De acuerdo con las cuentas alegres de la dirigencia del Partido Revolucionario Institucional, el resultado obtenido por el tricolor en las elecciones municipales de Veracruz no puede considerarse un descalabro. Dicen los priistas que a los 36 ayuntamientos logrados en coalición con el Partido Verde se suman otros tres triunfos del partido en lugares donde no hubo alianza (Comapa, Jilotepec y Tepatlaxco).
El argumento priista para tratar de convertir la derrota en un resultado favorable se basa en que a las 36 victorias de la alianza “Que resurja Veracruz” y a las 3 que obtuvo el PRI en solitario se podrían sumar los 4 ayuntamientos alcanzados por el Verde, algunos de los 18 que logró el Partido Nueva Alianza y unos cuantos de los cuatro de Encuentro Social.
Explican desde la dirigencia del partido que encabeza Renato Alarcón Guevara en Veracruz que el Verde, Panal y PES postularon a ex priistas y que esos triunfos podrían contar como futuros gobiernos municipales del tricolor.
Es como si un equipo de fútbol, Tigres por decir algo, explicara un resultado adverso afirmando que algunos de los jugadores de la escuadra contraria originalmente estuvieron en las filas felinas. Estuvieron, en todo caso, pero ya no lo están y los resultados que logran no se convierten en triunfos para su ex equipo.
En realidad, lo que esa trampa argumentativa no dice es que debido a la torpeza de la dirigencia estatal, el PRI cometió el error de no seleccionar bien a sus candidatos.
Recientemente, por cierto, el dirigente estatal del tricolor sostuvo una reunión con un grupo de periodistas de la entidad. Quienes estuvieron en dicho encuentro con el presidente del CDE del PRI afirman que Alarcón Guevara estaba eufórico por el resultado. De ese tamaño, nos dicen, era el presupuesto, las expectativas priistas previas a la jornada electoral del pasado domingo 4 de junio; antes del día de la elección, algunos priistas hablaban de la posibilidad de ganar únicamente 25 o 30. Volviendo a la analogía del fútbol, es como si un equipo festejara por no perder cuatro goles a cero, sino sólo cuatro a uno.
De forma reciente platicaba con un analista político, quien apuntaba que el discurso del priismo no podía ser, bajo ninguna manera, un mensaje de reconocimiento a la derrota; ¿qué esperaban, que dijeran que los habían vapuleado?, nada de eso, salieron para decir que ese fracaso en realidad era un triunfo.
Lo cierto es que todos presupuestaban una derrota aún más contundente que la registrada ese domingo; debido a ello, al conocerse los primeros resultados, desde el edificio de Ruiz Cortines se lanzó un comunicado de prensa en el que se aclaraba que el PRI se mantenía como la segunda fuerza estatal, descartando una incómoda tercera posición, que al final fue para el Movimiento de Regeneración Nacional.
El problema es que todos los municipios donde ganó el PRI son pequeños en términos demográficos y presupuestales; los únicos rescatables son Orizaba, Huatusco y Perote, aunque ni uno de esos tres figura entre los diez más poblados del estado.
El PAN refrendó su primera posición en el contexto electoral veracruzano; el PRD tendrá más alcaldías que las logradas en las municipales de 2013; el partido que más avanzó en cuanto a número de votos y ayuntamientos logrados es Nueva Alianza, en tanto que el PRI ganó muy poco y se convirtió en el gran perdedor de la jornada electoral, dado que pasa de 93 a 39 gobiernos municipales, 43 si quieren hacer propias las victorias logradas por el Verde en solitario.
Por ello resulta inexplicable el optimismo de una dirigencia partidista que se esfuerza por convertir, al menos en el discurso, en una victoria lo que en realidad es un descalabro. ¿Pudo estar peor?, cierto, bajo el piso está el subsuelo.
En este mundo al revés, los priistas afirman que no perdieron; al final van a decir que quienes ganaron más ayuntamientos son los que están equivocados. @luisromero85