Que se sepa, nunca en su historia de más de cinco décadas el Diario de Xalapa, uno de los de más tradición y presencia en la entidad veracruzana, había cabeceado a ocho columnas una nota roja en su portada principal. Pero este sábado lo hizo: 38 ejecutados en la semana.
La cabeza no tenía signos de admiración, pero ni falta que hicieron, por sí sola era un grito.
El diario hace un recuento puntual de todos y cada uno de los muertos del domingo 9 al viernes 14 de este mes. Y dice que el viernes fue el día más violento de la semana con 12 ejecutados.
Pero esta nota cruenta y violenta, tratará de ser enterrada hoy cuando gran parte de los veracruzanos sigan por las pantallas de televisión la llegada de Javier Duarte a la Ciudad de México y su ingreso al Reclusorio Norte.
Eso los mantendrá ocupados por unas horas, lo mismo que el probable desafuero de Alberto Silva y la renuncia, cese o lo que haya sido, de quien fuera titular de la Secretaría de Finanzas y Planeación, Clementina Guerrero.
Clementina se fue de la Sefiplan por su incapacidad para arreglar el desbarajuste financiero en Veracruz.
Su ascenso el pasado 14 de noviembre se dio por un acuerdo entre Gobernador electo Miguel Ángel Yunes con el interino Flavino Ríos Alvarado, a fin de que se familiarizara con el estercolero que dejaron Tomás Ruiz González, Salvador Manzur Díaz, Carlos Aguirre Morales, Fernando Charleston Hernández, Mauricio Audirac y Antonio Gómez Pelegrín, que fueron los seis secretarios que tuvo la Sefiplan durante el duartazgo.
Pobre mujer, antes no le dio un coma diabético al ver lo que vio. Pero no pudo con el paquete y este sábado se fue.
Su lugar ya lo ocupa el ex contralor Guillermo Moreno Chazzarini, al que lo más amable que se le puede decir es que se sacó la rifa del tigre.
Duarte, Silva y Clementina, son los tres distractores que tiene el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares para sepultar sin más trámite y olvidar lo antes posible las 38 muertes violentas.
¿Pero y después qué?
Al Gobernador se le están acabando las cajas chinas y la inseguridad crece a la par de la violencia que ya es incontrolable.
Treinta y ocho ejecutados, es decir, asesinados sin oportunidad de defenderse, no son comunes ni en un país en guerra.
Estamos en la peor etapa de nuestra historia. Peor que cuando decíamos que estábamos peor.
Ojo, esto no quiere decir que haya un veracruzano que esté añorando a Fidel o a Javier; ni lo mande Dios. Pero lo que marcan las estadísticas y estudios serios es que en seguridad y finanzas Veracruz está peor que en el fidelato y el duartazgo. Y esa es una verdad indiscutible.
Que Yunes Linares está poniendo todo su empeño para mejorar la situación, nadie lo discute. Pero que esas mejoras nomás no se ven por ningún lado, tampoco se discute.
La semana que terminó obligó a uno de los diarios más influyentes del estado a hacer de lado su tradicional política editorial, para dar a conocer una información dramática por donde se le mire.
Como contraparte, nadie del gobierno estatal ha dicho ni media palabra sobre esas ejecuciones.
Hoy casi todo Veracruz estará pendiente de la llegada del gordo, del curso que siga el probable desafuero de Alberto y de la renuncia de Clementina.
Sólo que no siempre será así.
Quizá estos tres dejen de ser noticia con el paso del tiempo. No así los 38 ejecutados que ya se sumaron a la lista macabra en el gobierno de Yunes.
Hiela la sangre el sólo pensar cuántos serán al final de este bienio, al que le falta un año y cinco meses para concluir.