“Diálogo” en tiempos del “cambio”: si no te quitas, te echo a la Poli
–Chopenjawer
Siendo gobernador Agustín Acosta Lagunes, tomaron el Palacio Municipal de Tatahuicapan (de esas tantas veces) y entonces enviaron al negociador de Palacio de Gobierno y a la Policía Estatal.
Negociar con los habitantes de esa zona serrana es difícil y mentiría quien dijera que es fácil llegar a acuerdo con ellos, especialmente porque no les gusta que los engañen. Fácilmente se les calienta el ánimo y a veces las mujeres son todavía más bravas en cuanto una discusión.
Al negociador le tocó por horas escuchar las peticiones de la gente. Llegaba solo, sin ningún policía escoltándolo, pero en los alrededores estaban los elementos listos para la orden de su comandante. Pasaron las horas y el Palacio no se desocupaba, por lo que vino la orden desde Xalapa: hay que desalojar.
Cientos de policías con equipo antimotín se preparaban para el operativo: entregaban sus armas de cargo a los mandos y se iban formando los grupos. Los viejos policías dicen que –aunque cruel– siempre es mejor que pierda la vida un policía, pero no un civil desarmado. Gajes del oficio.
Pero en aquella ocasión los habitantes de Tatahuicapan se organizaron de tal manera que hicieron una valla humana para proteger a los líderes de la manifestación, y en primera fila estaban los grupos más vulnerables: niños y ancianos. El representante del Gobierno de Veracruz transmitió la orden del desalojo a los elementos, pero el colmillo largo y retorcido del jefe policiaco dio una orden contraria: que la tropa se replegara y se hiciera para atrás. No iba a haber desalojo.
El funcionario entonces encaró al comandante el porqué no obedecía las órdenes directas del gobernador, a lo que éste contestó secamente: “Mira, yo soy el jefe de la Policía y yo digo cuándo se mueve la gente”.
Lo anterior fue reportado a Palacio de Gobierno, por lo que fue llamado a rendir cuentas el mando policiaco, quien fue recibido directamente por el mandatario estatal y le preguntó a quemarropa:
–Alfonso, ¿Por qué no desalojaste? ¿Sabías que era una orden mía?
–Sí, señor, pero no nos hagamos tontos. Conozco a la tropa, conozco a mi gente; si a un elemento se sale de control o abusa de la fuerza, los lesionados iban a ser niños o viejitas… Y el costo político iba a ser para usted.
Acosta Lagunes se quedó callado y volteó rápido a ver a sus asesores y funcionarios de alto nivel…
–¿Ya ven, cabrones? Él sí protege a su gobernador…
Entre los regañados por el entonces gobernador estaba César Vázquez Chagoya, el entrañable patrón, quien en ese entonces era el delegado que se encargaba de negociar y “apagar los incendios” que se suscitaban en la zona sur. Por algo su compadre, el periodista Guillermo Gutiérrez, le apodaba de “El Bombero”.
+ + +
Ese día nos recibe en su casa con un desayuno sencillo, pero memorable. Se contaron muchas anécdotas y quizás hasta tenía ganas de platicar con alguien después del fallecimiento de su amigo César, de quien no pudo despedirse.
Don Alfonso Lara Montero era un hombre discreto y casi inabordable. Su semblante imponía respeto, pero tampoco perdía la capacidad para hablar coloquialmente para entenderse con los campesinos o el tacto para tratar a un servidor público de alto rango.
Fue un jefe policiaco forjado en la vieja escuela y el único que mantenía a raya al extinto aspirante a cacique, Cirilo Vázquez Lagunes, incluso en las épocas más complicadas. Sus últimos años los pasó en Acayucan, donde hizo base durante décadas, aunque llegó a tener una jurisdicción que prácticamente abarcaba la mitad del estado: desde Xico hasta Las Choapas.
Su legado también dejó escuela. Fue el maestro de mi maestro. Muchos de los que trabajaron con Don Alfonso y lo conocieron de cerca lo recuerdan con cariño.
Nos faltó tiempo para platicar; de los trabajos, las vivencias, las historias que les tocó compartir junto a Don César… Nos contó algunas, las suficientes para hacernos entender cómo iba a extrañar a su amigo.
+ + +
El año pasado volvimos a reunirnos. Nos entrevistamos con quien considero fue y será una leyenda policiaca. Un honor volver a ser recibido en su casa al desayuno que terminó con pan y chocolate.
Comentó perspectivas sobre lo que ocurría en Veracruz, la situación de la violencia, la inseguridad; habló incluso de que era necesario que se reactivara la antigua policía, con lazos en la comunidad y verdadera experiencia en las calles… Algo como lo que está ocurriendo con el regreso de las Policías Municipales, con quienes Don Alfonso llegaba a ganarse el respeto y a resolverles broncas que no podían por la injerencia de autoridades locales prepotentes.
Quizás alguien con su experiencia, si no hubiese sido desdeñado en el Duartismo, hubiese ayudado a resolver muchos problemas.
Mi más sentido pésame a su familia. Descanse en paz, Don Alfonso. Gracias por todo. Que lo reconozcan en Veracruz para siempre. Dele un abrazo muy fuerte a Don César.
NOTA PARA PEGAR EN EL REFRI: Lamentables los sucesos que llevaron a la detención del periodista Rogerio Pano Rebolledo. Una protesta por parte de vecinos de Alvarado, habitantes de la Riviera Veracruzana, inconformes por la manera en que le están otorgando facilidades a una inmobiliaria para construir cerca de sus domicilios. El asunto escaló por la intolerancia del Gobierno del Estado a las protestas y a la particular de “aplicar la ley” a conveniencia. Nuestra solidaridad con quien fue titular del noticiero estelar de Telever.
OTRA NOTA: La embajadora de Estados Unidos en México, Roberta Jacobson, le dio calor en redes a la Fiscalía General del Estado, donde despacha el célebre “Verduritas”, y habló del tema de los policías detenidos en Pacho Viejo: “Avances de la @FGE_Veracruz en investigación y sanción de probables responsables la semana pasada de 19 funcionarios de #Veracruz por #DesapariciónForzada es un paso importante en la aplicación de la ley y procuración de justicia. Es también paso importante para #DerechosHumanos”. Al mensaje de la diplomática también respondió el Colectivo Solecito: “Pero que no olviden a los desaparecidos. Se aplaude que hagan justicia. Pero FGE tiene a los desaparecidos olvidados, abandonados -muy tristemente cierto”.
LA ÚLTIMA POR HOY: El ayuntamiento de Xalapa pasa por un infiernillo que no han podido frenar ni contener. No sólo son las protestas que se les acumulan, sino ocurrencias como lo de que no hay gente con perfil, o que hay fallas en el Excel o de plano la de restringir el paso a ciertas áreas del Palacio Municipal, que ya raya en lo ridículo… Habrá qué decir que esto último ya se había visto en otras administraciones, donde incluso llegaron a cerrar el portón de acceso principal y que también es una obvia una campaña (tiempos electorales, como comprenderá) para golpear con todo al partido que parece (en algunos puntos) encabezar encuestas y simpatizantes en Veracruz.