Hasta los enemigos del PRI coinciden en que la designación de José Yunes Zorrilla como precandidato del tricolor a la gubernatura de Veracruz, fue un acierto que sirvió para unir al resquebrajado partido.

Otro candidato, el que fuera, hubiera ocasionado divisiones, recelos y quizá hasta la desbandada de una que otra docena de militantes.

Pero si su candidatura es bien vista por siete de cada diez veracruzanos, ¿por qué entonces va en tercer lugar en las encuestas?

¿Será por el efecto Duarte?

Imposible; Javier Duarte y José Yunes nunca fueron amigos y los señalamientos de éste a las constantes metidas de pata del entonces Gobernador terminaron de distanciarlos.

¿Será porque Pepe es priista?

Pudiera ser. Pero en esta elección la ciudadanía votará por el candidato más que por el partido. De tan honrado, Pepe no parece priista y nadie lo compararía con Fidel o con Javier. A éstos los acusaron de corruptos y bandidos casi desde que empezaron en la política, cosa que no ha sucedido con Yunes Zorrilla porque no es ni lo uno ni lo otro.

¿Entonces? Quizá la respuesta la tenga el propio José.

Durante su registro como precandidato, hizo un llamado a todos los priistas a sumarse a su proyecto. Palabras más, palabras menos, dijo que la suya sería una campaña de inclusión donde todos cabrían.

El problema es que todos, absolutamente todos le tomaron la palabra. Y en la bola se colaron priistas impresentables e indeseables; así como quienes ya deberían estar en su casa atendiendo sus achaques y cuidando a sus nietos.

Entre los impresentables hay resabios del duartismo (algunos de ellos mal llamados líderes sociales) que siguen medrando en el PRI como en tiempos de Javier.

Pero también hay indeseables; aquellos que sin dejar de ser priistas, apoyaron la campaña del actual inquilino de Palacio de Gobierno a cambio de la promesa de una vida política mejor; pero cuando éste les dio una patada en el trasero, se mantuvieron con bajo perfil hasta que José Yunes resultó precandidato y ahora son más pepistas que Pepe.

Cuenta el periodista Federico Arreola que de gira por Coahuila, el malogrado candidato Luis Donaldo Colosio se enteró que en un evento al que asistiría, se tendría que sentar a lado de un ex gobernador con fama de bandido. Colosio ordenó que el tipo fuera retirado o no entraría al evento.

Y lo retiraron.

Horas después y en charla con gente de su cercanía, el sonorense manifestó: “Quiero prestigio a mi lado, no desprestigio”.

Bien haría José Yunes en sacudirse a los impresentables e indeseables que se le han pegado como lapas y desprestigian su campaña. Mandarlos lejos le serviría para sumar puntos que en estos momentos le hacen mucha falta.

La herida del duartismo sigue abierta, a flor de piel, supurando en cada uno de los ocho millones de veracruzanos que fueron engañados y robados. Nada bien le hace a Yunes Zorrilla pasearse y retratarse con miembros de esa banda de truhanes.

Tampoco le hace ningún bien el Consejo de Ancianos del PRI. Tricolores que sirvieron al partido como hampones electorales en tiempos pretéritos, y que mucho le ayudarían dejándole los reflectores en lugar de estorbarle con su protagonismo.

En política hay sumas que restan y la presencia de individuos como Carlos Brito, Gonzalo Morgado Huesca y otros de esa camada, le quitan prestigio al precandidato. Si en verdad lo quieren ayudar, deben hacerlo con su ausencia.

El peroteño multiplicará sus posibilidades de triunfo si reúne en su entorno a colaboradores de probada honestidad. La probidad es una de las mejores cartas de presentación de todo candidato ante el electorado.

Ojo; ni manejo ni pretendo manejar la campaña de Pepe Yunes por lo que mis argumentos pueden valer sorbete. Pero como simple ciudadano, veo con preocupación que un político sin mácula como él ande rodeado de sujetos que lo pueden hacer perder. Incomodando y estorbando a cada paso, y restándole simpatías, adhesiones y votos con su indeseable presencia.

bernardogup@nullhotmail.com