidatos que competirán en esta elección, que hagan una campaña de propuestas serias”.

(Je je je).

Es decir, nada de golpes bajos, piquetes en los ojos, patadas en las espinillas y mucho menos guerras de lodo que dejan la ropa y la reputación hechas un asco.

Dijo que su compromiso con los veracruzanos es hacer una campaña limpia, y quizá sin darse cuenta prometió lo mismo que prometieron los aspirantes de Fernando López Arias para acá, y que por supuesto nunca cumplieron.

Pero el mensaje no debió ser para sus contrincantes sino para su papá, que para ese tipo de enjuagues se pinta solo.

Y si no que le pregunten a Cuauhtémoc Cárdenas que aún se sonroja al recordar aquel episodio en Veracruz, donde le cayeron un grupo de travestis que al grito de ¡A la bio, a la bao, todas queremos con Cuauh!, se le fueron encima a picoretes.

Para las artes de la guerra (sucia), nadie como el señor Gobernador que de seguro tiene bien preparado un amplio arsenal de obuses por lo que se le pueda ofrecer a su candidato. Y es que si alguien piensa que se mantendrá al margen del proceso electoral, o peca de inocente o acaba de nacer.

La guerra por la gubernatura será cruenta, quizá no tanto como la que se escenificará por la presidencia de la República. Pero en ambas batallas tanto el gobernador Yunes Linares como el presidente Enrique Peña Nieto tendrán un rol más que protagónico.

Querer, como pretende el joven Yunes Márquez, que el electorado piense que las campañas serán propositivas y henchidas de respeto al prójimo es, por decir lo menos, un absurdo.

De que es lo deseable por supuesto que lo es; pero me pregunto si alguien guardará el mínimo decoro por sus adversarios.

Eso sí, a diferencia de su papá que cuando se registró en 2016 le cantó la bronca al Consejero Presidente del OPLE, Alejandro Bonilla Bonilla y le dijo corrupto en su cara, Yunes Márquez guardó las debidas formas: “Confío en ustedes y confío en su trabajo. Sé que esta será una elección ejemplar que demostrará la madurez que tiene ya la democracia veracruzana”.

Ojalá así fuera; ojalá así sea, pero…

Uno de los órganos que saldrá raspado la madrugada del 2 de julio (y de mi te acuerdas, lector) será precisamente el OPLE cuando los derrotados lo acusen de parcialidad, desfachatez, desvergüenza y corrupción.

De ahí vendrán las impugnaciones que llegarán al Tribunal Electoral del Estado, y si no satisfacen a los perdedores terminarán en el Tribunal Federal Electoral, con lo que los millones de pesos gastados y nuestro voto habrán valido pura corneta ya que al final quienes decidirán por nosotros serán los magistrados.

De que habrá guerra sucia, la habrá. De que Yunes Linares y EPN meterán las manos en la elección, también. De que más de una reputación se irá por el caño, igual y de que al final de cuentas el estado y el país quedarán muy crispados, por supuesto que sí.

Todo lo demás, es decir, las propuestas, las ideas y el juego limpio, son buenos deseos que nadie, o casi nadie, tiene la menor intención de cumplir.

bernardogup@nullhotmail.com