Vetar la ley que permitía las peleas de gallos y vaquilladas en Veracruz le resultó más negativo que favorable al señor Miguel Ángel Yunes Linares, Gobernador de este sufrido y aguantador estado.
Resulta que el pasado 25 de julio el Pleno del Congreso local, aprobó la despenalización de las peleas de gallos y vaquilladas. Y creeme lector que hasta ese día supimos muchos que las peleas de gallos estaban prohibidas en Veracruz.
Esto lo digo porque no sólo en las ferias sino en ranchos y comunidades se acostumbran este tipo de espectáculos, sobre todo los fines de semana. Y jamás he sabido que las autoridades persigan a los organizadores o clausuren un palenque por este hecho. Lo que sí he visto es a policías entrándole a las apuestas.
De hecho, fue hasta ese mes que me vine a enterar que Veracruz es el principal productor de aves de combate a nivel nacional. Que se realizan hasta tres millones de peleas por temporada en el país y que esta actividad genera más de 500 mil empleos.
Pero bueno, resulta que se despenalizaron esas peleas junto con las vaquilladas y como era de esperarse, las asociaciones protectoras de animales pusieron el grito en el cielo.
Las protestas siguieron por unos días, pero luego entraron en un impasse y parecía que ahí iba a quedar la bronca. Pero fue entonces cuando el gobernador Miguel Ángel Yunes, creyendo quizá que la medida lo elevaría a la cima de la popularidad, vetó la ley y se volvió a armar el aquelarre.
Ahora los que pegaron de gritos fueron los diputados panistas autores de la propuesta, que acusaron al Gobernador de meter las narices donde nadie lo llamó. “Nos dejó en ridículo”, dijo el legislador blanquiazul Daniel Olmos.
Pero todo fue la pura faramalla. Si los legisladores no fueran tan ignorantes sabrían que el Gobernador no tiene derecho de veto.
El artículo 36 de la Constitución local estipula que el mandatario estatal sólo realizará una “revisión” a la ley y la regresará con sus observaciones al propio Congreso del Estado. Eso es todo.
Reitero, la ignorancia de nuestros diputados es tan rotunda como inobjetable ya que en lugar de echarle un vistazo a la Constitución del Estado Libre y Soberano de Veracruz (¿sabrán algunos que nuestra entidad tiene su Constitución?), se les hizo más fácil rasgarse las vestiduras.
Pero lo que Yunes quería, que era que lo aplaudieran, nomás no sucedió. No hubo un solo organismo defensor de los derechos de los animales que manifestara su gratitud a su famoso “veto”. Nadie dijo algo así como “gracias señor Gobernador, qué buena onda es usted”.
Bueno, ni la Iglesia, tan dada a defender a los animalitos de la Creación dijo esta boca es mía.
Haz de cuenta lector que el Gobernador nunca dijo nada.
¿Qué va a pasar con la mencionada ley? Pues que será revisada nuevamente en el Congreso y si los diputados la aprueban por mayoría, al Gobernador no le quedará de otra que promulgarla. Así de fácil y sencillo.
¿Y si no se aprueba?
Pues no pasará nada. Los galleros seguirán criando gallos de combate y organizando peleas en Veracruz, con permiso o sin él.
¿Y qué va a pasar con la popularidad del Gobernador!
Nada, no se moverá ni un ápice. Seguirá en los últimos lugares del top ten veracruzano con tendencia a hundirse conforme se acerque al final de su mandato.
En síntesis, el veto valió para dos cosas.