En la presentación de una entrevista que le hizo el portal Music:Life a Steven Brown se afirma que, pese a la fácil tentación de calificar a un artista de «inquieto», él «verdaderamente encarna la palabra, y eso pueden certificarlo nuestros oídos cada vez que se acerquen a la vasta obra que el multi instrumentista ha levantado durante décadas de trabajo. De aquel proto punk de corte new wave con miras avant garde en su proyecto Tuxedomoon, a la integración del jazz con las diferentes músicas del mundo en Nine Rain; de la musicalización de filmes donde la experimentación alcanza momentos protagónicos (El informe Toledo, ¡Qué viva México!) pasando por la música de banda oaxaqueña cantada en mixe, hasta llegar al rigor emotivo que le heredó Debussy –uno de sus máximos referentes artísticos- en el álbum Music for solo piano. La discografía de Brown es amplia y su contenido jugoso; en los surcos de su material es posible localizar el perfil de un hombre que prefiere mantenerse con las manos ocupadas y la mirada extraviada en el horizonte».

Steven Brown nació en Chicago pero creció en San Francisco, ciudad en la que inició su carrera musical. Más tarde vivió en Europa y a principios de este siglo se mudó a nuestro país, estuvo un tiempo en la Ciudad de México y después se trasladó a Oaxaca, donde ha vivido todo este siglo porque, según declaró en la entrevista citada:

«México está lleno de lugares fantásticos, maravillosos, así que no entiendo por qué todos quieren vivir apilados en la gran ciudad. Llegué primeramente al DF y básicamente escapé de él por un par de factores: el crimen y la contaminación. Me harté de vivir en constante estado de paranoia -aunque mira, eso ya jamás se quita, en Oaxaca sigo viviendo con paranoia –. Irónicamente, la ciudad de México es algo especial de verdad, opera como un ejemplo a nivel mundial con esto de los matrimonios gays, las bicicletas en los domingos y las leyes a favor del aborto; es un oasis en muchos sentidos, pero al mismo tiempo ya es demasiado grande. La idea original era irme a Jalisco, pero me decidí por Oaxaca, que es como un país entero, muy diverso, para comenzar cuenta con 16 lenguas y no sé cuántos dialectos más; artesanías, tiene muchas por ofrecer; también alebrijes, textiles, barro, pintura. Personalmente, me tomó un poco de tiempo descubrir la música que se hace en Oaxaca, y hablo básicamente de la música de banda».

A finales los años ochenta, inició un proyecto que consistía en proyectar películas mudas en los bares de Bruselas, musicalizadas en vivo por un grupo que formó ex profeso. Eran películas de 16 milímetros que rentaba en la Cineteca de Bélgica. A esas reuniones de cinéfilos, asignó el nombre Cinema Sunday.

En Oaxaca retomó el proyecto con músicos locales. «Empezó como una fiesta en el jardín de mi casa en Oaxaca -comentó a Walter Schmidt en una entrevista para Milenio-. Tenía dos proyectores, donados por el lnstituto Goethe, y unas películas de 16 milímetros, junté amigos músicos de la ciudad de Oaxaca y empezamos a tocar haciendo melodías para películas».

La fiesta se prolongó durante un par de años y después salió del jardín para presentarse -con el nombre Cinema Domingo Orchestra- por toda la ciudad, primero, después por todo el estado y finalmente por todo el país en festivales de cine, muestras de cortometrajes, festivales interdisciplinarios y conciertos especiales. Y casi sin darse cuenta, como siempre suceden estas cosas, Cinema Domingo Orchestra ha cumplido ya 15 años de actividad ininterrumpida. La nómina actual del grupo está constituida por el propio Brown en la dirección, el piano y los alientos, Julio García en los instrumentos cordófonos, Bruno Varela en los bajos eléctrico y fretless, y Óscar Javier Martínez «Oxama» en las percusiones y las atmósferas electrónicas.

Como toda quinceañera, la agrupación sueña con un festejo, pero en lugar de un salón engalanado, pastel, vals y chambelanes, o un crucero por el Mediterráneo o el Caribe, quiere hacerlo con la grabación de su primer registro fonográfico. Para lograrlo, entre otras acciones, están pidiendo apoyo a través de la plataforma Kickstarter. Creo que cualquier persona a la que le sea dada la posibilidad de cumplir el sueño de un semejante (o diferente, incluso) debe sentirse privilegiada. Por difícil que parezca, todos tenemos ese privilegio, basta con entrar a Steven Brown & Cinema Domingo Orchestra. Optical Sounds y donar lo que nos sea posible. Vayan corriendo a la plataforma y hagan su donativo, no solo el grupo, la música se los agradecerá.

https://youtu.be/YvenYU7XmGI
https://youtu.be/rMSYEq6yk5M

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