Beijing, 12 feb (Xinhua) — A medida que se aproxima la tradicional Fiesta de Primavera, los chinos se centran en adquirir productos para el Año Nuevo, mientras en el otro lado del océano Pacífico, los agricultores de la cereza y exportadores de frutas de Chile abrazan su temporada más atareada del año.
Con el fortalecimiento de la clase media china, las cerezas chilenas, conocidas por su sabor dulce y su jugosa pulpa, han conseguido hacerse un hueco entre los gustos de los consumidores del país asiático. En la actualidad, el 80 por ciento de las cerezas exportadas por el país sudamericano tienen China como destino.
Las cerezas chilenas constituyen apenas una de las oportunidades que ha brindado el desarrollo chino para América Latina. China y América Latina registraron un volumen comercial cercano a los 260.000 millones de dólares en 2017, un ascenso interanual del 18,8 por ciento. China es un destino importante de los productos a granel de la región y está importando cada vez más productos agrícolas e industriales de la región, lo que ha mejorado la estructura bilateral.
Según estadísticas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), las inversiones de las empresas chinas en América Latina y el Caribe superarán los 25.000 millones de dólares en 2017 y representarán un 15 por ciento del total de la inversión foránea en la región. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) reveló en un informe que China generó 1,8 millones de empleos en América Latina a través del comercio, las inversiones y los proyectos de infraestructuras durante las últimas dos décadas.
Además, las firmas chinas han destinado cada vez más dinero a los campos de las telecomunicaciones, el inmobiliario, los alimentos y las energías renovables, entre otros, de América Latina, lo cual ha ayudado a mejorar las infraestructuras locales, así como a diversificar las alternativas de los consumidores.
La cooperación entre China y América Latina está basada en el interés común y la necesidad recíproca, y no implica condiciones adicionales. La colaboración ventajosa ha traído beneficios tangibles para el pueblo latinoamericano, la principal razón por la cual los comentarios del secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, quien acusó a China de «depredador» de América Latina, no han sido aprobados por los países de la región.
En un discurso pronunciado el 1 de febrero en la Universidad de Texas en Austin, en víspera de su gira por cinco países de América Latina, Tillerson calificó las inversiones chinas y algunas actividades comerciales del país asiático en la región como las de «las nuevas potencias imperialistas» y de «alarmante» la relación de China y Rusia con los países latinoamericanos, con el objetivo de promocionar la controvertida Doctrina Monroe, así como revivir los viejos sueños del hegemonismo estadounidense en América Latina.
Al término de su visita a la región, Clarín, uno de los principales diarios de Argentina, publicó un artículo titulado «Pese a las críticas de Estados Unidos, el Gobierno avanza en la relación bilateral con China y Rusia», en el que señaló que el gobierno argentino defendió su vínculo con China y ratificó su objetivo de profundizar las relaciones comerciales con el país asiático.
En paralelo, el embajador argentino en China, Diego Guelar, aseguró que «la época de los imperialismos está agotada. Hoy hay una ecuación multipolar muy clara en el mundo y eso hace bien, no hay lugar para posiciones imperiales, vengan de donde vengan».
El diplomático subrayó que en Argentina, están «presentes y creciendo» importantes empresas chinas en el sector financiero, en infraestructuras, transporte y energía, una tendencia que «no tiene reversión» y va en aumento.
«En este momento, China tiene un rol importantísimo con todos los países latinoamericanos, tanto en el tema comercial como en el financiero y de inversiones. Es un proceso que irrumpe en los últimos diez años y en el cono sur está muy consolidado», añadió Guelar.
Por su parte, el ministro de Comercio Exterior y Turismo peruano, Eduardo Ferreyros, destacó que el Tratado de Libre Comercio (TLC) China-Perú, que entró en vigor en marzo de 2010, ha permitido a la nación andina registrar un superávit comercial de 2.740 millones de dólares con Beijing el año pasado.
«China es un buen socio comercial» y Perú «está satisfecho con los resultados» del TLC bilateral, puntualizó Ferreyros.
Siendo China el segundo mayor socio comercial y tercer mayor emisor de inversiones de América Latina, el desarrollo del país asiático ha fomentado enérgicamente el crecimiento económico y la prosperidad de la región.
A diferencia de Estados Unidos, que reiteró que Washington es el socio más estable, fuerte y duradero de América Latina para reivindicar la Doctrina Monroe, la cooperación de China con la región es abierta. China espera desarrollar una colaboración de igualdad y beneficio mutuo con el fin de construir una comunidad de destino compartido, y no actuará de forma egoísta impulsando su propio desarrollo y deteriorando los beneficios de otras partes.
Como afirmó el embajador mexicano en China, José Luis Bernal, el desarrollo de China no es una amenaza, sino una oportunidad para América Latina.
«Para América Latina ha sido una gran ventaja poder recibir las inversiones de China, estar cooperando en ciencia y tecnología, y en el desarrollo de infraestructuras, que es un ámbito muy importante», indicó Bernal.
«Estamos viendo la oportunidad de seguir colaborando en la ampliación del comercio, de tener más presencia de productos de América Latina en el gran mercado chino, y de seguir haciendo labores de cooperación mutua», agregó el embajador.
Tras la firma del memorándum de entendimiento sobre la Iniciativa de la Franja y la Ruta entre China y Panamá, cada día más países latinoamericanos desean aprovechar el desarrollo chino y participar en este proyecto. En la recién clausurada II Reunión Ministerial del Foro de China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, representantes de 31 países de la región aprobaron tres documentos, entre ellos, una declaración especial sobre la Iniciativa de la Franja y la Ruta, la mejor impugnación contra la teoría de la «amenaza de China».
Tanto China como las naciones latinoamericanas son países en vías de desarrollo, y afrontan las mismas tareas de desarrollo. El desarrollo y la continua reforma y apertura del país asiático proporcionarán un mercado más amplio para los productos latinoamericanos, fomentarán el aumento de empleos y el desarrollo socioeconómico local, y beneficiará a los pueblos de la región.