Un diamante extraído a menos de un kilómetro de profundidad en la mina Cullinan (Sudáfrica) –de donde procede el de la foto– ha resultado ser el escondite de un tesoro científico: perovskita de silicato de calcio, un mineral “que nadie ha conseguido mantener estable en la superficie terrestre”, según Graham Pearson, profesor y geoquímico de la Universidad de Alberta (Canadá) y autor del hallazgo junto con un grupo de colegas de su centro.
La perovskita de silicato de calcio es el cuarto mineral más presente en la Tierra, pero solo se halla en el manto del planeta, que va de los 30 a los 2.900 kilómetros de profundidad aproximadamente. Según Pearson, el diamante que alojaba la muestra habría soportado una presión de 24.000 millones de pascales, equivalente a 240.000 atmósferas, y se habría formado a unos 700 kilómetros de profundidad, un dato relevante, ya que la mayoría de estas piedras preciosas se producen a entre 150 y 200 kilómetros de profundidad.
El científico canadiense aclara que “la única forma de preservar este mineral en la corteza terrestre es que se encuentre atrapado en un contenedor rígido como un diamante”. En el laboratorio se han conseguido crear perovskitas, materiales con una estructura cristalina similar a la de la perovskita o titanato de calcio, empleados en la fabricación de paneles solares, entre otras cosas, pero nadie había visto hasta ahora la perovskita de silicato de calcio.
Un vistazo al interior de la Tierra
Lo relevante del descubrimiento, publicado en Nature, es que ofrece indicios magníficos de la composición de nuestro planeta. Como explica Pearson, “los diamantes son únicos para saber qué hay en la Tierra. La composición específica de la perovskita encontrada en este diamante indica con claridad cómo se recicla la corteza oceánica en el manto. Es una prueba de lo que les pasa a las placas oceánicas cuando descienden hacia las profundidades”.
No es la primera vez que este geoquímico encuentra algo único atrapado en un diamante. En 2014, fue uno de los responsables del hallazgo de una muestra de ringwoodita –el quinto mineral más abundante en la Tierra– atrapada en un diamante de Juína, Brasil. Fue la primera vez que este material aparecía en la superficie, al margen del obtenido en laboratorio o el presente en meteoritos. Como en el caso de la perovskita, solo se forma a grandes profundidades y como fruto de presiones enormes.
El fragmento de ringwoodita resultó ser muy rico en agua, lo que sugiere que la zona de transición del manto terrestre –del que aún sabemos poco en lo que se refiere a su composición–, situada a entre 410 y 660 kilómetros de profundidad, podría contener una cantidad de agua equivalente a la de todos los océanos de la superficie.
Con información de Muy Interesante