El fiasco llamado Yunes Linares ya empieza a cobrarle factura a la familia misma, con la que sigue buscando establecer un dominio que trascienda su diminuto gobierno.
Las encuestas impulsadas la semana pasada por algunos medios electrónicos, señaladamente Formato Siete, señalan con seriedad la preferencia electoral para la elección de Gobernador el próximo año, en caso de que se dirimiera entre Cuitláhuac García Jiménez (Morena), Miguel Ángel Yunes Márquez (PAN) y José Francisco Yunes Zorrilla (PRI).
Y no debe preocuparle tanto al orgulloso padre como a los veracruzanos todos, porque en el intento de hacerlo ganar va a tener que utilizar desde ahora grandes sumas de dinero, tanto los metálicos como lo que emplearán sus operadores políticos (perdón, funcionarios públicos), si consideramos que el tiempo que usarán para recorrer toda la geografía para apuntalarlo también nos cuestan a todos.
Y es que la situación es verdaderamente preocupante. Los resultados arrojados libremente por los lectores del portal Formato Siete (formato7.com) ubican a Miguelito no solo en el tercer sitio, sino de qué manera.
Tras más de siete días de permanecer abierto a los lectores, este sondeo atrajo un inusitado interés en todo el estado e, incluso, fuera de él. A diferencia de los resultados de la elección de 2016, en que terminaron los tres principales protagonistas con resultados cercanos, lo que hizo hablar de una elección de tercios, en esta ocasión las cosas pintan diferente.
De 2 mil 144 participantes, el 47 por ciento (1,003 votos) consideró que el personaje más viable es José Francisco Yunes Zorrilla, como candidato del PRI, mientras que en segundo lugar, con el 40 por ciento de los votos (858), figura quien obtuviera el año pasado el tercer lugar, Cuitláhuac García Jiménez, de Morena. Y, mire usted, el actual alcalde de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez, obtiene 283 votos, apenas el ¡13 por ciento! de la preferencia electoral de quienes participaron en el ejercicio lanzado por el portal de noticias.
Es cierto que este ejercicio es parcial, que no reúne los requisitos que debe tener una encuesta en forma y tiene más los atributos de un sondeo de opinión, por lo que no sirve de mucho para establecer tendencias definitivas.
Sin embargo, en este preciso momento significa una evaluación reprobatoria para un gobierno, el de su padre, que ha privilegiado la frivolidad del impacto mediático de las acciones judiciales contra sus predecesores, por sobre acciones contundentes que permitan, por ejemplo, disminuir la violencia criminal o coadyuvar a la recuperación del crecimiento económico.
Para colmo, el gobernador de las redes sociales empieza a pelearse con todos, en especial, con los medios de comunicación locales. Hace tiempo que le molesta que sus magros (¿o nulos?) resultados no figuren, exactamente como a él le interesa, en los medios de comunicación, con los que no tiene ni la más mínima relación, ni siquiera verbal, salvo la que había establecido con los cada vez menos reporteros que cubren sus eventos y con los que, al principio, había tendido una falsa relación de camaradería.
Hoy, Miguel Ángel Yunes Linares está entrampado. Su carácter explosivo lo ha colocado en una situación peligrosa para sus aspiraciones en el futuro inmediato.
Sin buena relación con los medios nacionales y con una batalla inexplicable con los locales (a quienes reclama que no le aplaudan ni le elogien logros que no se ven, que no se oyen, que no existen), Yunes Linares ha logrado que su impericia para gobernar se haga dramáticamente descubierta por una población que, al tiempo de resentir los efectos negativos de su gobierno, por ningún lado recibe información de lo que supuestamente se está haciendo bien.
Insolvencia financiera: borrón y cuenta nueva
Y es que no parece que el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares se signifique por cumplir con su palabra. Tampoco por hacer valer como institución los compromisos adquiridos, independientemente de quien haya estado al frente del Poder Ejecutivo. Si hay algo oscuro en Veracruz eso es el manejo financiero público.
En los últimos días, el gobierno del cambio se ha quitado la máscara. Algo en la opinión pública debieron otear los asesores del yunismo (es decir, el propio Yunes, su financiero alterno Manuel Muñoz Ganem y quien aparece en la nómina como titular de la SEV, Enrique Pérez Rodríguez) para establecer que es el momento propicio para decir que no pagarán nada que no hayan autorizado.
De esa manera, el gobierno estatal se ha deslindado absolutamente de la deuda de 5 mil millones de pesos que sostiene con el Instituto de Pensiones del Estado (IPE), solo reconoce una deuda de 50 millones de los más de 2 mil 500 millones que se acumulan con la Universidad Veracruzana, y este martes, el Secretario de ‘Desarrollo Económico’, Alejandro Zairick Morante, ha dicho que el gobierno no tiene solvencia para pagar los adeudos con los empresarios que reclaman el impago de servicios y productos ya entregados.
Zairick ha dicho que no tienen la solvencia financiera, que “no hay manera de pagarles”, y de nueva cuenta ha esgrimido como razón el eterno petate del muerto con que Yunes espanta a sus paisanos: “nos dejaron una deuda pesada que llevar en los hombros”. No importa que aparentemente se lleven a cabo escondidas reuniones para ‘renegociar’ la deuda, autorizadas por el Congreso a un gobierno peleado a muerte con la transparencia.
Y esto, por supuesto, no solo es insolvencia financiera sino también insolvencia moral. ¿Se imaginan a un funcionario encargado de promover el desarrollo económico del estado condenando a la quiebra a cientos de empresarios que invirtieron su propio capital para cumplir con contratos que no les fueron pagados? Una tendencia, hay que reconocerlo, que han sufrido también en los gobiernos de los depredadores Fidel Herrera y Javier Duarte.
Por cierto, el sector empresarial ha sido persistentemente vituperado por el propio Miguel Ángel Yunes Linares, quien –como en el caso de los periodistas– lo ha condenado por la presunta complicidad en hechos de corrupción con el gobierno anterior, como una estrategia para decidir dejarlo en la ignominia y propiciar la llegada de empresarios de otros estados a hacer lo que ya no pueden hacer los locales, quebrados y odiados por el vengativo Miguel Ángel.
Si eso es grave en términos de ir recuperando el crecimiento económico de Veracruz, más grave aún es contribuir al descalabro de la política social y a la esperanza de desarrollo humano de miles de jóvenes, hoy enfrentados a la creciente violencia, la falta de empleo y la ausencia de políticas que favorezcan su crecimiento profesional.
No de otra manera puede calificarse la negativa a reembolsar los 5 mil millones de pesos que fueron tomados por los gobiernos de Fidel Herrera y Javier Duarte de la reserva técnica del Instituto de Pensiones del Estado, lo que dejará a miles de pensionados y jubilados en grave riesgo en el futuro mediato, y solo usar como propaganda preelectoral para su propuesta a sucederlo, el alcalde de Boca del Río, el anuncio durante el aniversario del SETSE de entregar al IPE 2 mil millones, que apenas alcanzarán para saldar los compromisos normales con los derechohabientes en lo que resta del año. Una barrabasada propia del gobernador, similar a la de solo reconocer una deuda por 50 millones a la UV por la hechura del Plan Estatal de Desarrollo realizado por investigadores universitarios que, por cierto, no ha servido para maldita la cosa.
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