Lo bueno del mensaje de Miguel Ángel Yunes Linares tras entregar su primer informe de gobierno, es que fue breve. Quitando los saludos al respetable duró apenas 39 minutos. Nada en comparación con las kilométricas peroratas de sus antecesores.
De ahí en fuera aquello fue un compendio de lugares comunes, desde el clásico “recibimos un estado en ruinas”, hasta el no menos clásico “Veracruz va por el camino correcto”.
Pero ¿qué tuvo de destacado el mensaje? La verdad nada.
Como aprendiz de reportero que soy, me tocó releer su discurso, convertirlo en nota informativa y ponerle una cabeza atractiva. Todo lo cumplí a excepción de la cabeza atractiva porque el mensaje nomás no dio para eso.
Una cabeza atractiva hubiera sido: Disminuyen las ejecuciones durante el primer año de gobierno de MAYL. Otra: Veracruz ya no está entre los diez estados más inseguros del país. Otra más: Aumenta el turismo en Veracruz; se crean nuevas fuentes de empleo. Y en el balazo: Visitantes extranjeros aplauden el clima de seguridad y paz que se vive en la entidad.
¿Obras? Pues pocas, muy pocas. Una escuelita por aquí (aún no terminada); un hospitalito por allá (que se está reconstruyendo); una torre pediátrica que la banda de Duarte hizo de plastilina y que también se está reconstruyendo, y una autopista cuyo dinero provino de la Federación y no del gobierno estatal, como se anduvo cacareando.
¿Promesas? Muchas. Estas son algunas: “Tendremos más empleo. En breve empresarios nacionales anunciarán una importante inversión en la entidad. Veo el 2018 como el año del relanzamiento de Veracruz” y así por el estilo.
Pero algo más palpable y tangible no lo tuvo el mensaje de Yunes Linares que sigue viendo un Veracruz muy por encima de la percepción que tienen la gran mayoría de los veracruzanos.
Y a falta de argumentos más sólidos volvió a arrearle a Duarte y su banda, volvió a hablar de las 6 mil cámaras de video que harán (ahora sí) más segura a la entidad, de la renegociación de la deuda y del Túnel Sumergido que no sé por qué lo incluyó en su mensaje, cuando ya estaba terminado el 1 de diciembre del 2016 y lo único que hizo fue cortar el listón inaugural.
¿Y cómo ayudarlo cuando los indicadores de eficacia, eficiencia y transparencia están peor que cuando llegó a la gubernatura? ¿Cómo tener su optimismo cuando el índice de desempleo sigue a la alza? ¿Cómo creer en el relanzamiento de Veracruz y en empresarios que invertirán sepa Dios cuántos millones, cuando los índices delincuenciales no han bajado un ápice en sus once meses de gobierno?
Pero el señor gobernador estuvo contento (o al menos eso aparentó), a pesar de que por primera vez en muchísimos años el presidente de la República no envió un representante personal a escuchar el mensaje, y no hubo acarreados, ni matracas, ni bulla de la buena. Acaso leves aplausos de cortesía y nada más.
En síntesis, fue un discurso sin nada digno de escribir a casa, como decía el maestro de la narración boxística Jorge “Sonny” Alarcón, después de una pelea más aburrida que ver caminar un caracol.
El tiempo pasa y Yunes Linares ya quemó 350 de los 730 días que tendrá su gobierno. Es decir, le faltan 380 y no se ve por dónde Veracruz vaya a salir del atolladero.