Pues ahí estábamos, muy relamiditos todos, listos para salir al aire en las “Revisiones” que transmite TV Más los martes y los sábados por la noche. Y en eso que llegan sin anunciarse los ínclitos funcionarios del OPLE –la autoridad electoral, pues- para decirnos, de la forma más comedida, que tuviéramos “mesura” en nuestros comentarios respecto del proceso electoral, los partidos políticos y sus candidatos.
Claro, eso si no queríamos tener algún problema con la ley, esa misma que está hecha para extender un manto protector a los partidos y candidatos, y que ponen en barandilla a cualquier medio de comunicación o ciudadano que tenga el desvarío de opinar sobre estos temas. Hasta entonces, nunca me había dado cuenta que la mesura también es sinónimo de censura.
En realidad –no sé si así lo sintieron Sergio, Manuel y Quirino-, se trató de una amenaza velada. Dando un trato condescendiente, recordaron algunos de los episodios en que medios, periodistas o personas comunes se han visto en dificultades por irse de la lengua o la pluma. Explicaron que no es cosa de ellos, del OPLE, sino que es resultado de una ley general y que como una extensión del INE, deben hacerla cumplir.
El tema no deja de ser escabroso. ¿Cuál es el propósito de irnos a advertir que podemos ser sujetos de sanción por nuestros comentarios? Somos periodistas y nuestro trabajo es precisamente analizar las cosas que pasan en nuestro entorno. ¿La ley tiene este explícito sentido de censura y es que el OPLE lo interpreta a su libre albedrío y decidió darnos un estate quieto?
Por más atención que puse, no logré escuchar un argumento sensato. Cuando aludieron a la mesura, en realidad lo que en su ignorancia quisieron decir es que actuemos en la legalidad. De eso no tienen que advertirnos, lo sabemos y es algo que hemos estado peleando, incluso para que lo haga el mismísimo OPLE, quien en su larga historia nunca ha estado ajeno de la controversia y la desconfianza de partidos políticos y ciudadanos.
Por ello, durante la transmisión del programa tuvimos que disculparnos ante el auditorio por esta censura autoimpuesta –en realidad, tampoco es nuestra intención involucrar en un conflicto a la televisora que nos abre las puertas-, y tuvimos que caminar por un sendero seguro para los partidos y candidatos. No hubo nombres ni referencias personales; tampoco pudimos comentar lo que sucedió en el inicio de las campañas, y sí en cambio, nos dio material para señalar esta actitud prepotente y autoritaria del organismo electoral.
Una de las conclusiones a las que llegamos, es que hay una sobre regulación que en lugar de que garantice procesos equitativos y transparentes, sólo ha servido para proteger a las burocracias partidarias y justificar sus muy conocidas triquiñuelas. Se ha acortado el tiempo de las campañas y se ha regulado el uso de tiempos oficiales en medios electrónicos, lo que en teoría tendría que tener un impacto directo en el costo total del proceso electoral y el dinero que se destina a los partidos.
Pero no. Resulta que las elecciones siguen siendo tan caras como siempre. Que los partidos siguen recibiendo carretadas de dinero que no tienen en qué gastarlo debido a las restricciones que la propia ley impone. No es de extrañar que en cada proceso electoral se geste una nueva generación de nuevos ricos que ven en esta democracia simulada un gran negocio; y si no lo creen, pregúntenle a la ex candidata Eva Cadena o a otros tantos mapaches electorales que hoy observan desde sus mansiones o cargos públicos.
Así es de absurda nuestra legislación. Los medios de comunicación no pueden hacer referencias directas a los partidos políticos y candidatos, tampoco a sus campañas, y menos aún, inducir el voto a favor de tal o cual candidato. Tampoco pueden hacer señalamientos –aún cuando se tengan las pruebas que lo confirmen- que lastimen el prestigio de un candidato, el cual puede interponer un recurso e inconformarse.
En cambio, partidos y candidatos, sí pueden libremente expresar lo que les venga en gana. Ofrecer cosas imposibles de cumplir porque simplemente no están en su ámbito de competencia, o porque se trata de obras y acciones que jamás podrían ser financiadas con los recursos municipales. Pueden salir a hablar de honestidad y combate a la corrupción, sin importar que sus alforjas estén llenas, consecuencia de su paso por el gobierno.
También pueden mentir a la autoridad electoral respecto de lo que gastan, en qué lo gastan y cómo operan en la clandestinidad el día de la jornada electoral. De eso, seguramente no habrá siquiera una llamada de atención, porque para eso está hecha la ley electoral, para proteger al sistema de partidos y no para garantizar la libertad de elección y de pensamiento de los ciudadanos.
La autoridad electoral está dispuesta a tratarnos como menores de edad o entes sin juicio, incapaces de formarse una opinión o una preferencia electoral a partir de lo que vemos en los medios y escuchamos de los candidatos. Como somos incapaces de discernir entre la información y la propaganda, entonces eliminemos la información y saturemos de propaganda.
Pero que se puede esperar de un organismo electoral ineficiente, que ni siquiera fue capaz de cumplir con su obligación de formalizar la integración de las planillas. Este martes, miles de candidatos a presidentes y regidores iniciaron su campaña con la incertidumbre de que más adelante el OPLE los tire del caballo.
Si no tienen tiempo para revisar la integración de las planillas, ¿lo tendrán para vigilar que estos miles de candidatos observen legalidad en financiamiento, en sus gastos y acciones, en evitar que la mapachería aparezca como en cada elección? Lo dudo. Ya dieron muestra de su ineficacia y autoritarismo.
Las del estribo…
- Grave que el Gobernador, abogado, no distinga entre una prisión preventiva y una libertad bajo fianza. Se lo explicaron el Presidente del Tribunal y su fan “number one”, el fiscal Winckler. Están haciendo todo lo posible por exculpar a quienes intentan mantener en la cárcel.
- Pues resulta que lo de Eva Cadena no era un pago eventual. Era casi una religiosa quincena por los favores recibidos. ¿Cuántos fajos más entraron a caras bolsas de mano sin cámara de por medio?