El sismo social provocado por una clase política en descomposición que pasó del partido único a la partidocracia familiar –nunca antes tantos familiares directos de gobernantes habían disputado cargos de elección popular mientras el líder del clan aún está en el cargo-, la grotesca corrupción de mandatarios de todos los partidos políticos, la creciente violencia en la mayoría de las regiones del país y la percepción general de que las reformas estructurales fracasaron, han lanzado una alerta de tsunami llamado Morena.
Las razones por las que Andrés Manuel López Obrador pudiera ser el próximo presidente de México distan mucho de pasar por su capacidad intelectual, su formación académica o por un proyecto de gobierno distinto. Se trata, simple y llanamente, que el hartazgo de los mexicanos los está llevando a votar por una opción que poco conocen –acaso su polémico paso por el gobierno de la Ciudad de México, donde todos le metieron la mano al cajón-, pero que representa su rechazo a la podrida partidocracia que hoy nos gobierna.
Así ha sucedido en Xalapa, donde ni antes ni ahora, hemos conocido el perfil y el desempeño de nuestras legisladoras locales; donde tenemos a un presidente municipal que ya había competido por un partido político al que escasamente le aportó un puñado de votos, pero que ahora bajo las siglas de Morena logró un triunfo contundente. Paradójicamente, Morena representa el empoderamiento de la incertidumbre: nadie sabe a ciencia cierta qué ocurrirá con el país y con el estado.
Y como en cualquier tsunami, poco sabemos de su dimensión y de sus consecuencias, sin embargo, la alarma empieza a repiquetear en otras latitudes donde ven con preocupación lo que está pasando en México y el continente. López Obrador ha aprendido de sus errores y hoy ha decidido caminar por el sendero del pragmatismo, desechando la inútil ideología que lo ha metido en tantos problemas.
Analizar el escenario electoral en México es harto difícil en medio del caos que provoca la disputa política. Se rechaza la verdad y se utiliza la mentira como medio de disuasión y no de convencimiento. Acercase a los medios cuesta trabajo porque sus intereses también están de por medio, y en tal sentido, la cascada de opiniones siempre tienen un doble filo. La verborrea de los candidatos tampoco ayuda en nada para entender este tiempo de incertidumbre.
Tal vez por ello valga la pena echar un ojo a algunas publicaciones hechas por el diario español El País, quien ha centrado su atención en el López Obrador y el fenómeno que representa, dándole un trato como el próximo presidente de México, no como un acto de reconocimiento sino de preocupación.
Según el diario español, López Obrador navega con viento a favor en las aguas turbulentas de la carrera presidencial mexicana. “Puntero en todas las encuestas desde hace meses, el candidato de Morena trata de transmitir una imagen de líder pragmático y conciliador, diferenciada de la de sus dos anteriores intentos, en 2006 y 2012. Un viraje que le ha llevado a incluir en su equipo y entre sus seguidores a muchos que antaño eran rivales. Un movimiento que no pocos consideran oportunista.”
Una de las principales muestras de que a López Obrador le importa más lograr la victoria –para impulsar que el cambio que promete- sin hacer caso a las credenciales o las contradicciones fue la alianza que suscribió con el Partido Encuentro Social en diciembre, y que junto al PT y Morena forma la coalición Juntos Haremos Historia, cita en su reseña.
Conservador, afín a los evangélicos y firme defensor de la familia como el pilar de la sociedad, Encuentro Social es un partido que en su día estuvo aliado con el PRI y el PAN y siempre se ha considerado que fue impulsado por el exsecretario de Gobernación del PRI Miguel Ángel Osorio Chong para acercar el voto evangélico al partido gobernante. La alianza contra natura con un partido reaccionario, insiste el diario, se produjo solo seis meses después de que, en un acto, López Obrador citara a Encuentro Social como una de las formaciones con las que “para ser claros y precisos” no podían juntarse.
El pragmatismo de López Obrador le ha dejado una buena renta electoral. El movimiento telúrico de las críticas sólo ha servido para impulsar el tsunami morenista que no se apacigua. Desde hace muchos meses, el tabasqueño ve a sus contrincantes desde el retrovisor.
El propio diario español realizó un ejercicio aritmético sobre el comportamiento de las encuestas. Y encontró que a cinco meses de la votación, el promedio de los sondeos coloca primero a Andrés Manuel López Obrador, que ahora mismo rondaría el 37% de los votos.
Le siguen el candidato del PAN, Ricardo Anaya (27%), y el del PRI, José Antonio Meade (25%). En cuarto y quinto lugar aparecen dos candidatos independientes, Margarita Zavala (7%), esposa del ex presidente Felipe Calderón, que abandonó el PAN a finales del año pasado y el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, conocido como El Bronco (3%). Los datos analizados no tienen una única fuente, sino que son el promedio de 12 encuestas recientes hechas por distintas empresas.
El tsunami de Morena podría ser devastador, tan devastador como lo han sido los gobiernos corruptos y autoritarios del resto de los partidos políticos.
La del estribo…
- No falla en su análisis Pepe Yunes cuando asegura que sus reales competidores son Andrés Manuel y Miguel Ángel Yunes. En otras circunstancias, ni Cuitláhuac ni Miguel Ángel júnior serían competencia, pero hoy lo son. Es cierto, no todos los priistas son como Javier Duarte… pero muchos, muchísimos, sí.
- Los procesos de selección para el nombramiento de los nuevos contralores internos de los organismos autónomos y poderes del estado ha sido una verdadera farsa. En pocos días saldrán a la luz pública los nombres de los agraciados que no son más que el resultado, una vez más, del reparto de cuotas entre grupos y partidos políticos. ¿Entonces para qué gastar tiempo y dinero?