Gracias a Dios, el fuero está en vías de extinción. Ya son menos los países donde se utiliza esta figura que poco a poco pierde adeptos y terminará por diluirse.
Pero en México se niega a morir. En nuestro país el fuero es un estilo de vida y parte de la idiosincrasia de quienes pueblan las curules en los Congresos locales y federal.
Nacido como figura jurídica para proteger opiniones e ideologías de senadores y diputados, el fuero ha perdido su esencia y en la actualidad sirve como escudo protector de ladrones y corruptos.
De los diputados veracruzanos que están en el Congreso de la Unión existen al menos seis que ocupan una curul, no para crear leyes o ser gestores de apoyos en sus respectivos distritos, sino para evadir la acción de la justicia con la que tienen cuentas pendientes.
Debido a la pérdida de esa esencia, se multiplican las voces que exigen la desaparición del fuero. Y ahora que está a punto de hacerse realidad esta exigencia, al menos en nuestra entidad, brotan chillidos de protesta.
¿De quién son los chillidos? Pues de los diputados, de quién más.
En lo que se considera uno de los pocos aciertos que ha tenido el Gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, en diciembre anterior envió al Congreso local una iniciativa para quitar el fuero al gobernador, diputados, alcaldes y magistrados.
La iniciativa ha sido aplaudida hasta por sus enemigos, pero ha encontrado resistencia en el propio Congreso donde varios legisladores se niegan a avalarla.
El diputado Fernando Kuri Kuri, dijo que es una medida electorera, de ahí la urgencia del Gobernador y los legisladores panistas por votarla.
¿Medida electorera? Por Dios hombre.
Si el señor legislador tuviera la curiosidad de hacer una encuesta sobre el tema, diez de cada diez ciudadanos contestarían que están a favor de que el fuero desaparezca.
Kuri agregó que la pérdida del fuero podría generar una cacería de brujas contra los críticos del sistema ya que el actual gobierno es sensible a las críticas.
Si esto fuera cierto, no alcanzarían las cárceles veracruzanas para poner a tanto crítico tras las rejas.
La medida está lejos de ser electorera. Además, quitarle el fuero a un bandido para que responda ante la ley no es de ninguna manera una cacería de brujas.
Cuando Javier Duarte se sentó a palomear la lista de futuros candidatos a las diputaciones federales, nunca lo hizo con ánimo de escoger a los mejores, sino para proteger a quienes le ayudaron a participar en el saqueo.
Esta protección les da el fuero, pero además, les otorga inmunidad e impunidad que les sirve entre otras cosas, para estacionarse en doble fila, pasarse los altos, irse sin pagar de las cantinas y por supuesto, para pitorrearse de la ley.
Ese fuero le ha permitido a un sujeto como Tarek Abdalá, acusado de un multimillonario desvío de recursos, seguir en libertad y asistir a las sesiones del Congreso como si no hubiera sido partícipe del desfalco a Veracruz.
Si se aprueba la desaparición del fuero en la entidad, tanto gobernadores como diputados locales, alcaldes y magistrados podrán ser inhabilitados fast track si existen acusaciones penales en su contra.
La medida, que dejará en el desamparo a quienes se cubren con el fuero en Veracruz, no alcanzará a los diputados federales. Pero no hay problema, de ellos se encargará la PGR que ya les tiene listas sus órdenes aprehensión.
Y es que el fuero tiene un ligero defecto; no dura toda la vida.