El alcalde de Xalapa, Hipólito Rodríguez Herrero, semeja a esos sujetos que le llevan flores y serenata a su pretendida, la colman de atenciones y promesas, pero una vez casados la tunden con la primera de incontables golpizas.
Hipólito y los xalapeños no tuvieron lo que se conoce como luna de miel. Ese periodo de tiempo en que los gobernados justifican los yerros de su gobernante al conque de que apenas se está acomodando en el cargo.
Prácticamente desde su primer minuto como munícipe, mostró su incongruencia al imponer en las principales direcciones a personas provenientes de la Ciudad de México, cuando había prometido que su comuna estaría integrada por los mejores hombres y mujeres de Xalapa.
Queriendo matizar el descontento, dijo que los chilangos son más capaces que los xalapeños. Y ya te imaginarás como le fue, lector.
A días de tomar posesión de su cargo los empleados de confianza le armaron la primera protesta porque no les pagaron. Más adelante, a su tesorero se le olvidó solventar el recibo de energía eléctrica y la CFE dejó sin luz el Palacio Municipal.
Este martes otra vez le protestaron los empleados por falta de pago y amenazaron con tomar las oficinas del Ayuntamiento. Como contestación, Hipólito mandó poner policías en las entradas y a partir de ese momento no pasa nadie si no se identifica a satisfacción de los jenízaros.
Al parecer el diálogo no pasó por la cabeza del munícipe que, al estilo de Javier Duarte, puso filtros en las entradas de una casa que no es la suya.
Eso sí, aprovechó la protesta para decir a los reporteros una barbaridad. Palabras más palabras menos declaró que el retraso en los pagos se debe a que la administración de Américo Zúñiga no registró a los trabajadores en la nómina, además de que recibían compensaciones desde los 2 mil hasta los 140 mil pesos.
Como respuesta, este miércoles los empleados pasaron por encima de los jenízaros y tomaron el Palacio Municipal.
Las expectativas que despertó Hipólito cuando llegó a la presidencia municipal se hicieron polvo en apenas unas semanas al convertirse en el político más rechazado de Xalapa y del que todo mundo hace mofa.
Pero no enmienda la plana. Falto de inteligencia y madurez política, trata de culpar a los demás de sus pifias. Igual que la partera torpe que le echa la culpa de sus tonterías al niño recién nacido.
Es un secreto a voces que Rodríguez Herrero busca hasta por debajo de las piedras alguna prueba que incrimine a su antecesor Américo Zúñiga Martínez, en actos de corrupción o desvío de recursos. Pero no las va a encontrar.
Si bien Américo no es un santo, está lejos de ser un ladrón y un corrupto.
Guste o no guste a sus detractores, el actual líder estatal del PRI hizo un excelente trabajo como alcalde y dejó las cuentas públicas de Xalapa lo suficientemente claras como para evitar cualquier sospecha. Además, cuenta con una buena imagen, cosa de la que no pueden presumir muchos políticos.
En contraparte con Américo, Hipólito está gobernando cuestionado y la defensiva.
Más que los sobresueldos que presuntamente autorizó Zúñiga Martínez, Hipólito debe aclarar qué tan cierto es que las personas que trajo de la Ciudad de México son una imposición de Andy López Beltrán (hijo de Andrés Manuel López Obrador), y que ellos sí están cobrando sueldos estratosféricos y canonjías al margen de la ley.
Otra cosa que debe tener muy presente el alcalde de Morena antes de seguir cometiendo más barrabasadas, es que los xalapeños votaron por él porque lo consideraron el menos peor y no el mejor de la baraja.
Si sigue con sus desatinos, se los van a cobrar en julio y muy caro, cuando manden al diablo a su candidato a gobernador y a presidente de la República.
Aguas con la buena memoria de los xalapeños, don Hipólito.
Sobre aviso no hay engaño.