Ha iniciado la doctora Sara Ladrón de Guevara su segundo periodo como Rectora de la Universidad Veracruzana, en el que estará desde el 1º de septiembre pasado hasta el 31 de agosto de 2021.
Tiene, pues, cuatro años para consolidar sus promesas y mejorar lo que no se ha hecho bien.
Llega con un equipo renovado en puestos clave, como la Secretaría Académica, en manos ahora de una universitaria seria y responsable, capaz, la doctora Magdalena Hernández Alarcón. Y también como la Secretaría de Finanzas y Administración, en la que colocó al maestro Salvador Tapia Spinoso, que es una interrogante pues entró a sustituir a Gerardo García Ricardo, quien había hecho un excelente papel y todos esperaban que siguiera para completar el ordenamiento de la administración universitaria.
Pero también hay un nuevo Director General de Investigaciones, el doctor Ángel Rafael Trigos Landa, que deberá rescatar esta área que está cerca de la inanición, tanto en lo presupuestal como en lo productivo.
Y hay que mencionar la llegada a la Dirección General de Difusión Cultural del ex Director del Ivec, Rodolfo Mendoza Rosendo, en lugar de la doctora Esther Hernández Palacios, ahora en la coordinación de la unidad de género. Esther era una contratación de lujo de la universidad (una Messi del área cultural, si ella, tan puntual profesionalmente, me permite el símil futbolero) y aportó su prestigio en el área de la difusión de las actividades intelectuales y artísticas. Sin embargo, Rodolfo Mendoza trae una carrera ascendente y un ímpetu que aportará nuevos bríos a la Dirección (¿Un Neymar de la literatura?).
Con su nuevo equipo, con cuatro años por delante y sin la distracción de reelegirse, la Rectora tiene ante sí un terreno abonado para que cumpla con las grandes expectativas con las que llegó al puesto hace cuatro años; expectativas que muchos universitarios consideran que no ha llenado.
El pendiente mayor es la deuda del Gobierno del Estado, que sigue latente y sin avances, y que fue el detonante de las marchas vivificadoras de la comunidad universitaria en la era del gobernador Javier Duarte. El liderazgo que logró Sara Ladrón de Guevara con su actitud de cobranza firme y exigente se ha ido difuminando por la relación con la nueva autoridad estatal.
Y ése es otro pendiente: la UV requiere de un liderazgo fuerte, que congregue a la comunidad en busca del crecimiento de la institución, del mejoramiento de la calidad académica, de la ampliación de la oferta educativa; pero un liderazgo que también lleve a la UV a convertirse en un motor del desarrollo de Veracruz, con una participación protagónica desde su lugar eminente como el asiento de la intelectualidad.
Y la reorientación del área de investigaciones, para que se produzcan ahí los conocimientos y las estrategias que necesitan nuestros productores, nuestros emprendedores, nuestros científicos.
También, devolver el lugar preeminente que por tantos años tuvo la UV en el área cultural y artística.
Y –last but not least– la solución final para el MEIF (qué siglas difíciles: Modelo Educativo Integral y Flexible). Ya hay una evaluación del MEIF que llevó varios años; es un gran legajo de muchas páginas en las que se puntualizan con lenguaje propio de los académicos (que no necesariamente es propio de las necesidades de le realidad) las condiciones y las necesidades de mejoría del sistema.
La solución del MEIF es, si no lo mayor, sí lo más esperado por la comunidad universitaria, y sobre todo por la parte crucial de ella, que son los estudiantes, fin y objetivo de todos los esfuerzos de la universidad, que esperan de su Rectora el liderazgo necesario para que haga los cambios necesarios y puedan estudiar en condiciones más acordes con sus necesidades y sus condiciones de vida.
Ahí están algunos pendientes.
La comunidad universitaria espera que esta vez Sarita no le quede a deber…
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