Resguardados desde hace 540 millones de años, los restos fósiles de un cerebro de un depredador marino están ayudando a los científicos a entender cómo evolucionó el cerebro, el órgano más complejo de los animales, incluido el humano.
La criatura a la que pertenecen los restos, el Kerygmachela kierkegaardi, de forma ovalada, con dos apéndices largos en su cabeza y 11 pares de aletas, que usaba para buscar presas.
La criatura no es nueva para los científicos, pero es la primera vez que se hallan restos tan antiguos de un cerebro animal.
El órgano en cuestión medía unos 25 centímetros de largo, según los hallazgos. Y a diferencia del cerebro humano, que está dividido en tres segmentos, el cerebro fosilizado de este depredador era simple, con solo un segmento. Esto significa que el cerebro era menos complejo que los cerebros de tres segmentos vistos en los parientes artrópodos de esta criatura, como las arañas, langostas y mariposas.
Hasta ahora, muchos investigadores creían que el ancestro común de todos los vertebrados y artrópodos tenía un cerebro de tres segmentos, pero, según el hallazgo, esto no es así.
Un análisis anatómico mostró que el cerebro controlaba los grandes ojos de la criatura y los apéndices frontales que utilizaba para atrapar a sus víctimas.
Los ojos, de gran tamaño, también arrojan luz sobre la evolución de los artrópodos.
De hecho, los de esta criatura son un paso intermedio entre ojos más simples en parientes distantes, como gusanos de terciopelo y osos de agua, y los ojos extremadamente complejos de artrópodos.
Los investigadores encontraron los fósiles del K. kierkegaardi en la Formación Buen de Sirius Passet, norte de Groenlandia, en 2011 y 2016. Estos son los primeros cerebros fosilizados conocidos encontrados en este sitio arqueológico, y muestran que los cerebros y sistemas nerviosos fosilizados son mucho más comunes de lo que se pensaba.
La explosión Cámbrica
A pesar de su simplicidad, el cerebro del K. kierkegaardi le ayudó a sobrevivir durante la explosión del Cámbrico, un evento que comenzó hace más de 540 millones de años, que sobrevino tras del periodo Tierra bola de nieve y tras el cual se produjo un ‘estallido de vida’.
Antes de esta edad de hielo, que duró 75 veces más que toda la historia de la Humanidad, en el océano ya existía vida. No obstante, no se trataba de vida compleja.
En un océano rico en oxígeno tras el deshielo, las bacterias primitivas prosperaron para dar lugar a una nueva generación de organismos multicelulares.
El cerebro prmitivo de esta criatura se desarrolló en este periodo floreciente.
Durante esta etapa, además, el K. kierkegaardi convivió con otras criaturas, como el trilobites, parientes lejanos de las langostas; y depredadores como el Anomalocaris, 60 centímetros de longitud, que también poseía grandes ojos móviles y ávidas extremidades.
Con información de Muy Interesante