Al parecer, ante la falta de recursos, la clase política en México decidió darnos toda clase de regalos; sin embargo, como en la catafixia de Chabelo, se nos puede borrar la sonrisa en cuanto levanten la cortina del año nuevo. Los barruntos de tormenta acechan a un país lastimado por la violencia y dilapidado por una partidocracia voraz.
¿Cuáles son nuestras opciones? Muy pocas realmente. Las candidaturas a la Presidencia de la República se mueven como péndulo dañino entre un populismo disparatado –de un juarista profundamente conservador- y un régimen totalitario al servicio de las empresas dueñas del país. Empresas que deciden qué aprendemos, qué comemos, qué vemos en la televisión, en qué trabajamos y cuánto podemos llegar a tener.
Autodenominado como un juarista puro, López Obrador decidió presentar su registro como precandidato a la Presidencia de la República justamente el 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe. Sólo faltó que al igual que Fox, enarbolara el estandarte de la Virgen para arengar a la prole. Su alianza con el PES, partido vinculado a la iglesia católica, ha sido criticada por sus más fervientes partidarios, los que sí creían en su liberalismo, como Elena Poniatovska.
Pero más allá de sus creencias religiosas –logró gobernar una liberal Ciudad de México- lo que preocupa es su insistencia en utilizar el erario público como obsequio personal y no como un acto distributivo para la población. Regalar dinero público no es buena idea y menos cuando no se tiene, lo que implicaría que tendría que recurrir a la deuda one more time.
En esta ocasión, López Obrador va por el voto de los católicos y de los jóvenes –estudiantes y desempleados-. Según sus cuentas, eso le daría la Presidencia. Pero las cuentas nomás no le salen.
Y cito: “Desde el primer día del próximo gobierno democrático, los jóvenes tendrán garantizado el derecho al estudio y al trabajo. Todos los jóvenes que estén cursando el nivel medio superior tendrán una beca mensual y 300 mil universitarios de familias de escasos recursos económicos recibirán un apoyo de 2 mil 400 pesos mensuales”, prometió.
A los jóvenes que no estudian ni trabajan -a quienes se les identifica peyorativamente como “ninis”- les otorgará un sueldo como aprendices de 3 mil 600 pesos mensuales y recibirán capacitación para el trabajo en talleres, empresas, comercios y en otras actividades productivas del campo y de la ciudad. Es decir, nos olvidamos de preparar profesionistas y nos enfocamos a fabricar obreros para la masa populista.
López Obrador también anunció en su decálogo de acciones que se aumentará al doble la pensión a los adultos mayores del país, o sea, a mil 200 pesos mensuales, el equivalente a la mitad de un salario mínimo, como está establecido por ley en la Ciudad de México. Este apoyo será universal, es decir, también lo recibirán jubilados del ISSSTE y del Seguro Social. Las personas pobres con discapacidad tendrán derecho a una pensión.
Esta danza de cifras no pasó desapercibida. Ni tardo ni perezoso, el periódico Reforma hizo un recuento económico de estas propuestas: aumentar la pensión a adultos mayores a mil 200 pesos mensuales duplicaría el gasto a 78 mil 944 millones. La beca mensual de 2 mil 400 pesos para 300 mil estudiantes de familias de bajos ingresos, implicará cada año un gasto por 8 mil 640 millones de pesos; y finalmente, entregar un salario mensual de 3 mil 600 pesos para 2 millones de 300 mil jóvenes que no estudian ni trabajan, para lo cual se requerirán 99 mil 360 millones de pesos anuales.
De esta forma, los planes de pensión universal, becas para universitarios y salarios para jóvenes que no estudian ni trabajan costarían por lo menos 186 mil 944 millones de pesos al año. Y entonces nos podemos ir olvidando de hospitales, escuelas y demás servicios para esa misma población vulnerable; total, ya tienen un ingreso mensual que les permitirá subsistir.
Pero no crean que fue una ocurrencia sin fundamento. López Obrador explicó que los miles de millones de pesos que se requieren para llevar a cumplir con estas propuestas, se pueden lograr simplemente con los recursos que ahora se desaparecen por la corrupción, tal cual lo dijo Vicente Fox como candidato a la Presidencia. Populistas y guadalupanos, las matemáticas no son lo suyo.
Sólo hay un detalle: para eso se cuidarles los bolsillos a sus colaboradores más cercanos, López Obrador no ha sido muy eficaz. Las imágenes de su tesorero en el gobierno del DF, gastando miles de dólares en un casino en Las Vegas, de su principal operador político René Berajano llenándose los bolsillos de fajos de dinero, como lo hicieran otros tantos afines a él, aún lo persiguen.
Pero como los barruntos no se agotan en una sola tormenta, dejamos para la próxima entrega el tema de la ley de seguridad interior y las reformas al código civil que intentan amordazar a los medios. Esta no es cortesía de quienes vienen sino de quienes ya se van.
Las del estribo…
- Y para no irme liso. Miguel Ángel Yunes ha anunciado este viernes un cambio “radical” en la estrategia de gobierno, lo que ha preocupado al respetable. Por primera vez, hace un reconocimiento público de que sí ha fallado –no se cambia lo que bien funciona-, sin embargo, no sabemos si se refiere a su propósito de heredar la candidatura o por fin ponerse a gobernar. En todo caso, el tono sonó a advertencia.
- Juar, juar, juar. También nos recomienda el señor Gobernador que evitemos riesgos y que en estos días no andemos cargando dinero en la calle. Vaya optimismo! La gente hace mucho que no lleva dinero consigo, no porque no quiera ¡sino porque no tiene! Y a quien se le ocurra hacerlo, ya lo advirtió, será bajo su propio riesgo y responsabilidad. Luego no anden chillando.