A casi quince años, la muerte del columnista José Miranda Virgen es, como otras muertes de comunicadores, un asunto pendiente. Era gobernador Miguel Alemán y secretario de Seguridad, Alejandro Montano.
“…Viernes por la madrugada. Un estruendo hace estallar en mil pedazos los cristales de las ventanas. El impacto se confundió con el ruido del último ajetreo de los antros que recién cerraban sus puertas, y con el de las olas al romperse en espumosa marejada al rozar la playa. Boca del Río es una ciudad que no duerme; aquella madrugada, la del 11 de octubre de 2002, menos.
Antes de las seis de la mañana, por el bulevar que comunica Boca del Río con Veracruz, se escuchó el ulular de las ambulancias que conducían al periodista José Miranda Virgen y a otras tres personas al Hospital General. Por la gravedad de sus quemaduras, Miranda sería trasladado vía aérea a la ciudad de México e ingresado en el área de terapia intensiva del Hospital ABC. El 98 por ciento de su cuerpo tenía quemaduras de segundo y tercer grado.
Sobre la blanca cama del hospital, agonizó durante cinco días al cabo de los cuales lanzó su último suspiro. Su muerte significó el primer deceso de un periodista en el estado de Veracruz en esa década. Entre la versión oficial, difundida por las instancias de gobierno, de que se trató de un accidente y los indicios de que la explosión fue provocada, transcurridos casi quince años, la verdad sobre la muerte de Miranda Virgen es otro caso no resuelto. Las autoridades abonaron a la sospecha, pues nunca hicieron investigación alguna.
En busca de mayor claridad sobre el caso, se entrevistaron a los jefes, colegas, amigos, colaboradores y familiares de José Miranda. Las pesquisas obtenidas apuntaban a que pudo tratarse de un atentado para evitar que el periodista ventilara los vínculos de funcionarios y políticos locales con la delincuencia organizada.
José Miranda fue uno de los periodistas con más presencia en la prensa veracruzana. Se formó como reportero en las redacciones de la ciudad de México, en las épocas del presidencialismo imperial, en las cuales tuvo derecho de picaporte en Los Pinos, desde José López Portillo hasta Carlos Salinas de Gortari. Cuando volvió a su natal Veracruz, se integró a la directiva de numerosos rotativos; durante varias décadas publicó su columna El espejo del poder, la de mayor influencia en la entidad. Todo ello combinado con la docencia.
¿Quieren tener indicios sobre la muerte de José Miranda?
“Sólo hay que revisar las últimas columnas que publicó”. El de la voz fue Raymundo Jiménez, el principal pupilo de Miranda Virgen, convertido hoy en uno de los periodistas con mayor credibilidad y reconocimiento en Veracruz con su columna Al pie de la letra.
La información que Miranda Virgen difundió en su Espejo del poder los días previos a su muerte estaba íntimamente relacionada con las razones por las cuales ni el gremio periodístico ni la opinión pública aceptaron que el incendio en su casa fuera un accidente. En cada entrega periodística, comenzó a ventilar el involucramiento de “las mejores familias” de Veracruz con el narcotráfico y la colusión con funcionarios del gabinete estatal. Los señalamientos apuntaban tanto a jefes policiacos como al propio gobernador Miguel Alemán y a su secretario de Seguridad, Alejandro Montano…”
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