Hace unas semanas se armó un sabroso merequetengue en Los Pinos porque el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS por sus siglas en inglés), dio a conocer en su Encuesta de Conflictos Armados 2017, que México ocupa el segundo lugar como el país más violento del mundo, sólo debajo de Siria que está en guerra y arriba de Irak que padece de lo mismo.

Y más tardó en aparecer la encuesta que Luis Videgaray en descalificarla al manifestar que no tenía sustento porque utilizó cifras de origen desconocido.

Como el arguende creciera, la ONU se ofreció a interceder para aclarar el asunto. Y lo aclaró. En su reporte mensual le quitó a nuestro país ese segundo lugar que en efecto no le correspondía… y lo puso en tercero.

Aunque déjame decirte lector que nada de lo anterior es nuevo. De unos años a la fecha no pasa un mes sin que alguien diga que México es violento y Veracruz uno de sus exponentes más fuertes en ese renglón.

La diferencia estriba en que cuando se trata de defender al país generalmente saltan a la palestra Luis Videgaray o Miguel Ángel Osorio Chong. Pero en el caso de Veracruz cada vez que el Gobernador dice que disminuyó la violencia, los violentos le contestan con varios ejecutados.

En cuanto a ejercer un oficio de alto riesgo, de todos es sabido que en México es más peligroso ser periodista que domador de tigres de Bengala. Y la peligrosidad se ensancha si el oficio se ejerce en Veracruz.

Mientras en lugares como Nuevo León, Baja California, Jalisco y la Ciudad de México los periodistas tienen sueldos más o menos decorosos y en algunos casos gozan de seguro de vida, en Veracruz el gremio es uno de los más abandonados y desprotegidos.

Que se sepa, sólo dos de las decenas de medios impresos ofrecen sueldos honorables y seguro de vida a sus trabajadores, de ahí en fuera nadie más.

Ser periodista en Veracruz es, aparte de temerario, exiguo para el bolsillo del reportero que a veces tiene que trabajar en dos o tres medios diferentes para llevar algo parecido a un salario a su hogar.

¿En dónde radica el problema?

Sin duda tiene que ver con que los medios se acostumbraron a vivir del presupuesto gubernamental, pero ese dinero se acabó y ya no volverá.

Como consecuencia, varios diarios y semanarios cerraron sus puertas y las fuentes de trabajo se vinieron abajo. Resultado, los dueños de los impresos sobrevivientes pagan una bicoca sabedores de que si el reportero protesta será despedido y remplazado por otro que sí acepte trabajar por un sueldo miserable.

Pedirle a la Legislatura local que abogue por un salario mínimo profesional para el gremio, es como pedirle a Andrés Manuel López Obrador que se abrace en público con Carlos Salinas de Gortari.

Pedir esa ayuda al gobierno estatal, uta no, ni pensarlo.

Pero hay que exigirla.

Y ya que la ONU está preocupada por el tema ¿por qué no pedirle que interceda en favor de los reporteros veracruzanos y de otros estados?

Suena descabellado, pero no lo es.

Sólo es cuestión de animarse.

bernardogup@nullhotmail.com