En medio del frenesí que generó la detención el 15 de abril del ladrón Javier Duarte de Ochoa en Guatemala, lo que atrajo la atención general, sobre todo a raíz de la huida permitida, solapada y, según parece, acordada, de la ladrona Karime Macías Tubilla rumbo a Londres, con toda la fortuna producto del robo a los veracruzanos, la contienda municipal de Veracruz estuvo casi totalmente fuera de la mirada tanto de analistas como de los votantes.
Aquí mismo consideramos que la detención de Duarte era una medida cronometrada para que estuviera en la misma consonancia con la elección de Gobernador en el Estado de México, donde el PRI pasa otro más de sus tragos amargos por el hartazgo ante tanta corrupción auspiciada bajo su velo, y no parece que haya sido la única percepción porque a nivel nacional hubo coincidencia en ese sentido.
Según un análisis de un total de 382 columnas de opinión hecho por la empresa Parametría, del sábado 15 al jueves 20 de abril en siete periódicos nacionales (Milenio, La Jornada, Reforma, Excélsior, El Universal, El Financiero y La Razón), “la captura del exgobernador de Veracruz Javier Duarte ha tenido múltiples lecturas. Una de estas interpretaciones sugiere que el evento no es más que una estrategia electoral (…) Argumentan que, ante el temor de perder alguna de las tres gubernaturas (Nayarit, Coahuila o el Estado de México) o algún municipio importante de Veracruz, el gobierno federal (…) está haciendo control de daños”.
En buena parte de las columnas se sugiere, señala Parametría, que la captura de Duarte será utilizada electoralmente, específicamente en su desempeño en el combate a la corrupción: “La corrupción no se puede excluir de la agenda electoral. Con una acción de esta naturaleza lo que se mejora es el tema de impunidad, pero no el de corrupción. Ambos temas son un agravio para el elector, pero juntos se magnifican. De hecho el tema de la corrupción ya es parte cotidiana de las campañas. Un buen ejemplo de ello es el papel que juegan hoy a nivel argumentativo en el Estado de México”.
Según Parametría, el enfoque mayoritario de los artículos señala que es el mayor caso de corrupción en el país, que no solo involucra al exgobernador de Veracruz sino a muchos funcionarios y políticos (35.6 %), mientras que algunos columnistas opinan que Javier Duarte es parte de una generación de políticos, en especial exgobernadores del PRI, acusados o involucrados en casos de corrupción (16.9 por ciento); el 9 por ciento describe el modus operandi de la detención en Guatemala, mientras que el 3.4 por ciento de las columnas analizadas desarrollan la hipótesis de que la captura fue pactada y que Duarte se entregó a las autoridades.
La empresa demoscópica, sin embargo, no está muy segura de que la hipótesis del uso electoral de la captura de Duarte tenga mucha solidez: “El problema es que en el fondo es un argumento especulativo carente de evidencias. No hay prueba clara o contundente de que este hecho vaya a favorecer al PRI, ya sea en lo nacional o en lo local.”
Aunque concluye: “En todo caso se puede generar un ‘efecto burbuja’ (…) que haya un impacto temporal en las preferencias. Pero este, por definición, al igual que sube está destinado a bajar. A casi mes y medio de la elección no parece el momento más oportuno. (…) En todo caso se puede argumentar que algunas campañas harán de este evento un tema, pero eso dependerá de la estrategia y del desarrollo de las propias campañas.”
En Veracruz, la captura sí puede impactar
Si la intención del presidente Enrique Peña Nieto era, con la captura de Duarte, alterar positivamente para el PRI la preferencia electoral en el Estado de México (ahí se definirá el destino del PRI para 2018), es claro que el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares ha querido aprovecharlo para elevar las posibilidades de éxito del PAN en las elecciones municipales, principalmente ahí donde su corazón está latiendo más fuertemente: el municipio de Veracruz.
Para Yunes Linares (y para todo su equipo marcadamente electoral que poco hace en materia de gestión pública en las múltiples dependencias del Ejecutivo), el aprovechamiento político del hecho ocurrido en Guatemala partió del intento por convencernos de que eso había sido gracia a él. Nada más alejado de la realidad. Ni siquiera fue su denuncia contra Duarte, presentada en la Fiscalía General del Estado como primer acto de su campaña electoral, la fue considerada para librar la orden de aprehensión.
El siguiente paso fue buscar consenso en el hecho de que él es un hombre de leyes, que no hace pactos con criminales, que está libre del virus de la corrupción y que, junto con su familia, son los únicos veracruzanos que resintieron los coletazos del Fidel-Duartismo. Es posible que después haya reparado en su torpeza política, pero por lo pronto trata de impactar electoralmente con la bandera de que solo el PAN (acaso, también su socio perredista) lucha contra la corrupción y la impunidad.
El PRI veracruzano muy difícilmente podrá sacar ganancia política del tema. Ni siquiera creo que pueda bajar la idea de la población de que representa los valores intrínsecos de Javier Duarte, su familia y sus cómplices. Los candidatos que en mayo próximo inicien campaña deberán dar un mayor peso específico a sus propias cualidades antes que invocar la imagen de su partido.
Morena es el partido que puede tener un comportamiento ambivalente. No solo va a tratar de imponer el sello de Andrés Manuel López Obrador, ese de limpieza ética casi angelical que él mismo ha creado en torno suyo, para convencer a la gente de que sus candidatos van a comportarse de la misma manera, sino que tendrá que limpiar la sombra de la supuesta alianza fraguada con Javier Duarte en los pasados comicios.
Tendrán que insistir mucho en que no hubo tal acuerdo y que no recibió 200 millones de pesos para la campaña de Cuitláhuac García Jiménez rumbo al Gobierno del Estado, una jugada de Duarte para debilitar la campaña de Yunes Linares.
Dada la naturaleza de la próxima elección local, que será impactada por la fama e influencia de los candidatos, más que por la imagen de las organizaciones políticas que los respalden, es que cada partido tendrá la respuesta adecuada según el abanderado que elijan para la contienda. Mañana hablaremos de algunos casos en Veracruz.
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