Charles Lloyd es un músico que suele dolerme, ese dejo de saudade, ese lamento pausado pero omnipresente en su música es clarificado por el propio multialientista en una conversación que sostuvo con Eduardo Hojman:
«Mire, mi madre no estaba preparada para tenerme, así que durante el parto algo de ese dolor quedó en mí. Y un día envolvió mis intestinos y los asfixió. Por suerte, me ayudó un gran médico, pero yo estaba en manos de Dios. En ese momento sentí que se me había dado una segunda vida, que había renacido. Entonces pensé: esto es lo que yo hago, éste es mi dharma, soy un hacedor de música. Aprendí de los antiguos que tengo derecho a mi obra. Pasamos por este mundo, cantamos nuestra canción, nadie nos conoce y nos vamos. Tenemos que prepararnos para eso. Cuando era joven, era famoso y no tenía estabilidad. Ahora sí la tengo, pero no es mía; proviene de una fuente más alta y yo estoy a su servicio».
I Long to See You, el disco que grabó el año pasado para Verve, sello al que volvió en 2015 tras 30 años de ausencia, está impregnado de esa voz desolada de la que, sin embargo, por momentos saltan esquirlas de optimismo y luz.
El álbum se presenta con la firma Charles Lloyd & the Marvels, formación en la que integra un par de guitarristas de peso completo, Bill Frisell y Greg Leisz, a su sección rítmica habitual conformada por el contrabajo de Reuben Rogers y la batería de Eric Harland.
Un par de voces invitadas, las de Norah Jones y Willie Nelson, completan la nómina de un disco lleno de matices, exploraciones y, como es habitual en el músico de Memphis, intensos momentos de meditación que inevitablemente remiten a aquellos años que pasó viviendo en un acantilado en busca la paz íntima, del sosiego, de su razón existencial.
Pese a que, según confiesa, Lloyd nunca lo ha apasionado, el crítico Ricardo Arribas celebra la grabación con una reseña en la que destaca:
«La rítmica suena robusta y bien cohesionada como de costumbre, la combinación de Frisell y Leisz es ganadora sobre el papel y en los surcos (es una delicia dejarse enredar por sus cuerdas combinadas, por ejemplo en Shenandoah), y el propio Lloyd consigue estar a la altura sin los excesos, salidas de tono y blandas soluciones que han lastrado otras grabaciones suyas. Vibrante resulta la revisión del Masters of War de Dylan, con esa batería sobria, insistente, y el bajo ominoso de Rogers remachando constantemente el ritmo; atractivo el zumbón ritmillo, de aires orientales, en Sombrero Sam; y, en fin, particularmente emotivas resultan las interpretaciones de La Llorona y el precioso You Are So Beautiful (que Norah Jones sostiene sin excesivo brillo pero con convicción).
«I Long to See You puede no ser un disco excepcional, pero es una de esas grabaciones que se devoran con tremendo placer, que te envuelven con un sonido voluminoso, pleno de matices, y que puedes pinchar una y otra vez sin desfallecer. ¡Bien por Charles Lloyd!»
Por su parte, El Chelito subraya la participación de los guitarristas: «Aunque Charles Lloyd es el líder, su rol parece ser el de moverse libre y elegantemente por la telaraña que tejen de manera mansa Frisell y Leisz de sonoridades folk, un juego que, por otra parte, los hombres de las cuerdas dominan con exquisita maestría».
10 temas, algunos ya explorados con anterioridad como nuestra tradicional Llorona, dan cuerpo al álbum:
01. Masters Of War
02. Of Course, Of Course
03. La Llorona
04. Shenandoah
05. Sombrero Sam
06. All My Trials
07. Last Night I Had The Strangest Dream
08. Abide With Me
09. You Are So Beautiful
10. Barche Lamsel
Yo sí soy altamente lloydiano y I Long to See You me parece otra prueba irrefutable de que el cavernícola renacido en los acantilados de Big Sur tras casi dos décadas de separación del mundo, es el mensajero predilecto de algún dios.
VER TAMBIÉN: Charles Lloyd, un pez fuera del agua
https://www.youtube.com/watch?v=i88Xzyewprk
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